Por Sebastián Dumont.-

“Peronismo Kirchnerista” es la nueva denominación que comenzó a circular entre los dirigentes del Frente para la Victoria que sostienen la conducción de Cristina Fernández de Kirchner y que se reunieron el sábado en un plenario realizado en Avellaneda. El mitin, donde la figura central terminó siendo el intendente de Resistencia Jorge Capitanich, confirmó la fractura expuesta que sufre este espacio y la marcha ineludible hacia la conformación de la secta K, alejada del peronismo tradicional.

Gobernadores, legisladores y muchos intendentes prefirieron no asistir al cónclave de Avellaneda, donde el cristinismo hizo alarde de su permanencia y de levantar las banderas del peronismo. Extraña manera de pensar en el peronismo con Martín Sabbatella y Leopoldo Moreau en el escenario. Sin dudas es la confirmación del surgimiento de la secta K.

Este grupo fanatizado está cada vez más alejado de los dirigentes moderados del peronismo. Sin dudas, las críticas a aquellos que votaron para aprobar el avance en las negociaciones con los fondos buitre marca una división que sirve como actual excusa para partir el kirchnerismo. O como se lo quiera llamar.

Esta avanzada de divisiones comenzó en el senado de la provincia de Buenos Aires cuando el bloque del FPV se partió. Una de las facciones, las más K, la preside Magdalena Sierra, esposa de Jorge Ferraresi, intendente de Avellaneda y anfitrión del encuentro del fin de semana pasado.

Más tarde, llegó la ruptura del bloque de diputados en el orden nacional. Allí la avanzada, más ligada a Juan Manuel Urtubey, la llevó adelante Diego Bossio. También se cree que estuvo la mano de Gioja. El sanjuanino busca lograr la unidad más grande posible del PJ. Pero sus esfuerzos parecen desvanecerse.

Extraño rol el de Daniel Scioli, quien no logra despegar de la secta K. Quizá sueña con encabezar la lista de diputados nacionales. Igual, el ex gobernador pidió unidad. Más de lo mismo. Palabras que caen el vacío.

Como adelantó este medio en el mes de febrero, el candidato de Cristina para el PJ es Capitanich. Quedó demostrado el sábado en Avellaneda, donde se convirtió en la figura central, a pesar de estar en el lugar Alicia Kirchner, la única gobernadora presente. El chaqueño aspiraría a quedarse con el bastón de un espacio donde los más optimistas sueñan con tener cerca del 20 por ciento del electorado.

Antes de ir a Avellaneda, Capitanich visitó el despacho del intendente de Moreno Walter Festa, quien se propone para ser presidente del PJ bonaerense. Los jefes comunales “nuevos” están en un dilema. Por momentos, tratan de distanciarse de la secta K, y por otros, quedan atrapados en una red que los benefició para llegar hasta allí. A Festa lo bancó José Ottavis. También estuvo Ariel Sujarchuk, el jefe comunal de Escobar, quien no puede despegarse de Kolina. Aunque en su distrito, hay muchas acciones que lo emparentarían con lo más rancio de la derecha. Pero ésa es otra historia.

Por ahora, el cristinismo se reduce y busca la mejor manera de salir del laberinto por arriba. “Peronismo Kirchnerista” es una buena manera de resumir este momento.

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