Por Hernán Andrés Kruse.-

La libertad de prensa

El gobierno nacional, a través de la Defensoría del Público, acaba de lanzar un Observatorio de la desinformación y la violencia simbólica (NODIO) cuyo objetivo será trabajar “en la detección, verificación, identificación y desarticulación de las estrategias argumentativas de noticias maliciosas y la identificación de sus operaciones de difusión”. La titular de la Defensoría, Miriam Lewin, afirmó que este Observatorio es la forma que encontró el gobierno para hacer frente al sinnúmero de noticias falsas, muchas de ellas cargadas de violencia, que circulan por las redes sociales y los medios de comunicación. Lo que se intenta, afirmó Lewin, es proteger a la ciudadanía de las noticias malintencionadas, maliciosas, falaces.

La Defensoría del Pueblo declara que “asume el compromiso democrático de contribuir a la “búsqueda de un periodismo de alta calidad”, al “fortalecimiento de las audiencias críticas” y al “fomento del debate sobre los aspectos éticos del ejercicio de la libertad de expresión en Internet”, entre otras cosas. “Con ese fin nace NODIO”. “Internet potenció la libertad de expresión ciudadana” pero dicha potenciación “contribuyó a la propagación y viralización de desinformación o información maliciosa, fomentada por las lógicas de un funcionamiento de las redes digitales, lo que representa un problema para el desarrollo de la vida democrática”. Para Glenn Postolski, director General de Planificación Estratégica e Investigación de la Defensoría del Público”, expresó: “Lo importante es que desde el observatorio produzcamos un conocimiento útil para construir un debate democrático plural y más robusto”. Para Miriam Lewin “en un tiempo de aislamiento, en el que medios y redes son nuestra ventana al mundo, la difusión de mensajes favorables a la dictadura militar, misóginos, sexistas, racistas, xenófobos, homofóbicos intoxican el debate democrático y refuerzan opiniones que promueven la polarización, cancelan la diversidad y pueden conducir, incluso, a la violencia física”. Por su parte María Seoane propuso “una ley de alfabetización comunicacional” porque “los ciudadanos deben ser alfabetizados en el uso y en la estructura de la comunicación…El derecho humano a la comunicación está en riesgo”. Y el intelectual Jorge alemán consideró que “el neoliberalismo se caracteriza por disolver los límites. Y lo ilimitado y lo democrático son incompatibles” (fuente: Infobae, 12/10/020).

La Defensoría del Pueblo expresa que el objetivo del NODIO es asumir el compromiso democrático de contribuir a la búsqueda de un periodismo de alta calidad, al fortalecimiento de las audiencias críticas y al fomento del debate sobre los aspectos éticos del ejercicio de la libertad de expresión en Internet. Nadie discute que en la actualidad el periodismo es una profesión ferozmente bastardeada por espurios intereses económicos y políticos. Los periodistas independientes y honestos brillan por su ausencia. La torta publicitaria es un cruel disciplinador del periodismo, obliga a los periodistas a traicionar sus opiniones para no quedarse sin trabajo. Para colmo, las redes sociales no son más que cloacas donde miles de usuarios vuelcan por escrito todas sus miserias morales. El diagnóstico de la Defensoría del Pueblo es inobjetable.

El problema es encontrar la mejor solución para un problema de extrema gravedad institucional ya que lo que está en juego es nada más y nada menos que la columna vertebral de la democracia liberal: la libertad de expresión. El gobierno parte del supuesto de que a la población hay que educarla, inculcarle el hábito de pensar libre y críticamente, para evitar que quede a merced de las noticias falsas. Ello explica su decisión de trabajar en la detección, verificación, identificación y desarticulación de las estrategias argumentativas de noticias maliciosas y la identificación de sus operaciones de difusión. Este accionar, llevado hasta las últimas consecuencias, puede terminar dañando aquel principio liminar de la democracia liberal. ¿En base a qué criterio el NODIO determinará qué noticia es maliciosa y qué noticia no lo es? Por ejemplo, si en las redes sociales alguien tuitea “Cristina Kirchner debe ser encarcelada inmediatamente porque es una ladrona” ¿para el NODIO se trataría de una noticia maliciosa? Seguramente que sí. Como esta noticia atenta contra los valores democráticos hay que censurarla para resguardar los supremos valores de la convivencia democrática. Ahora bien, si en las redes sociales alguien tuitea “Mauricio Macri debe ser encarcelado inmediatamente porque es un ladrón” ¿para el NODIO también sería una noticia maliciosa? Es muy probable que no la considere como tal. ¿Por qué? Porque en este caso el damnificado es Mauricio Macri. Este ejemplo imaginario pone de manifiesto el relevante rol que juega la ideología como factor determinante a la hora de juzgar si una noticia es o no maliciosa.

