Por Hernán Andrés Kruse.-

Alberto Fernández y la relación con Venezuela

A partir de la asunción de Néstor Kirchner el 25 de mayo de 2003 la Argentina tejió estrechos lazos con el gobierno bolivariano de Hugo Chávez. Tal fue el grado de compatibilidad entre el kirchnerismo y el chavismo que en la histórica Cumbre de las Américas celebrada en Mar del plata en 2005 Chávez fue autorizado a llevar a cabo en el estadio mundialista el antiAlca, para oponerse a los deseos de la república imperial en materia de relaciones económicas con el continente americano. “¡Alca al carajo!” bramó el líder bolivariano flanqueado por Diego Armando Maradona. El presidente George W. Bush experimentó en carne propia el cambio radical de política exterior implementado por Néstor Kirchner. Las relaciones carnales habían sido sustituidas por el multilateralismo. A partir de entonces la relación entre la república imperial y la Argentina se enfrió sin remedio. Atrás quedó la época donde un presidente norteamericano (George Bush) fue capaz de catapultar a un presidente argentino (Carlos Menem) a la categoría de ejemplo a seguir por los líderes del mundo.

El acercamiento a la república bolivariana se acentuó durante las dos presidencias de Cristina Kirchner. Tal fue así que el sucesor de W. Bush, Barack Obama, reconoció públicamente que la política exterior del kirchnerismo era claramente antinorteamericana. Este viraje ideológico en la política exterior no hizo más que profundizar la grieta, la división entre kirchneristas y antikirchneristas. Desde las usinas mediáticas contrarias al gobierno emergió un mensaje que caló hondo en el espíritu de millones de argentinos: el kirchnerismo y el chavismo son hermanos siameses. En consecuencia, cada decisión tomada fundamentalmente a partir de la asunción de Cristina en diciembre de 2007 era visualizada por un amplio sector de la sociedad como un paso más dado por el gobierno para que Argentina se parezca cada vez más a Venezuela. Ello significa que para ese sector el kirchnerismo persigue casi como una obsesión imponer en nuestro país un régimen chavista, lo que en la práctica implicaba el cercenamiento absoluto de las libertades y derechos individuales.

La acusación hecha al kirchnerismo de tener la intención de hacer de Argentina un país chavista fue utilizada hasta el hartazgo por Mauricio Macri en la campaña electoral de 2015, táctica que lo terminaría depositando en la Casa Rosada. Una vez sentado en el Sillón de Rivadavia el hijo de don Franco retornó a las relaciones carnales, al alineamiento incondicional con la república imperial. En ese momento el poder estaba en manos del sucesor del fallecido Chávez, Nicolás Maduro, quien demostró no tener contemplación alguna con los opositores. Como era de prever las relaciones con Venezuela se resquebrajaron por completo, especialmente a partir del momento en que Macri decidió reconocer la autoridad del autoproclamado presidente interino Juan Guaidó. Durante su presidencia Macri no se cansó de acusar a Maduro de ser un dictador, de violar permanente y sistemáticamente los derechos humanos (lo que es absolutamente cierto, cabe aclarar).

Luego de asumir el 10 de diciembre del año pasado Alberto Fernández adoptó respecto al chavismo una postura ambivalente. En julio, en una entrevista concedida a Víctor Hugo Morales, expresó: “Estamos diciendo que hay un proceso eleccionario en marcha que hay que respetar. Nosotros no hemos desconocido al gobierno electo de Venezuela, por eso nunca reconocimos a Juan Guaidó. Yo no entiendo esta confusión. Entiendo que algunos se aprovechen”. Luego reafirmó ser un hombre de la democracia lo que lo obliga a respetar la voluntad popular. Al mismo tiempo, en reiteradas oportunidades afirmó su defensa del principio de autodeterminación de los pueblos y su condena a todo tipo de bloqueo impuesto por la república imperial al sufrido pueblo venezolano. Vale decir que Alberto Fernández decidió no adoptar ni la postura extrema pronorteamericana de Macri ni la postura extrema prochavista de Cristina.

De repente, el embajador argentino en la OEA, Carlos Raimundi, desconoció el documento sobre la situación de los derechos humanos en Venezuela que había preparado la ex presidente de Chile y actual Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos, Michelle Bachelet. En ese texto Bachelet denunció al régimen de Maduro de haber ejecutado de manera extrajudicial a 2000 personas en lo que va del año. Raimundi había adoptado una postura propia del Instituto Patria. Para sorpresa de muchos, entre los que me incluyo, días más tarde el gobierno argentino decidió apoyar en Ginebra la resolución de la ONU que condenó la violación de los derechos humanos en el país bolivariano. Vale decir que en cuestión de horas el gobierno argentino abandonó la postura chavista de Raimundi para abrazar la causa de los derechos humanos enarbolada por la república imperial.

Impacto profundo

La decisión del gobierno nacional mereció duras réplicas de parte del gobierno de Maduro. Mario Silva, constituyente del Partido Socialista Unido y referente comunicacional del chavismo, expresó con indignación: “Fernández ha engañado al pueblo argentino, engañó a Cristina, engañó a Néstor, engañó a todo el mundo”. “Va y se arrodilla nada más y nada menos con quienes hicieron esa resolución en contra de Venezuela, que es el “Cartel de Lima”, porque es un cartel, en donde están otros países, todos países arrodillados al imperialismo norteamericano” (Infobae, 7/10/020).

Pero la crítica más dura fue la de Alicia Castro quien presentó su renuncia al cargo de Embajadora en Rusia por su desacuerdo con la decisión de Alberto Fernández. Su contenido es el siguiente:

“Quiero agradecer al gobierno nacional, en especial a nuestra vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, por haberme honrado con la designación como embajadora en la Federación Rusa. Tenía planificado mi traslado para el mes de abril, pero en marzo, con el Placet concedido por Rusia, inicié el periodo de aislamiento preventivo y obligatorio y formulé mi solicitud formal al Senado de la Nación para que se postergara el tratamiento de mi Pliego en razón de la explosión de la pandemia, que materialmente impide los vuelos a Rusia y a los cinco países en donde tendría concurrencia. Rusia es un país estratégico en la construcción de un mundo multipolar, y creo que podría servir con lealtad, eficiencia y patriotismo, hasta obtener logros concretos y reconocimiento para nuestro país, como los registrados durante mis diez años como embajadora en la República Bolivariana de Venezuela y ante el Reino Unido. Mi mayor ambición es que Argentina se integre a los BRICS y dar con ello un salto cualitativo, tanto geopolítico como económico y comercial.

