Por Guillermo Cherashny.-

Ayer emergió un cisne negro, pero no fue en la marcha de Daniel Scioli a la presidencia sino en el camino de Mauricio Macri. El PRO viene beneficiándose por encuestas poco confiables de consultores aparentemente independientes pero en realidad contratados por el gobierno nacional. Éstos lo instalaron como el opositor más fuerte, en el entendimiento de que es un candidato débil que en el inconsciente colectivo representa a la derecha, al ajuste, a terminar con los beneficios sociales y a una megadevaluación. Pero en Santa Fe, Córdoba y ayer en la Capital se demostró que el jefe de gobierno, con su campaña antiperonista, jamás le podría ganar a Scioli. Por eso la batería de encuestas dirigidas lo fueron desgastando a Sergio Massa en un verdadero bullying encuestológico que lo ayudó a perder intendentes y votos que volvieron al peronismo gobernante.

En el 2013, el tigrense demostró que sólo él puede dividir al oficialismo y ganarle porque, si se hace antiperonismo, como practican Macri y Carrió, el oficialismo se galvaniza, no tiene fisuras y suma todos los votos propios. Y encima agrega los independientes y exitistas que lo ven ganador frente a una alianza neogorila que no le hace mella al gobierno. Macri, como empresario prebendario es, desde la vuelta de la democracia, uno de los grandes responsables del fracaso argentino desde los dos lados del mostrador.

Tiempo justo para un giro

El cristinismo, que es muy hábil en estos juegos, inventó entonces a un candidato a su medida. Ahora, existe la chance de que la convergencia de Massa con José Manuel de la Sota pueda aprovechar esta circunstancia para volver al segundo lugar, dividir al oficialismo y terminar con doce años del kirchnerato. Sin embargo, los tiempos se acortan y habrá que ver si el establishment, o el círculo rojo -como lo denomina Macri-, llega a la conclusión de que éste no tiene chance y vuelva entonces a poner a Massa en la primera línea de fuego y que también los grandes medios de comunicación hagan lo propio. Pero tanto, el establishment como los medios desconfían de Massa, porque creen que es un Kirchner en potencia y que su matrimonio es parecido al de Néstor y Cristina. Es el propio Sergio Massa el que debe demostrar en las próximas tres semanas que puede ser el mismo de agosto del 2013 y ubicarse como el segundo más votado en las PASO. Si consigue esto, el resto de la oposición lo votará, aunque sea tapándose la nariz, porque si Macri queda segundo en la primera vuelta habría mucho voto en blanco y a favor de Scioli para que no se imponga él. El jefe del PRO es un candidato que tiene un techo que no pasa del 33%, o sea que no puede ganar.

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