Si realmente vivimos en una democracia liberal lo lógico sería que no existiera un organismo como el NODIO ya que en dicho régimen el único legitimado para determinar si una noticia es maliciosa o no es el pueblo soberano. Somos nosotros quienes decidimos si tal o cual periodista es idóneo o no. Si lo consideramos idóneo lo escuchamos y leemos; en caso contrario, ni lo escuchamos ni lo leemos. Resulta por demás evidente que detrás de esta decisión de imponer el NODIO se esconde una concepción filosófica y política que descree de la capacidad de discernimiento del ser humano, que reduce a la sociedad a la categoría de rebaño, manada, hormiguero. Además, el NODIO es inconstitucional ya que nuestra carta magna prohíbe la censura previa. Ojala que el presidente, que es un profesor de derecho, recapacite y ordene la disolución del NODIO. Salvo que pretenda emular a aquel Perón de la década del cincuenta del siglo pasado que ordenó la confiscación del diario La Prensa.

Alberto puso a Macri en el centro del ring

El gobierno de Alberto Fernández marcha a los tumbos. La cuarentena, lamentablemente, no dio los frutos esperados. En cuestión de horas superaremos el millón de infectados-hay quienes sostienen, como el ex ministro Adolfo Rubinstein, que son 8 millones los infectados -y los 25 mil fallecidos. En materia económica todo es incertidumbre y desasosiego. El dólar está imparable y las reservas del BCRA son ínfimas. El nivel de pobreza está alcanzando niveles parecidos a los de 2002 y muchos jóvenes desean emigrar. Ante semejante panorama el presidente necesitaba como un bidón de agua en el desierto que apareciera la figura del ex presidente Macri para polemizar con él, para así poder demostrarle al pueblo que, a pesar de todo, su gobierno es mejor que el de su antecesor.

Mauricio Macri acaba de dejar bien en claro que es funcional a los intereses electorales del FdT. El lunes pasado, en el programa que conduce Joaquín Morales Solá, el ex presidente hizo catarsis. Consideró que las manifestaciones opositoras se basan en dos cuestiones fundamentales: decirle NO al atropello a las instituciones de la república y clamar por el restablecimiento de la normalidad en el país. Consideró que “el peronismo está secuestrado por Cristina Kirchner hace más de diez años y eso hace que esté cooptado por la irracionalidad”. “Si el peronismo no resuelve el tema de la irracionalidad, es difícil sentarse en una mesa y acordar”. En otro de los pasajes de la entrevista afirmó que “nunca existió una orden de hacer ningún tipo de espionaje”. No asumiendo responsabilidad alguna por el fracaso estrepitoso de su gobierno, hizo caer tal responsabilidad sobre las espaldas del ala política de su gobierno: “nunca debí haber delegado la negociación política y yo la delegué en mi ala política, con filos peronistas (léase Rogelio Frigerio y Emilio Monzó)”. Afirmó que “el 11 de agosto terminó mi gobierno económico. Ahí estábamos en el mismo nivel de pobreza que habíamos heredado. La sucesión de conflictos nos llevó al mismo lugar, para mí fue una enorme frustración. El 12 de agosto tuvimos corrida en los depósitos bancarios”.