Hoy quiero presentar mi renuncia como embajadora, porque no estoy de acuerdo con la actual política de Relaciones Exteriores.

El 6 de octubre, en el 45° período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el voto de Argentina acompañando la Resolución del Grupo de Lima constituye un dramático giro en nuestra política exterior y no difiere en absoluto de lo que hubiera votado el gobierno de Macri. De hecho, el Grupo de Lima fue creado durante la restauración neoliberal por un grupo de gobiernos de extrema derecha, alentados y financiados por los Estados Unidos con dos objetivos explícitos: Promover un “Cambio de Régimen” en Venezuela -con idéntica matriz de los operados por EE. UU. en Oriente Medio- y desarticular el bloque regional. En la década pasada tuve el honor de participar – como diputada y como embajadora- del maravilloso proceso de forja de la unidad regional junto a Néstor Kirchner y a Cristina Fernández de Kirchner y los líderes progresistas de la Región, Hugo Chávez, Lula da Silva, Fidel Castro, Pepe Mujica, Rafael Correa, Evo Morales, Daniel Ortega, unidos en la diversidad. Comprendemos claramente, siguiendo el legado de nuestros libertadores San Martín, Bolívar, Artigas, que la unión de Sudamérica es la clave de nuestra soberanía política e independencia económica. En la UNASUR logramos una institucionalidad supranacional densa y eficaz que logró evitar dos golpes de estado en la Región y luego conformamos la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC). Todo se derrumbó con la llegada de Temer, Macri, Bolsonaro, Lenin Moreno, los golpes en Brasil y Bolivia con la manipulación del Lawfare y las operaciones mediáticas. Nadie ha estado más expuesto al linchamiento mediático que el gobierno de Venezuela. Es bien conocido cómo orquestan las Agencias Gubernamentales de los Estados Unidos sus planes de Regime Change -con mentiras han justificado sus invasiones militares en Iraq, la destrucción de Libia- y sus pretensiones de injerencia directa en la política latinoamericana. Cabe preguntar por qué al gobierno de los EE. UU. y al Grupo de Lima no les preocupan las flagrantes violaciones de los Derechos Humanos en Chile, en Bolivia, en Brasil, en Honduras, o en Colombia- donde se han asesinado a 250 líderes sociales firmantes de los Acuerdos de Paz- Acuerdos que también – recuerdo con orgullo- fueron promovidos por Néstor Kirchner, Hugo Chávez y Fidel Castro. Nadie puede ignorar hoy que Venezuela está bajo asedio, sometido a un bloqueo criminal que priva al pueblo de medicinas, alimentos, insumos esenciales. Aportar a intensificar ese asedio es, por lo menos, irresponsable.

Desde el golpe de estado perpetrado contra Hugo Chávez en abril 2002, no han cesado los intentos de golpe, magnicidio, sabotaje, desabastecimiento, acciones organizadas de violencia para promover el caos. La mayoría de los partidos de la oposición no presentan candidatos a elecciones para no convalidar el triunfo del voto popular, como explicó con pruebas el ex presidente Rodriguez Zapatero desde Caracas cuando fue reelecto Nicolás Maduro en 2018. Como no lograron derrotar a Nicolás Maduro, los EE.UU. fungieron a un presidente “autoproclamado”, Juan Guaidó, quien tiene también el apoyo de varias naciones europeas. Tenemos en consideración que, en un Frente, no todos pensamos igual. Sabemos que hay entre nosotros dirigentes que siempre estuvieron opuestos al socialismo venezolano -sin haber pisado nunca Venezuela- y hasta alguno que celebró la proclamación de Guaidó. Pero confiamos en que, independientemente de las preferencias, el gobierno del Frente de Todos iba respetar los principios rectores de No Intervención en los asuntos internos de otros estados, Resolución Pacífica de las Controversias, y el principio consagrado de Igualdad Jurídica de los Estados. La Argentina ha hecho doctrina con estos principios fundantes del Derecho Internacional, la Docrina Drago, la Doctrina Calvo. Los países de la Unión Europea tienen tanto derecho a inmiscuirse en las elecciones en Venezuela, como a Venezuela le cabe dictaminar en las elecciones francesas. El anticolonialismo es también, un imperativo ético. El 6 de octubre en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas se votaron dos Resoluciones. La Res. L.55. que subraya la importancia de mantener el diálogo constructivo y la cooperación con Venezuela a fin de “reforzar su capacidad de cumplir las obligaciones que le incumben en materia de derechos humanos”; “expresa preocupación por las noticias relativas a presuntas restricciones al espacio cívico y democrático, incluidas las denuncias de supuestos casos de detención arbitraria, intimidación y difamación de manifestantes, periodistas y defensores de los derechos humanos”; celebra la visita de la Alta Comisionada a la República Bolivariana de Venezuela, que tuvo lugar del 19 al 21 de junio de 2019, y los compromisos acordados con el Gobierno para mejorar la situación de los derechos humanos en el país; exhorta al Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela a que aplique las recomendaciones recogidas en los informes de la Alta Comisionada presentados al Consejo de Derechos Humanos en sus períodos de sesiones 41º y 44° y pide a la Alta Comisionada que siga colaborando con la República Bolivariana de Venezuela para hacer frente a la situación de los derechos humanos en el país y prestar apoyo sustantivo en forma de asistencia técnica y fomento de la capacidad.»

