Por Antonio Rossi.-

Tachado por la vicepresidenta electa Cristina Kirchner y los timoneles de La Cámpora para integrar la primera línea del próximo gabinete nacional, el ex ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo apuesta ahora a obtener un doble premio consuelo en medio de los fuertes y crecientes cuestionamientos que viene cosechando cada vez con más fuerza puertas adentro del Frente de Todos.

La aspiración actual de Randazzo se focaliza en la posibilidad de conseguir un cargo en el ámbito diplomático o de asesor de Alberto Fernández junto con la designación de alguno de sus colaboradores en las empresas o dependencias secundarias del área de Transporte.

Los principales referentes del kirchnerismo no le perdonan a Randazzo haber sido funcional al macrismo cuando en las elecciones de 2017 y con el elocuente apoyo mediático del grupo Clarín salió a quitarle votos a Cristina Kirchner con el armado de una lista con el sello del PJ que apenas superó el 5% de los votos.

Además, la desconfianza K en el ex ministro se basa en una hipótesis que muchos dan por válida y comprobada.

Se trata de la existencia de un acuerdo que habrían cerrado Randazzo con el actual ministro de Transporte, Guillermo Dietrich a fines de 2015 para que no sea revisada, ni cuestionada su gestión a diferencia de lo que aconteció en Vialidad Nacional donde los funcionarios macristas investigaron y denunciaron hasta los movimientos de fondos de las cajas chicas de la anterior administración.

Según el análisis que hacen en el entorno de Máximo Kirchner, en el caso de que los hombres de Randazzo vuelvan a ocupar cargos relevantes, esa estrecha relación que entabló el ex ministro con Dietrich implicaría una dura traba para poder revisar y llevar a los tribunales las irregularidades y los negociados que se habrían registrado en los últimos cuatro años en el área de Transporte.

Los “randazzistas” que aparecen en la mira de los camporistas y de los principales gremialistas del sector son basicamente tres: Marcio Barbosa, Ariel Franetovich e Ignacio Casasola.

Barbosa fue el ex vice ministro de Randazzo y tras la llegada del macrismo pasó a formar parte del equipo de Emilio Monzó, quien lo puso al frente de la Secretaría General de la Cámara de Diputados.

Por su parte, Franetovich fue el titular de la ADIF con Randazzo y se hizo famoso por la millonaria compra e instalación de más de 100.000 durmientes de hormigón que se fisuraron cuando pasaron los primeros trenes de prueba en las vías a Mar del Plata, Rosario y Santa Fe que habían sido reparadas a nuevas.

En tanto, Casasola fue el encargado de manejar la SOFSE -la operadora ferroviaria estatal- entre 2013 y 2015, período en el cual se incrementó en forma notable la grilla de contratados y asesores de la empresa con gente domiciliada en Chivilcoy que bajaban en caravana los lunes a la Capital Federal para regresar los viernes al “Pago Chico” de Randazzo.

Con excepción del sindicato de la Unión Ferroviaria (UF) conducida por Sergio Sasia que siempre se alineó con el ex ministro, los restantes gremios del sector desde camioneros y portuarios hasta los aeronáuticos ya le hicieron saber a los colaboradores más cercanos de Alberto Fernández que no aprueban la idea de reponer a las huestes de Randazzo al frente de Transporte.

Argumentan ese rechazo en dos cuestiones salientes: la falta de sintonía política y la veta antisindical que mostraron los ex funcionarios randazzistas cuando concentraron el poder y el manejo de todas las áreas y empresas de Transporte.

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