Afirmó también lo siguiente: “Uno puede cometer errores como lo hizo mi gobierno en materia económica, pero siempre alentamos el respeto por nuestras instituciones, la transparencia. Sin un Presidente que defienda la constitución no hay futuro. El resto se puede ir corrigiendo. Mi primera tarea como Presidente de la Nación fue defender la Constitución. Es lo que se hace para contener los atropellos en el poder y lo que la gente reclamó hoy”. “Esta cuarentena tiene que parar, confiar en nuestros médicos, en nuestra sociedad porque el argentino es responsable”. “Hay un avance sistemático sobre la justicia. La vicepresidenta, que está conduciendo el poder como todos pensábamos, tiene una agenda propia y necesita someter a la Justicia. Por eso, estamos con la gente en la calle apoyando a la independencia de los jueces. La gente está muy angustiada, por su trabajo, por el futuro, los jóvenes se quieren ir del país, y eso es muy triste”. “No extraño el poder. La libertad me permitió recuperar el tiempo para la reflexión, la familia. No me veo candidato para las elecciones legislativas. Hoy me veo con vocación de acompañar a los perfiles de liderazgo de nuestro espacio”. “todos entramos en una actitud defensiva. Tuvimos que vetar varias leyes porque eran contraproducentes para el país, hostilidad creciente, sequía, problemas de financiación por el conflicto entre Trump y China. El modo defensivo me llevó a perder la capacidad de escuchar, a dejar de visitar a la gente a su casa, en su trabajo, y eso nos fue como apabullando y dejé de explicar por qué estaba pasando cada cosa que estaba pasando. Esa combinación hizo que una parte importante de la sociedad dijera “esto no va” (fuente: Página/12, 13/10/020).

Escuchar a Macri decir que fue un presidente que respetó la Constitución resulta, a esta altura de los acontecimientos, tragicómico. Apenas asumió hizo ingresar a la Corte por la ventana a los doctores Rosenkrantz y Rosatti en una clara violación de las normas institucionales que dice tanto defender. Todo su gobierno fue, en verdad, una flagrante violación de la constitución. No hay que olvidar que en el Preámbulo se lee “asegurar el bienestar general” como valor político esencial del régimen democrático-liberal. La política económica que puso en práctica dinamitó ese sagrado principio. Su desenfrenada política de endeudamiento atentó, como bien acaba de señalar el futbolista Diego Maradona, contra el futuro de las próximas dos generaciones de argentinos. Lo cierto es que Macri y el mejor equipo de los últimos cincuenta años destruyeron el bolsillo de la clase trabajadora, la inflación se descontroló, la devaluación del peso fue incesante y el nivel de pobreza se incrementó de manera dramática. Escucharlo decir, a su vez, que jamás ordenó ningún tipo de espionaje ilegal y que no extraña el poder implica, lisa y llanamente, una subestimación de nuestro coeficiente intelectual. Ahí están los innumerables artículos de Raúl Kollmann e Irina Hauser para demostrar que si en algo demostró capacidad el ex presidente fue para el montaje de una vasta red de espionaje ilegal. Por otra parte, la historia ha demostrado hasta el cansancio que ningún político extraña el poder. Menos quien fue presidente. Quizá Arturo Illia no lo haya extrañado pero sería la excepción que confirma la regla. Lo cierto es que el ex presidente extraña tanto el poder que quiere retornar en 2023, al igual que Cristina en 2019. De ahí su apoyo a las manifestaciones callejeras del núcleo duro de JpC, su sólida base de apoyo electoral.

Respuesta de Alberto Fernández

El contra ataque del presidente no se hizo esperar. Aprovechando un acto en Avellaneda afirmó que “en los últimos cuatro años la mentira fue una constante” y que su gobierno buscó “dar seriedad”, comenzando por “asumir compromisos” a partir de “la palabra que uno empeña”. “La palabra ha sido algo que se desvalorizó mucho en la política argentina porque en los últimos cuatro años la mentira fue una constante: hubo presupuestos que se presentaron y se alteraron totalmente siete días después y planes cambiarios que estaban estallados a los cinco días”. “Esos cuatro años son inexplicables y son la metáfora del olvido: hablan de un tiempo en el que el gobierno se olvidó de la gente, y eso es imperdonable”. “Creía que después de la dictadura militar, que dejó YPF en una crisis enorme, era imposible dejar a esa empresa en la crisis en la que la dejaron, pero pudieron hacerlo”. El presidente no sólo apuntó contra su antecesor. La ex gobernadora de la provincia de Buenos Aires también fue víctima de sus daros verbales: “Inauguré hospitales en La Matanza que estaban terminados en 2015 y alguien decidió no hacer más hospitales, y estaban listos para funcionar, pero quedaron cerrados, sin uso”. Luego agregó: “Tenía razón Cristina cuando asumimos y me dijo: Presidente, escuche a la gente. No escuche lo que escriban ni preste atención a lo que digan los poderosos. Préstele atención a la gente” (fuente: Infobae, 14/10/020).