Esta Resolución que promueve y alienta la participación democrática fue votado por varios países, entre otros, México. Más tarde se puso en consideración la votación de la Res. L.43 promovida por el Grupo Lima. Esta Resolución, además de condenar enérgicamente a Venezuela, en consonancia con las expresiones de la oposición, promueve la franca injerencia en los asuntos internos. Decide prorrogar por dos años el mandato de una “Misión Internacional Independiente” que fue constituida por tres personas sin representación alguna, designadas por el Grupo de Lima, que se limitó a recibir desde Panamá informes por mail de la oposición venezolana, que nunca fueron constatados. Además, sugiere la consideración de nuevas medidas. Para mayor muestra de cinismo, expresa preocupación por el tratamiento de la pandemia Covid-19 en Venezuela que, con 30 millones de habitantes, tiene -según datos de la OMS- 80.000 contagiados de Covid-19 y en total 653 muertos, lo que, claramente, muestra un mejor desempeño, seguimiento y cuidado de la salud pública que los países que apoyan la Resolución 43, incluido el nuestro. Esto demuestra, palmariamente, la falta de rigor de los argumentos expuestos en esta Resolución, que apuntan a demonizar a la República Bolivariana de Venezuela, sus autoridades legítimas y su pueblo, que resisten heroicamente el asedio de los Estados Unidos de América y sus aliados. Argentina podría haber optado por abstenerse, en todo caso, si no quería comprometerse con ninguna de las dos resoluciones. Pero en cambio, votó con los países europeos que reconocen al autoproclamado Guaidó como presidente sin un voto, modalidad que pone en riesgo a las democracias de America Latina. Votó junto al Reino Unido, cuando Venezuela ha sido aliada constante y ejemplar de la República Argentina en nuestra lucha por la soberanía en Malvinas. Votó junto al grupo de países latinoamericanos que han seguido a pie juntillas las instrucciones de los Estados Unidos de demoler a Venezuela. Argentina votó con Bolsonaro, con Piñera, con la golpista Añez, con Lenin Moreno y los habilitó como voceros de los Derechos Humanos.

Por lo expuesto, presento mi renuncia como embajadora plenipotenciaria en la Federación Rusa, declino el alto honor y los privilegios que deparan tan alto e importante cargo. No me voy del Frente de Todos y Todas, al que el Kirchnerismo aportó tanta energía, tantos esfuerzos y la mayoría de los votos. ¡Y construyó con tantos sueños! Recuerdo ahora vívidamente a las masas de jóvenes y viejos militantes felices y conscientes en la histórica Cumbre de Mar del Plata, donde celebramos el rechazo del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), el rotundo éxito protagonizado por los “tres mosqueteros”, como llamó Hugo Chávez a su alianza indestructible con Néstor Kirchner y Lula da Silva. No podría seguir instrucciones de Cancillería que no comparto y que considero reñidas con el interés de la Nación. Quiero actuar con responsabilidad y transparencia; que nadie se preocupe o perjudique por mis declaraciones, ni conocer preocupaciones en off por los medios de prensa comerciales. Mi posición y mi ideal de construcción de la Patria Grande es hoy, como fue durante los dos gobiernos Kirchner, y seguirá siendo, firme e inclaudicable. Siempre”.

Otra dura crítica fue la de Hebe de Bonafini: “Más que nada les quiero pedir perdón al pueblo de Venezuela, a Maduro y también a Néstor y a Chávez porque Chávez nos dio una mano cuando nadie nos daba. Nos dio dinero. Lo ayudó a Néstor. Y Néstor lo quería y lo respetaba mucho a Chávez y al pueblo de Venezuela”. “Estoy avergonzada de lo que hicieron ayer, avergonzada del canciller. Es un tipo que no sabe dónde está parado ni qué es lo que está representando. Me dio mucha vergüenza. No sé cómo pedirles perdón y disculpas. Ellos recibieron a tantos argentinos que se iban del país cuando la dictadura nos corrió. Y con qué amor”. “Conozco a ese pueblo, lo que sufrió ese pueblo y lo que le dio Chávez. Lo conozco a Maduro y conozco lo que está haciendo para sostener ese gobierno al que lo quieren sacar. Así que perdón Maduro, perdón pueblo venezolano, perdón por lo que hizo el canciller. Perdón en nombre de las Madres y en nombre de millones de argentinos que hoy estamos avergonzados de tener semejante canciller” (fuente: Infobae, 7/10/020).

El silencio de Cristina

Lo que más llama la atención desde que se desató este escándalo internacional es el silencio de la vicepresidente Cristina Kirchner. Según Carlos Tórtora la ex presidenta estaría de acuerdo con la decisión del presidente de acercarse a la república imperial. En el día de la fecha publicó el siguiente artículo en El Informador Público:

CFK apoyaría el giro pro EEUU de Alberto

En medio de un contexto adverso y con un variado repertorio de rumores sobre el rumbo del gobierno, Alberto Fernández dio un golpe de timón en política exterior. En Ginebra, en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, la Argentina dio su aprobación al informe sobre violaciones de derechos humanos en Venezuela, presentado por la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Michele Bachelet.

Fue un giro de 180 grados con respecto a la postura que sostuviera el embajador argentino ante la OEA Carlos Raimundi, que fue luego amonestado públicamente por el canciller Felipe Solá. El nuevo viraje oficial cosechó el repudio de varios partidos de izquierda y de algunos ultra kirchneristas como Alicia Castro, propuesta para embajadora en Rusia. Pero el cristinismo en pleno permaneció en silencio, señal de que su jefa al menos consintió la jugada del presidente. En el entorno presidencial se especula con que el inminente triunfo de Joe Biden en las elecciones presidenciales de EEUU traerá como consecuencia una flexibilización de la política del Departamento de Estado hacia el régimen de Nicolás Maduro y que esto podría darle juego al Grupo de Puebla, del cual Alberto es fundador. Biden sería partidario de la salida negociada con Maduro y no del derrocamiento de éste.

La estabilidad ante todo

Claro está que los intereses en juego son más complejos. En una reunión mantenida dos semanas atrás, el embajador de los EEUU en la Argentina, Edward Prado, y el canciller Felipe Solá habrían acordado el apoyo argentino al informe Bachelet. Pero también se habría hablado del apoyo de Washington a una rápida renegociación de la deuda argentina con el FMI, cuya misión desembarcó en Buenos Aires este martes. De este modo, Alberto optó por darle estabilidad internacional a su gobierno pagando el costo de perder algunos apoyos de la izquierda local y del disgusto de la cancillería venezolana.

