Por Guillermo Cherashny.-

En el día de ayer, el presidente utilizó su facultad constitucional de vetar una ley sancionada por el congreso. Una parte importante de la opinión pública estará de acuerdo con la medida y es poco el costo político que pagará Macri por esa decisión. En cambio, si la ola de despidos, sigue el costo que no se pague ahora se pagará dentro de seis meses. Peor por ahora el gobierno logró que las 3 CGT no convoquen a otra movilización o paro y tampoco el congreso está en condiciones de insistir con los dos tercios de ambas cámaras, ya que Cambiemos tiene más de un tercio en diputados.

No obstante, el clima no es el mejor, como se notó en estos últimos días en la Capital Federal, donde las calles están bastante vacías, quizás por el aumento de los combustibles y los restaurantes y bares tienen una fuerte caída del consumo, como lo refleja el índice del consumidor de la Universidad Di Tella, que refleja una caída del 10% de esa confianza, y lo mismo la consultora Nielsen.

Pero las encuestas que maneja Durán Barba dicen que Macri no bajó en aceptación y que el 60% cree que el gobierno puede arreglar la economía, si no en este semestre, sí lo puede hacer el año que viene. Y este dato se contradice con la fuerte caída del índice de confianza del consumidor, aunque este último dato se puede medir con certeza y la posibilidad de arreglar la economía está en el campo de la fe antes que en las matemáticas.

Hay un dato económico muy relevante y comprobado este año: pese al ajuste, el déficit fiscal aumentará entre 0,5 y el 1%. Pero lo más grave es que el año que viene es un año electoral y es muy difícil que el gobierno lo pueda bajar. De ahí que las declaraciones de Luis Caputo, el Secretario de Finanzas, en el sentido de que en el 2019 se logrará el equilibrio fiscal, sólo puede ocurrir si el gobierno gana las elecciones el año próximo en octubre y se dedica los dos años siguientes a poner el gasto público en caja, con lo cual renunciaría a la reelección. De ahí que el plan económico se asemeja a un perro que se muerde la cola, es decir, si hace el ajuste le irá mal y si no lo hace también, por lo cual el futuro no es un lecho de rosas.

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