Durante su presidencia Mauricio Macri se valió de la figura de Cristina para confrontar. Consciente de la altísima imagen negativa de su antecesora la subió al centro del ring para obligarla a devolver golpe por golpe. Lo que buscaba era obligar al electorado a tener que optar, en las urnas, entre él y Cristina. Pues bien, lo mismo está haciendo Alberto Fernández respecto a su antecesor. Cree que teniendo a Macri de adversario las chances electorales del FdT se acrecentarán notoriamente el año próximo. Creo que el presidente también debería tener en consideración cómo terminó la estrategia de Macri: Cristina, en una habilísima jugada, retornó al poder, empujada obviamente por la pésima gestión del gobierno en materia económica. Se ha dicho en innumerables oportunidades que la historia no se repite pero lo más aconsejable para Alberto Fernández sería que no subestimara la capacidad política de Macri. Por más alta que sea hoy su imagen negativa a la larga lo que terminará definiendo la continuidad o no del FdT en el poder será su performance económica. Y hasta ahora, la verdad, deja muchísimo que desear.

El presidente, ante los empresarios de IDEA

Desoyendo el consejo de Cristina, esta mañana el presidente escuchó atentamente la voz del establishment empresarial nucleado en IDEA. Dijo: “Tenemos problemas y hoy mismo enfrentamos un problema por la falta de divisas que heredamos, por una desconfianza que se crea porque se repiten cosas que no son ciertas, desde los que plantean que se viene una devaluación o que podemos quedarnos con los depósitos de la gente; jamás haría semejante cosa”. Y agregó: “El mayor flagelo es la intolerancia, la descalificación del otro por no ser como yo, por no pensar como yo. Eso nos ha llevado a una Argentina dividida que no tira para el mismo lado. Esa Argentinas divida solo trae problemas. No hablo solo de la política. Lo que hemos visto estos días de marchas y marchas donde se plantean hasta protestas en domicilios particulares de jueces o de la vicepresidenta, o acá en la puerta de Olivos, con reclamos de la más variada especie, están repletos de agresión, de insultos y de maltratos. Ese país no funciona más”. “Nosotros vinimos con toda nuestra fuerza y ganas de terminar con la pobreza y poner en marcha la maquinaria de la producción y el trabajo, pero a los tres meses apareció el primer caso de coronavirus y todo nuestro objetivo cambió porque tuvimos otras urgencias”. “Cuando nosotros planteamos cosas vinculadas a la Justicia no hacemos eso para buscar impunidad de nadie ni para beneficiarnos, lo proponemos para que la Argentina pueda recuperar una Justicia que se ha perdido”. “Me pregunto, ¿qué pensarían ustedes si las vacantes que existen hoy en el Poder Judicial yo las cubro con jueces amigos míos, cambiándolos de tribunal? ¿Creen que esa es una mejor Justicia? Eso es lo que nos pasó, lo que se hizo con el silencio cómplice de muchos”. “Que no los confundan, somos un país con enormes oportunidades, con un pueblo maravilloso que se ha sobrepuesto una y otra vez a las caídas. Vamos a levantarnos otra vez, respetando la solidaridad y los derechos de los que menos tienen, y ayudando a los que invierten y producen. En la Argentina que yo sueño no sobran argentinos, todos hacen falta. Yo cuento con ustedes” (fuente: Infobae, 14/10/020).

El presidente aseguró que no habrá devaluación del peso y que los depósitos de los ahorristas están a salvo. Respecto a la devaluación sólo cabe manifestar que el peso no ha parado de devaluarse desde que Alberto Fernández asumió el 10 de diciembre de 2019. El 31 de diciembre el dólar blue costaba 78,5 pesos. Hoy, su valor es de 167 pesos. Se trata de una devaluación monstruosa, gigantesca. Todos los argentinos son conscientes de ello. ¿Por qué, entonces, Alberto Fernández aseguró que no avalará una devaluación del peso si eso es, precisamente, lo que viene sucediendo desde que asumió las funciones del Poder Ejecutivo? Respecto a los depósitos de los ahorristas en los bancos aún está fresco el corralito impuesto por Domingo Cavallo el 30 de noviembre de 2001. Si los ahorros de la gente están seguros entonces no hay necesidad de que el presidente asegure lo obvio. A Angela Merkl, por ejemplo, jamás se le ocurriría decirles a los alemanes que su dinero en los bancos está asegurado. Es algo que ese pueblo da por descontado. No sucede lo mismo en Argentina. Si sucedió en 2001 ¿por qué no podría suceder otra vez en 2020? Al asegurar que los depósitos de los ahorristas están a salvo lo único que consiguió el presidente fue incrementar la angustia e incertidumbre.