Alberto ante la Asociación de Cámaras Americanas de Comercio de América Latina y el Caribe

El presidente de la nación expuso hace unas horas ante la poderosa e influyente AACCLA (Asociación de Cámaras Americanas de Comercio de América Latina y el Caribe). Dijo que “si algo no tenía la Argentina (cuando asumió Mauricio Macri) es un problema de endeudamiento, la deuda externa expresada en dólares representaba el 18% del PBI. Lo que ocurrió con el gobierno que me precedió es que no pudo resolver los problemas fiscales y trató de resolverlos endeudándose”. “En enero de 2018 el sistema financiero internacional le dijo basta y Argentina entró en default, pero el FMI vino a socorrerlo y le adjudicó 57 mil millones de dólares…que se fugaron de la Argentina”. También precisó que se trató de una “deuda cuantiosa que debíamos pagar en muy poco tiempo”. Respecto a la actual titular del FMI, Kristalina Georgieva, dijo: “Valoraré siempre la ayuda que nos dio”. “Con el FMI vine trabajando desde el primer día, aún antes de asumir me reuní con ella. Y siempre encontré una mirada realista de su parte y un gran apoyo paras que Argentina pueda encontrar una solución con los acreedores privados”. Sobre la presencia en buenos Aires de una misión del FMI manifestó que “mandó un grupo técnico para buscar un programa que nos permita resolver el problema de la deuda con el fondo. Estoy confiado en que podremos resolverlo y que Argentina pueda cumplir con sus obligaciones”. Explicó que al asumir “tenía un escenario muy complejo, con 36% de pobreza, uno de cada tres argentinos era pobre, y también había un grave problema de desempleo, que estaba en el orden de los 300 mil empleos registrados”. En ese escenario tan complejo “empezamos a trabajar con las ideas que siempre tuvimos, un Estado fuerte, reglas claras para que los privados cumplan, vendan, paguen impuestos, ganen dinero y el sistema funcione, pero después vimos lo que estaba pasando con la pandemia y seguimos la experiencia de Europa”. Privilegié la salud a la economía”, sentenció. “El gobierno anterior había cerrado el ministerio de Salud y se había desatendido de la situación sanitaria, a pesar de lo cual construimos más de 10 hospitales y 3ooo camas”. “Enfrentamos la pandemia con la tranquilidad de que nadie que se enfermara pudiera llegar a necesitar de atención médica y no la tuviera”. Sobre la actualidad aseguró que “tenemos algunos datos para ser optimitas, porque este mes el porcentaje de recaudación impositiva es mayor a la inflación. Por primera vez el consumo de energía es similar al consumo de energía pospandemia; no es un gran dato porque estamos recuperando niveles de productividad parecidos al que teníamos prepandemia, pero empezamos a dar vuelta la curva”. Por último, el primer mandatario se mostró favorable a que “en el tiempo que se viene, aprovechemos para hacer un capitalismo distinto al que conocimos, más parecido al original, donde alguien arriesgaba, daba trabajo, hacía crecer y compartía”. “Es la hora de construir un capitalismo solidario” y de “hacer crecer la economía con un criterio solidario, generando cohesión social” (fuente: Infobae, 8/10/020).

Cuando Alberto Fernández asumió el 10 de diciembre de 2019 la situación del país en todos los aspectos imaginables era extremadamente delicada. Los índices de pobreza, desempleo e inflación eran altísimos, la deuda tomada por Macri era gigantesca y la brecha entre ricos y pobres era muy profunda. La sociedad estaba profundamente dividida, carcomida por un odio de clase hábilmente inoculado por el sofisticado aparato de propaganda montado por el macrismo. Vastos sectores de la sociedad estaban hartos del gobierno, de la forma en que el presidente se dirigía a ellos, de su petulancia, de su cinismo. Por primera vez en la historia el FMI había desembolsado la friolera de 55 mil millones de dólares para evitar la caída del gobierno de Cambiemos y, de paso, financiar la reelección de Macri.

Ese 10 de diciembre el flamante presidente gozaba de una altísima imagen positiva. La ilusión que había despertado era gigantesca. “Es imposible que gobierne peor que Macri”, pensaron millones de argentinos. Sus principales preocupaciones eran fundamentalmente dos, íntimamente vinculadas: por un lado, arreglar la deuda con los acreedores privados; por el otro, arreglar la deuda con el FMI. Luego de arduos meses de negociaciones finalmente el gobierno, de la mano de su ministro de Economía Martín Guzmán, logró arribar a una solución que satisfizo tanto al gobierno como a los fondos buitre. Ahora le toca el turno al FMI. Tal como lo viene sosteniendo el presidente desde hace un tiempo la presencia en la jefatura del organismo de Kristalina Georgieva será un factor fundamental para tejer un acuerdo que sea satisfactorio para el gobierno. “Georgieva no es Lagarde” es la bandera que está enarbolando el oficialismo para fundamentar su optimismo. Ahora el FMI es diferente, es más “comprensivo” de los graves problemas que aquejan a la Argentina. Para fundamentar este optimismo en las últimas horas la propia Georgieva remarcó que el FMI no tenía intención de obligar al gobierno a aplicar ajustes que fuesen intolerables para la población.

Ahora bien, la pregunta que cabe formular es la siguiente: ¿el FMI ha cambiado realmente? En su edición del 8/10 Página/12 publicó un artículo de Natali Risso que se titula precisamente “¿El FMI cambió o es el mismo de siempre?”. Dice la autora:

“La inversión pública es esencial. La frase no es una cita textual de una entrevista al ministro de Economía Martín Guzman, ni tampoco un extracto de un informe de la Cepal. Forma parte del «monitor fiscal» de octubre, un reporte bianual que publica el Fondo Monetario Internacional (FMI) en el que evalúa la coyuntura mundial en el ámbito de las finanzas públicas y actualiza información sobre las implicaciones fiscales de la crisis. El tono del informe forma parte de la narrativa que está construyendo el organismo desde que asumió la dirección general la economista búlgara Kristalina Georgieva, con una mayor lectura de la coyuntura y una lógica más negociadora con los países deudores, aunque sus recomendaciones ortodoxas a otros países de la región siembran dudas sobre cuál es la dirección que terminará imponiendo (…).

En el documento, el FMI destacó el efecto positivo de la inversión pública en el crecimiento y el empleo en las economías avanzadas y de mercados emergentes. «Aumentar el gasto público podría ayudar a reactivar la actividad económica tras el derrumbamiento de la economía mundial más brusco y profundo de la historia contemporánea. También podría crear millones de puestos de trabajo directamente en el corto plazo y millones más de forma indirecta en el largo plazo», explica el documento (…).

Más allá de los informes y declaraciones en pos de mejorar su reputación, las contradicciones aparecen al indagar las actividades del organismo con otros países de la región. Este lunes, el Fondo publicó un reporte sobre la revisión de la economía brasilera, en la que elogió al gobierno del presidente Jair Bolsonaro por su respuesta a la crisis económica provocada por el coronavirus, elogiando el ajuste realizado por el gobierno brasilero sobre las pensiones como porcentaje del PBI y los proyectos de ley que envió al Congreso para controlar el gasto público.