Nadie puede estar en desacuerdo con el deseo presidencial de unir a los argentinos. Lamentablemente, en las últimas horas uno de los funcionarios más cercanos a Alberto Fernández dijo que quienes manifestaron el lunes no son pueblo. ¿Qué quiso decir Santiago Cafiero? ¿Qué sólo quienes comulgan con el oficialismo son pueblo? Esa afirmación no hizo más que tirar por la borda la promesa presidencial de terminar con la Argentina del odio el día de su asunción. El gobierno presenta muchas caras. A veces presenta una cara tolerante, democrática, y otras veces una cara autoritaria y antidemocrática. ¿Cuál de las dos es la verdadera?

El durísimo diagnóstico de Kristalina Georgieva

Hace unas horas la jefa del FMI, Kristalina Georgieva, no anduvo con vueltas y afirmó que “Argentina enfrenta muy dramáticos desafíos sin soluciones fáciles, una profunda recesión, las condiciones sociales están empeorando, los desequilibrios económicos están creciendo y también el divorcio entre el tipo de cambio oficial y el paralelo se está expandiendo”. “Luego de que la misión regresara, la prioridad más importante es poner en marcha una agenda económica creíble que equilibre el apoyo a la gente en el país y que garantice estabilidad macroeconómica”. “La tarea más importante del país es que brinde una hoja de ruta para saber cuál es la dirección que está adoptando y cómo sabemos que está alcanzando el destino que se busca. Estamos con la Argentina, la misión volverá en noviembre, queremos ser socios de la argentina, contamos con la determinación política del país para salir del ciclo histórico de burbujas y caídas” (fuente: Infobae, 14/10/020).

La “amistad” de Georgieva con Martín Guzmán no le impidió expresar con extrema crudeza la realidad económica de la Argentina. Nada de lo expresado por la directora del FMI es desconocido por el pueblo argentino. Se trata de una nueva demostración de poder del más importante prestamista internacional de última instancia. Sin manifestarlo expresamente Georgieva acaba de exigirle al gobierno de Alberto Fernández que implemente cuanto antes un programa económico creíble, sustentable. En buen romance: acaba de ordenarle que ponga en práctica un severo programa de ajuste ortodoxo. El FMI, qué duda cabe, sigue siendo el mismo de siempre.

Nuestra dramática y fascinante historia. Lo que nos pasó a partir del 25 de mayo de 1810

Del 22 al 25 de mayo

La sociedad de Buenos Aires lejos estaba de ser homogénea. Había diversos grupos que, pese a estar unidos por su afán de independencia, perseguían objetivo diferentes. Un grupo bien diferenciado eran los hacendados y los militares, que presionaban para forzar al gobierno a adoptar una política económica determinada. Otros, como Elío y sus seguidores, pretendían imponer específicas políticas de oposición y forzar dentro del gobierno cambios en su personal que las garantizaran. Álzaga y los suyos también pretendían cambios de personas en el gobierno pero además, querían que existiera un gobierno formalmente independiente bajo el dominio de los españoles europeos. Por último, estaban quienes proponían una suerte de reformismo social promocionando la participación criolla en la estructura del Virreinato. Salvo el grupo de los hacendados y los militares, que conformaban un genuino grupo de presión, el resto quería participar activamente en el proceso de toma de decisiones del flamante gobierno revolucionario.

Lo acaecido el 22 de mayo demostró la “convivencia” de fuerzas políticas muy diferentes. La deposición de Cisneros fue apoyada tanto por Saavedra como por Moreno, tanto por el general Ruiz Huidobro como por Castelli. Como se expresa en la actualidad de manera coloquial, “no los unía el amor sino el espanto”. Tres días más tarde, la coalición desconoció la decisión del oficialismo de nombrar el 24 a Cisneros presidente de la Junta, e hizo saber de inmediato al Cabildo que exigía la inmediata constitución de una Junta integrada por Saavedra (presidente), Paz y Moreno (secretarios), Alberti, Azcuénaga, Belgrano, Castelli, Larrea y Matheu (vocales). Se trató del primer gobierno de coalición de nuestra historia. El grupo de la independencia (Saavedra, Paso, Belgrano, Castelli y Azcuénaga) y el partido republicano (Moreno, Larrea y Matheu) limaron momentáneamente sus diferencias en aras del supremo bien de entonces: deponer a Cisneros e instalar un gobierno criollo.

La quiebra del sistema político español permitió a la constelación de poderes (el político, el económico, el militar y el moral) liberarse de las cadenas que la tenían subyugada. De esos poderes el ideológico y el militar fueron vitales. Cuando se unieron-el primero como factor determinante y el segundo como factor legitimador-la caída de Cisneros fue inevitable. El proceso revolucionario había encontrado el actor ideal para ejecutarlo y una ideología que lo justificaba. El poder militar había dejado de ser un grupo de presión para pasara ser un poderoso factor de poder, capaz de tornear el curso de los acontecimientos. La unión del poder militar y el poder ideológico hizo que el resto de los poderes se unieran. En otros términos: la iglesia y los grupos económicos concentrados concluyeron que no había otro camino que el apoyo a un proceso revolucionario que contaba con el apoyo de los militares y la justificación de la ideología liberal. Los hechos que tuvieron lugar entre el 18 y el 24 de mayo, los lugares en los que tuvieron lugar y la identidad de sus protagonistas, corrobora la alianza militar-ideológica (1).

(1) “Esta amalgama de ambos poderes-el ideológico y el militar-se refleja desde los lugares de reunión-casa de Rodríguez Peña y Martín Rodríguez, por ejemplo-y sus asistentes militares y civiles, hasta la representación conjunta en todas las cuestiones trascendentes: Castelli y Martín Rodríguez el 18 de mayo; Saavedra y Belgrano el 23; Castelli y Saavedra en la Junta del 24”: Floria y García Belsunce, p. 299.

El Cabildo del 22 de mayo

El derrumbe del sistema político español había afectado severamente la autoridad de Cisneros. Éste se demostraba incapaz de garantizar la obediencia espontánea de los gobernados, lo que derivaba en una severa crisis de legitimidad. Se había roto el acuerdo básico que debe existir entre gobernantes y gobernados sobre las reglas de juego que debían regular la sucesión del monarca. Si bien aún el principio fundamental de legitimidad vigente hasta entonces-la confianza en la monarquía como sistema de gobierno- aún no era cuestionado por el pueblo, un alto porcentaje de personas quería tener participación en el proceso de elección del virrey y también expresar su disconformidad con un régimen político que implicara la continuidad del anterior. La idea de un cambio político profundo rondaba en muchísimas cabezas. En ese clima efervescente funcionó el Cabildo el 22 de mayo de 1810. Quien primero hizo uso de la palabra fue el Obispo Lué. Au mensaje fue claro y contundente: si quedaba tan sólo un vocal de la Junta Central y arribase al Río de la Plata debía ser considerado la única autoridad legítima. Su marcado conservadorismo fue rechazado por un buen número de miembros. Fue entonces cuando hizo uso de la palabra el joven abogado Juan José Castelli. Consideró que el gobierno soberano de España había caducado a partir del momento de la salida de Madrid del infante Antonio y de la disolución de la Junta Grande, cuyos poderes eran personales e indelegables. En consecuencia, remató, el Consejo de Regencia había pasado a ser un órgano ilegítimo lo que implicaba automáticamente la reversión de la soberanía al pueblo de Buenos Aires. En buen romance lo que Castelli dijo fue que a partir de lo que estaba aconteciendo en España el pueblo de Buenos Aires tenía todo el derecho del mundo a gobernarse por sí mismo.