En tanto, Ecuador acordó en agosto recibir un crédito de 6.500 millones de dólares a diez años a cambio de realizar ciertas reformas en materia financiera y tributaria. Uno de los puntos más controversiales está en la reforma tributaria, que deberá definirse en 2021, pero plantea, entro otros temas incrementar el IVA del 12 al 15 por ciento, eliminar la devolución del IVA a las personas de la tercera edad. “Estas políticas de austeridad matan a las economías”, manifestó el ex mandatario Rafael Correa en una entrevista en Bélgica: “No podemos continuar con estas políticas del FMI”.

El texto no dejar lugar a ningún tipo de duda. El FMI sigue siendo el mismo prestamista internacional de última instancia cuyo único objetivo es presionar a los gobiernos dominados por la desesperación para que paguen lo que le adeudan. Está en su esencia obligar al ajuste permanente. Me viene a la memoria la conocida fábula de la rana y el escorpión. En medio del río el escorpión, montado sobre la espalda de la rana, le inyecta su letal veneno sabiendo que con esa actitud ambos morirían ahogados. Una atónita rana le pregunta al escorpión porqué la había atacado si le había prometido no hacerlo y éste le respondió que lo que acababa de hacer estaba en su naturaleza. El escorpión no podía dejar de picarla porque ese acto formaba parte de su esencia. Pues bien, imponer planes de ajuste forma parte de la esencia del FMI. La imagen de una Georgieva negociadora, comprensiva de los problemas que aquejan a la Argentina, me hacen acordar a la promesa del escorpión a la rana. En consecuencia, lo más probable es que la misión del FMI no haga más que seguir la tradición fondomonetarista: obligar al gobierno de Alberto Fernández a ajustar y ajustar.

Alberto y su recuerdo de Néstor Kirchner

El presidente de la nación encabezó el día de la fecha la presentación del libro “Néstor, el hombre que cambió todo”, de Jorge Devoto. Dominado por la emoción afirmó que había tenido “el privilegio de estar a su lado cada día de su gobierno”. Luego manifestó: “Veo que nada fue en vano porque hay una juventud que fue convocada por él y creyó en la política por él. Vino a decir cambiemos la historia porque esa historia fue injusta”. “Era como encontrar mi reflejo devuelto en palabras de otra persona. Fue algo mágico conocer a Néstor. Desde ese día, cada vez que él venía a Buenos Aires, me llamaba para almorzar juntos. Nunca más nos separamos en ese trabajo”. “Hubo momentos en los que sentí que Néstor estaba llamado a hacer algo distinto”. “Fue el mejor presidente que tuvo la democracia” (fuente: Infobae, 8/10/020).

La feroz crisis de diciembre de 2001 que provocó la renuncia de De la Rúa hizo posible que un año y medio más tarde Néstor Kirchner asumiera como presidente el 25 de mayo de 2003. Luego de diez caóticos e infernales jornadas el 1 de enero de 2002 asumió Eduardo Duhalde con el objetivo de cumplir el período presidencial comenzado el 10 de diciembre de 1999. Cuando más o menos había logrado enderezar el buque los graves hechos acontecidos en la estación Avellaneda en junio de 2002 lo obligaron a adelantar el calendario electoral. A partir de entonces sólo tuvo en mente elegir al sucesor que gozara de la confianza del establishment, tanto nacional como internacional. El candidato natural era el entonces gobernador de Santa Fe, Carlos Alberto Reutemann. Pero por razones que jamás dio a conocer públicamente se negó a competir por la presidencia en 2003. Esa negativa no hizo más que despejarle el camino a Carlos Menem, quien se había quedado con la sangre en el ojo por su frustrada reelección en 1999. Pero tenía por delante un serio escollo: el propio Eduardo Duhalde, su enemigo íntimo. En efecto, el presidente interino estaba dispuesto a hacer todo lo que estuviera a su alcance con tal de impedir el retorno de Menem a la Rosada. Eximio ajedrecista de la política, planificó con cuidado su plan para hacer colapsar la pretensión de Menem.

¿Qué fue lo que hizo? Transformó la interna justicialista en la mismísima elección presidencial. Para ello fue fundamental la complicidad de la justicia electoral que permitió que tres lemas del peronismo participaran en la competencia como si fueran tres fuerzas independientes. De esa forma Duhalde obligó a Menem a competir con Adolfo Rodríguez Saá y con quien sería en 2003 el presidente de la nación: Néstor Kirchner. En ese entonces el gobernador de Santa Cruz era un personaje prácticamente desconocido para la opinión pública. Pero ante la negativa del Lole y la escasa imagen positiva del gobernador José Manuel de la Sota, Kirchner pasó a ser la última opción que le quedaba a Duhalde para vencer a Menem. La primera vuelta tuvo lugar el 27 de abril de 2003. Menem ganó pero el escaso 24% de votos que obtuvo lo obligó a competir en el ballottage con Néstor Kirchner, quien había salido segundo con el 22% de los votos. Consciente de que en la segunda vuelta sólo sería votado por ese 24% que había sacado en la primera vuelta, prefirió no presentarse. De esa forma, Néstor Kirchner se transformó en el sucesor de Eduardo Duhalde.

Néstor Kirchner fue presidente de casualidad. Pero eso muy poco le importó al patagónico, cuyas ambiciones eran ilimitadas. Consciente de que asumía con escaso apoyo puso todo su empeño en construir poder, en hacer de la institución presidencial lo que ordena la Constitución: un poder fundamental del Estado. Durante su presidencia fue una verdadera máquina de acumular poder, a tal punto que luego de su victoria en las elecciones de medio término de 2005 se transformó en el macho alfa de la política, en el caudillo al que nadie osaba objetar, especialmente en el interior del peronismo. Pues bien, Alberto Fernández, como jefe de Gabinete, fue testigo privilegiado de ese momento tan particular de la Argentina contemporánea. Hizo varios posgrados de lo que significa mandar, de lo que implica ser presidente de un país tan complejo como la Argentina. Aprendió que para ejercer el poder no hay que dudar, no hay que tener contemplaciones, hay que ser, a veces, hasta despiadado. Aprendió que la concepción de Carl Schmitt estaba plenamente vigente. ¿Fue Néstor Kichner, como acaba de afirmar Alberto Fernández, el mejor presidente de la recuperación de la democracia? En cuestión de gustos no hay nada escrito pero lo que sí no admite duda alguna es que durante su presidencia quedó bien en claro que él era el presidente.