Quien le salió al cruce fue el fiscal Villota. Expresó que sólo la Junta Central (que poseía votos de las provincias) estaba facultada para elegir la Regencia y que el pueblo de Buenos Aires no tenía la autoridad para tomar una decisión tan trascendente-la elección de un gobierno soberano-por sí mismo. Villota acusó, pues, a Castelli y sus seguidores de encabezar un movimiento revolucionario exclusivamente “porteño”. El argumento hizo trastabillar a Castelli pero fue socorrido por Juan José Paso. Lo primero que hizo fue reconocer la veracidad de la afirmación de Villota respecto a la nula representatividad del proceso revolucionario pero consideró que, a raíz de la compleja situación reinante no había tiempo para hacer participar del acontecimiento a los restantes pueblos. Cualquier retardo, enfatizó, podía llegar a hacer naufragar la revolución. La necesidad y la urgencia, por ende, apremiaban. Era imperiosa la constitución de un nuevo gobierno a nombre del rey, sentenció Paso. Una vez resuelto el asunto se procedería a la invitación a los demás pueblos para que concurriesen a conformar un gobierno definitivo. Vale decir que para Castelli el gobierno que emergería luego de la revolución sería de transición y su único objetivo sería sentar las bases para conformar un gobierno independiente definitivo. Luego del acalorado debate se procedió a la votación. Ciento sesenta y dos presentes votaron por la destitución de Cisneros y los restantes sesenta y cuatro por su continuidad. La fórmula que prevaleció fue “Se subrogue el mando Superior que tenía el virrey en el Exmo. Cabildo de la capital, hasta que se forme la corporación o junta que debe ejercerlo, cuya formación se hará en el modo y forma que estime el Cabildo”. Para que no quedaran dudas Saavedra expresó: “Y que no queden dudas que el pueblo es el que confiere la autoridad o mando” (1). La revolución se había consumado.

(1) Floria y García Belsunce, historia de los…, p. 302.

La relevancia del factor ideológico

Una vez consumada la destitución de Cisneros la Junta de Buenos aires remitió el 28 a los embajadores de España y Gran Bretaña en Río de Janeiro, al virrey del Perú y a los presidentes de Chile y Cuzco un comunicado en el que explicaba y justificaba lo que acababa de acontecer en Buenos Aires. He aquí el texto: “La Junta Central Suprema, instalada por sufragio de los Estados de Europa (alude a los reinos peninsulares) y reconocida por los de América, fue disuelta en un modo tumultuario, subrogándose por la misma sin legítimo poder, sin sufragio de estos pueblos, la Junta de Regencia, que por ningún título podía exigir el homenaje que se debe al señor don Fernando VII. No se le oculta cuánto la incertidumbre del Gobierno Supremo podía influir en la división y causar una apatía que rindiese estos Estados a la discreción del primero que fuera, o del interior aspirase a la usurpación de los derechos del rey. Por eso (el pueblo de Buenos Aires) recurrió al medio de reclamar los títulos que asisten a los pueblos para representar la soberanía, cuando el jefe supremo del Estado cual es el rey se halla impedido y no proveyó a la Regencia del Reino…” (1). El texto alude a la doctrina de la participación de los reinos y provincias de América en la soberanía acorde con la noción de plurimonarquía, al origen ilegítimo de la Junta de Sevilla, la doctrina de la reversión de la soberanía del pueblo y la doctrina respecto a la imperiosa necesidad de garantizar la seguridad propia, expuesta en el Cabildo por Juan José Paso. Pero nada dice sobre la profunda crisis que se había abatido sobre el pueblo de Buenos Aires y que había puesto en cuestión la legitimidad del proceso revolucionario. Ello significa que la Primera Junta y el régimen político resultante se apoyaban sobre pies de barro. Daba toda la sensación de que se estaba en presencia de un momento álgido donde no era sencillo vislumbrar cuál de los grupos intervinientes en la revolución lograría imponer su idea política a partir del 25 de mayo.