Ernesto Sábato y el hombre-cosa (*)

Con posterioridad al descubrimiento de América el capitalismo y la ciencia comienzan a actuar juntos. El planeta entero será el escenario de ese accionar conjunto y, al cabo de cuatrocientos años, emergerá un gigantesco vórtice que sepultará a los seres humanos a la manera de un tsunami. Con el apoyo de la Reforma protestante, que no consideraba un pecado la adquisición de riquezas, la humanidad será la protagonista de un formidable proceso de desarrollo económico y tecnológico. “Al desarrollo del capitalismo correspondió un paralelo desarrollo de la industria. Y el avance del conocimiento científico fue la contraparte de este proceso, en un complejo movimiento recíproco: las necesidades técnicas forzaban los avances de la ciencia pura y éstos traían nuevas posibilidades a la técnica” (“Hombres y engranajes”, Emecé Editores, Bs. As., 1941, pág. 43). Apoyado en el poder que le daban el dinero y la razón, el hombre avanzó con la inestimable ayuda de la abstracción. Sólo quienes carecen de imaginación, sentencia don Ernesto, creen firmemente que el poder está indisolublemente unido a la materia y a la fuerza física. Están convenidos de que un martillo es más poderoso que un cálculo algebraico y que un lingote de oro tiene más valor que una letra de cambio. El progreso les demostró que el imperio del hombre comenzó a multiplicarse cuando decidió reemplazar el martillo por el cálculo algebraico, el lingote de oro por la letra de cambio, la fuerza física por el poder de la abstracción.

Cuando una ley científica se generaliza, cuando cada vez hay más casos empíricos que la corroboran, aumenta su dominio sobre la naturaleza. Pero a mayor generalización, mayor abstracción. ¿Por qué la teoría de Einstein es más poderosa que la de Newton? Porque es más general. Y es precisamente por ello que es más abstracta. Es más fácil para el pueblo comprender la teoría de Newton que la de Einstein ya que ésta. Por su mayor grado de abstracción, prácticamente se torna inaccesible para quienes sólo se manejan con intuiciones concretas. Lo mismo cabe acotar respecto a la economía. A medida que se desarrolla el sistema capitalista, sus instrumentos se hacen más potentes pero, al mismo tiempo, más abstractos. Quien especula en la bolsa detenta mucho más poder que el campesino que arada su tierra. La abstracción hizo posible el formidable auge científico y económico, legitimado por la ética calvinista. Don Ernesto vincula el capitalismo con la abstracción. Aquél no nace de la industria sino del comercio. No nace del rudimentario artesano, realista y estático, sino del mercader aventurero, imaginativo y dinámico. Mientras la industria produce cosas concretas-un martillo-el comercio las intercambia. El intercambio “tiene siempre en germen la abstracción, ya que es una especie de ejercicio metafórico que tiende a la identificación de entes distintos mediante el despojo de sus atributos concretos” (pág. 44). Quien cambia una vaca por un kilo de arroz efectúa un acto abstracto porque realiza, a través de ese intercambio, un proceso de igualación matemática entre la vaca y el kilo de arroz. Ambos objetos se intercambian precisamente a causa de sus diferencias. En definitiva, el cálculo matemático termina por imponerse sobre el martillo, lo concreto termina por ser dominado por lo abstracto. El poder capitalista no fue engendrado por las máquinas sino que fue el capitalismo financiero el que sometió a la industria a su poder.

Los fundadores de la ciencia centraron su atención sólo en el aspecto cuantificable del mundo material: la forma geométrica, el peso, la posición, la velocidad, etc. En consecuencia, concluyeron que ese mundo material estaba escrito en lenguaje matemático. Grueso error, enfatiza don Ernesto. Porque lo que estaba escrito en lenguaje matemático no era, precisamente, la naturaleza, sino su estructura matemática. “No era, pues, la infinitamente rica naturaleza la que expresaban esos cientistas con el lenguaje matemático, sino apenas su fantasma pitagórico. Lo que conocíamos así de la realidad era más o menos como lo que un habitante de París puede llegar a conocer de Buenos Aires examinando su guía, su cartografía y su guía telefónica, o, más exactamente, lo que un sordo de nacimiento puede intuir de una sonata examinando su apretura” (págs. 45/46). Finalmente todos creyeron que los matemáticos eran los poseedores de la clave para desentrañar la realidad. Pero el pensamiento científico “es deprimente”. La ciencia transforma las sensaciones en números. La realidad queda reducida a fórmulas algebraicas. Los valores son ignorados por la ciencia. ¿Cómo opera el científico? Con una intrincada mezcla de racionalidad (ideas puras) e irracionalidad (sentimientos y prejuicios). El científico “investiga acicateado por manías de grandeza, por preconceptos éticos o estéticos, por empecinamientos o por ese vanidoso amor a sí mismo que suele llamarse Amor a la Humanidad” (pág. 47). Sin embargo, esos factores irracionales nada tienen que ver con la ciencia pura, con la búsqueda del conocimiento científico. Giordano Bruno fue quemado en la hoguera por manifestarse a favor de la infinitud del universo. Fue ajusticiado por manifestar tales sentimientos, no por su condición de científico. “La muerte de Bruno pertenece a la historia de las Persecuciones y hasta la Historia de la Ciencia, jamás a la ciencia misma” (pág. 48).

El mundo de la naturaleza, de los hombres y sus ideales, se transformó paulatinamente en un mundo matemático, plagado de fórmulas geométricas, sinuosidades, logaritmos, triángulos y ondas de probabilidad. Lo natural y lo social quedaron reducidos exclusivamente a lo matemático. Cualquier hombre de ciencias que se precie de tal jamás osaría inmiscuirse en aquellas cuestiones alejadas del mundo matemático. Si lo hace abandona la ciencia para adentrarse e la magia o en la metafísica. La ciencia emerge como un conocimiento que es ajeno a todo aquello que es lo más valioso para el hombre: sus ideales, sus pasiones, sus angustias, sus emociones. El universo real no es más que materia y movimiento. “Y todo movimiento era el resultado de una configuración anterior de las Partículas universales, que, eterna y ciegamente, se mueven en un proceso sin fin. Era la causalidad sin ojos, el determinismo absoluto” (págs. 48/49). Esta concepción mecánico-matemática de la naturaleza condujo a su generalización. Leonardo Da Vinci pretendió sustituir los seres vivos por meros mecanismos. Y Renato Descartes procuró localizar el alma en alguna glándula. El determinismo mecánico se extendió hacia el alma del hombre aniquilando el libre albedrío. En consecuencia, la libertad y la voluntad pasaron a ser meras ilusiones a raíz de la ignorancia humana de las infinitas causas que rigen el dinamismo del universo.

(*) Publicado en el portal rosarino Ser y Sociedad el 27/6/011

Anthony Giddens y la muerte del socialismo (*)

Anthony Giddens es un eminente sociólogo inglés e ideólogo del ex premier ministro Tony Blair (1997-2007). A fines de la década del noventa escribió su obra más famosa: “La tercera vía. La renovación de la socialdemocracia” (editorial Taurus, Madrid).

¿Cuál es el futuro de la socialdemocracia? He aquí el interrogante fundamental que se formula Giddens. “La tercera vía” constituye su respuesta. Giddens está convencido de que la socialdemocracia no sólo está en condiciones de sobrevivir sino, fundamentalmente, de prosperar ideológica y prácticamente. Pero el logro de este objetivo se materializará únicamente si los defensores de esta ideología son capaces de revisar antiguas opiniones de manera mucho más minuciosa de lo que la mayoría lo ha venido realizando hasta el presente; en otras palabras, si son capaces de encontrar una tercera vía. Dicho término no constituye novedad alguna para la socialdemocracia. Su historia lo tiene registrado desde hace tiempo y son muchos los escritores de diversas tendencias que lo han manejado. Giddens lo emplea para referirse “a la renovación socialdemócrata la versión actual del replanteamiento periódico que los socialdemócratas han tenido que ir realizando durante el último siglo “(pág. 8). A comienzos de 1998 el por entonces primer ministro británico Tony Blair, luego de haber mantenido un encuentro con el mando estadounidense en Washington, reconoció que aspiraba a crear un nuevo consenso planetario en la centro-izquierda para el próximo siglo. Era necesario desarrollar un marco político para responder a los cambios radicales que se estaban operando en el mundo. Mientras la vieja izquierda no quería saber nada con el cambio, la nueva derecha no quería saber nada con dinamizarlo. Sólo la recreación de la socialdemocracia lograría impulsar ese cambio para garantizar a la humanidad la solidaridad social y el progreso.

Para Giddens el socialismo y el comunismo han muerto. Ello no significa enterrar aquellos valores e ideales que los impulsaron, sino, por el contrario, lograr que sean tenidos en consideración en aquellos ámbitos donde la economía socialista quedó deslegitimada. “La tercera vía” procura, entre otros objetivos, resucitar el idealismo político. El marco de referencia de Giddens es su Gran Bretaña natal. Tal como acontece en otros países, en Gran Bretaña la teoría corre por detrás de la práctica. Los gobiernos que dicen ser los genuinos representantes de la izquierda toman decisiones sin un sostén teórico sólido. “El esqueleto de su quehacer político necesita cubrirse con carne teórica-no sólo para respaldar lo que hacen, sino para dotar a la política de un mayor sentido de la dirección y el propósito” (pág. 12). El socialismo tuvo su origen durante el primer desarrollo de la sociedad industrial (mitad y fines del siglo XVIII). Primero se presentó como una corriente de pensamiento opuesta al individualismo y luego centró su atención en criticar con fiereza al capitalismo. Fue fundamentalmente una filosofía y una ética, y mucho antes que Marx comenzó a mostrarse como una doctrina económica. Sin embargo, fue Marx quien le brindó al socialismo una teoría económica profunda y consistente. Su postura fundamental fue finalmente aceptada por todos los socialistas. Si se lo deja funcionar sin limitaciones, sostiene el socialismo, el capitalismo es ineficiente económicamente, provoca divisiones en la sociedad y no es capaz de reproducirse a largo plazo. Marx estaba convencido de que el socialismo era valioso en la medida en que fuera capaz de crear una sociedad que garantizara a los hombres una mayor riqueza y un más eficiente sistema de distribución de la misma. Ahora bien, si el socialismo está muerto es porque, precisamente, fracasó en ambos intentos.

A partir de mediados de la década del setenta del siglo pasado la socialdemocracia se vio desafiada por la ideología del libre mercado. El ascenso al poder de Ronald Reagan en Estados Unidos y fundamentalmente de Margaret Thatcher en Gran Bretaña no hizo más que ponerlo en evidencia. Las ideas de Hayek adquirieron enorme relevancia con lo cual el ensalzamiento del mercado pasó a ser algo natural. Es interesante la manera como Giddens compara la socialdemocracia con el neoliberalismo. Giddens distingue dos vertientes del neoliberalismo. Por un lado, está el neoliberalismo neoconservador. El neoliberalismo pasó a ser el basamento ideológico de numerosos partidos conservadores en todo el mundo. Por el otro, el neoliberalismo libertario, cuyos partidarios proclaman, por ejemplo, la despenalización de las drogas y la más completa libertad sexual. El término “socialdemocracia” es para Giddens más amplio y ambiguo que el anterior. Engloba partidos y grupos de la izquierda reformista (incluye, obviamente, al partido laborista británico). En el período comprendido ente ambas guerras mundiales los socialdemócratas de muchos países diferentes estaban unidos por una perspectiva bastante similar. Había una ideología que los aglutinaba. Giddens la denomina “socialdemocracia a la antigua o socialdemocracia clásica”. A raíz del surgimiento del neoliberalismo los socialdemócratas se desviaron de esta ideología aglutinante. Tanto en la práctica como en los sistemas de bienestar que crearon, los regímenes socialdemócratas han cambiado sustancialmente. Giddens lo pone en evidencia con su clasificación de los estados de bienestar europeos: “el sistema del Reino Unido, que hace hincapié en los servicios sociales y en la salud, pero que tiende también a tener prestaciones según el nivel de ingresos; estados de bienestar escandinavos o nórdicos, que tienen una base tributaria muy alta, universalista en orientación, que proporciona prestaciones generosas y servicios estatales consolidados, incluida la asistencia sanitaria; sistemas centroeuropeos que tienen un compromiso relativamente bajo con los servicios sociales, pero importantes prestaciones en otros aspectos, financiadas principalmente por el empleo y basadas en contribuciones a la seguridad social; sistemas meridionales, similares en forma a los centroeuropeos, pero menos completos y financiando menores niveles de protección” (pág. 17).

(*) Publicado en el portal rosarino Ser y Sociedad el 26/6/011

La columna dominical de Mónica Peralta Ramos

En su edición del 11/10 “El cohete a la luna” publicó un artículo de la doctora Mónica Peralta Ramos titulado “Relato al revés”. De su lectura extraje los siguientes párrafos para volcar en esta “Picada de noticias”:

1) El descubrimiento de la lógica, es decir de las formas o estructuras del pensamiento humano, surgió en tiempos remotos y en forma independiente tanto en Grecia como en China y en la India. En plena Antigüedad, el análisis de la coherencia en la sucesión de las ideas y en la explicación de los fenómenos constituyó un estallido de luz que habría de potenciar la capacidad de adaptación humana a un mundo hostil. Desde ese entonces, y a pesar de las diferentes creencias y valores de las culturas que se sucedieron a lo largo del tiempo, la luminosidad del pensamiento crítico abonó los grandes descubrimientos de la humanidad. Su vigencia es hoy amenazada por la oscuridad de un discurso público que busca anular la capacidad reflexiva, naturalizando la impunidad del poder. No por casualidad, hoy estamos más cerca que nunca de destruir totalmente la vida en el planeta.

2) En los tiempos que corren buena parte del discurso de las elites políticas se basa en un principio: lo que no forma parte de la lengua no puede ser pensado. Se busca así invisibilizar las causas que explican la conflictividad de nuestra realidad inmediata. Al mismo tiempo, la información falsa suple aquello que se invisibiliza. Esto no ocurre al azar ni es inocente. La ausencia de información y las noticias falsas llevan a la confusión, al miedo, a la disonancia cognitiva y a la anomia. Así, para controlar el disenso de las mayorías, se fomenta la apatía y el comportamiento de rebaño. Hoy vivimos en un mundo donde los hechos reales y su explicación importan cada vez menos. Un mundo donde, al detonar intencionalmente emociones primarias, los relatos dividen y manipulan a la opinión pública, trascienden las fronteras y se expanden impulsados por las redes sociales y por un poder mediático cada vez más concentrado. En este mundo intensamente integrado y atravesado por una pandemia y una crisis sistémica, las turbulencias se multiplican a nivel geopolítico. Sin embargo, tanto su existencia como sus causas desaparecen del radar de los ciudadanos de a pie (…).

3) El debate (entre Trump y biden) puso en evidencia la manipulación, el uso de información falsa y la naturalización de una posible ruptura institucional si los resultados no son los que cada candidato espera. En paralelo, el Presidente Trump hizo a lo largo de la semana una demostración muy efectiva del poco apego que tiene por las normas, a no ser las que él mismo inventa. Su transgresión de las reglas sanitarias, y sus idas y venidas en torno a políticas que atañen a la salud y el bienestar económico de la población exponen la irracionalidad y el autoritarismo que impregna las esferas más altas del gobierno norteamericano. Estas efervescencias mediáticas ahogaron, sin embargo, el rugido que anuncia una posible erupción volcánica en el mundo de las relaciones internacionales (…).

(4) El peligro inminente de una nueva guerra mundial o de operaciones militares norteamericanas en América Latina no apareció en el debate presidencial, a pesar de que en los últimos meses el gobierno norteamericano ha aumentado la tensión política de algunos conflictos mundiales con el objetivo de capitalizarlos en las próximas elecciones. Recientemente el Secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo realizó giras por diferentes países, buscando fortalecer las alianzas para “contener la influencia de China” y promover el “cambio de régimen” (regime change) en una Venezuela asediada desde hace años por un bloqueo económico norteamericano que ha destrozado su economía (oilprice.com 3 10 2020 (…) En su gira reciente por América Latina, Pompeo advirtió desde el Brasil que “un día de estos volveremos a tener a Venezuela”. Poco después dirigentes políticos y legisladores del Congreso brasileño protestaron ante el Presidente Bolsonaro por considerar que la visita de Pompeo constituía un “desafío a las tradiciones de autonomía y orgullo de la política exterior y de defensa nacional” del Brasil (foreignpolicy.com 1 10 2020). Esta apelación a una lógica que encuadre a las relaciones internacionales desde la perspectiva de los intereses soberanos estuvo ausente del voto argentino dado esta semana a favor de la resolución L. 43 de Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en Venezuela. Habiendo podido votar otra resolución existente u abstenerse, la Cancillería prefirió adherir a esta propuesta. Este voto contradice a la doctrina Drago que rige desde tiempo atrás a la política exterior argentina y también contradice los postulados de política exterior consagrados por el voto popular al elegir a este gobierno. En este contexto, oscuro, turbulento e irracional, resuena la sabiduría de un genio milenario: «Las tácticas sin estrategia constituyen el ruido de la derrota” (Sun Tzu, 496 a.c.) (…).

5) Continúa sin pausa la avanzada desestabilizadora sobre el gobierno. La presidenta del PRO anuncio una movilización para mañana, lunes 12 de octubre, porque “el país está en la debacle total” y hay que protestar “contra “la agenda clandestina” de CFK. Se acusa a la Vicepresidenta de “querer llevarse puesta a la Corte Suprema» (lpo.com 6 10 2020). Luego de que un escrache del PRO a uno de sus titulares llevara al conjunto a rechazar el traslado de los jueces macristas decretado oportunamente por el Senado, la Corte medita ahora cómo resolverá el caso. Si se opone a la decisión del Senado creará un escenario de ruptura institucional y de posible quiebre del mandato constitucional. Así, mientras el macrismo proclama la defensa de la República y la independencia de la Corte, no hace otra cosa que desestabilizar el orden constitucional para garantizar la impunidad del espionaje ilegal y los negociados económicos del gobierno de Macri (…).

6) La situación cambiaria anuncia una creciente dolarización de los precios. Los aumentos concedidos por el gobierno esta semana son muy inferiores a los demandados por las grandes empresas, sin embargo implican un nuevo deterioro del nivel de salarios y subsidios que reciben los sectores más vulnerables. En este contexto llegó la misión del FMI. La misma dejó la impresión de que el “nuevo” FMI está muy preocupado por la falta de reservas para pagar a los acreedores externos, no habla de reforma laboral sino de “trabajar para encontrar un mecanismo más flexible… y poder generar trabajo registrado”, y considera prioritario promover la inversión productiva y las exportaciones del país (bae.com 8 10 2020). El gobierno tendrá que negociar muy duro para evitar más ajuste social e impulsar la sustitución de importaciones y el crecimiento del mercado interno.

Share