Ello explica lo tumultuosas que fueron aquellas jornadas cruciales. En el mediodía del 25 Cisneros presentó su renuncia luego de ver fracasar su último intento por salvar el régimen. Los revolucionarios ratificaron por escrito la constitución de una nueva Junta. El síndico Leiva intentó un gesto desesperado. Aprovechando que la tarde de esa histórica jornada era lluviosa y había, por ende, escasos militantes en las adyacencias del Cabildo, exclamó que dicha petición carecía de apoyo popular. La reacción fue fulminante. Si era intención del Cabildo conocer el nivel de adhesión con que contaba el movimiento revolucionario, bastaba con un simple gesto: la inmediata convocatoria a una sesión. En caso de no hacerlo se procedería inmediatamente a abrir los cuarteles para “convencer” al Cabildo de que el proceso revolucionario tenía el apoyo del pueblo de Buenos Aires. El Cabildo tomó la decisión que se imponía: aceptó la formación de una nueva Junta e inmediatamente prestó juramento a sus miembros, quienes se comprometieron a preservar esta región americana para don Fernando VII y sus legítimos sucesores. De esa forma quedó constituido el primer gobierno patrio, aclamado por una multitud que colmaba el lugar pese al mal tiempo.

(1) Demetrio Ramos, Formación de las ideas políticas que operan en el movimiento de mayo de Buenos Aires en 1810. “Revista de estudios políticos”, Ed. Del Instituto, Madrid, núm. 134, 1964, ps. 139/215, citado por Floria y García Belsunce, Historia de…., 305.

Un tema polémico: las fuentes ideológicas de la revolución

¿Cuál fue la ideología que orientó el accionar de los hombres de Mayo? No hay una única respuesta. Hay quienes consideran que el proceso revolucionario que desembocó en la destitución de Cisneros se nutrió de la tradición filosófica española. Otros, en cambio, prefieren destacar el influjo de las ideas de revolución norteamericanas y francesas. Es curioso que entre los defensores de la influencia española sobre el proceso revolucionario se destaquen dos autores situados en las antípodas. Por un lado, Jorge Abelardo Ramos para quien los levantamientos americanos fueron “prolongación en el Nuevo Mundo de la conmoción nacional en la vieja España” (1). Por el otro, Germán Bidart Campos quien expresa que “Lo que interesa poner de relieve es que la ideología empleada, y la forma como se institucionaliza en la Revolución de Mayo en su ciclo inicial, son de rancia estirpe española” (2). En la otra vereda cabe mencionar a Beatriz Bosch y Carlos Sánchez Viamonte (3). Floria y García Belsunce se valen del “principio de complementariedad” (4) para explicar la compleja trama ideológica que influyó sobre los revolucionarios. Según dicho principio la realidad se le presenta al hombre como un sistema o conjunto. De esa forma se pueden explicar problemas que en apariencia son contradictorios. Ello permite comprender la influencia que ejercieron en el proceso revolucionario autores disímiles como Suárez y Rousseau.

(1) Jorge Abelardo Ramos, Revolución y contrarrevolución en Argentina, Ed. La Reja, Buenos Aires, 1961, citado por Floria y García Belsunce, Historia de…., p. 307.

(2) Germán Bidart Campos, Historia política y constitucional argentina, Ed. Ediar, Buenos aires, Tomo I, 1976, p. 27. En las notas al capítulo I aconseja la lectura de Tulio Halperín Donghi, Tradición política española e ideología revolucionaria de Mayo, Ed. Eudeba, Buenos Aires, 1961; y del citado por Floria y García Belsunce, Demetrio Ramos, Formación de las ideas políticas que operan en el movimiento de mayo en Buenos Aires, Revista de Estudios políticos, Madrid, 1964, núm. 134.

(3) Beatriz Bosch, Trascendencia revolucionaria del Cabildo Abierto del 22 de Mayo, Ed. Univ. Nac. Del Litoral, Santa Fe, 1960; Carlos Sánchez Viamonte, Historia institucional argentina, FCE, México, 1948, en Floria y García Belsunce, historia de…, págs. 30//308.

(4) José Maravall, Teoría del saber histórico, “Revista de Occidente”, Madrid, 1958, pág. 58.

La teoría de la reasunción del poder por el pueblo criollo

El 25 de mayo de 1810 arrancó la gestión del primer gobierno criollo y señaló el comienzo de un proceso revolucionario cuyo objetivo no fue otro que la independencia. Se trató de un profundo cambio político y social. Político porque la autoridad del virrey fue reemplazada por la autoridad de la Junta de Buenos Aires. Social porque los criollos se hicieron cargo del mando conformando un gobierno autóctono. El cambio también abarcó lo económico porque a partir de esa fecha histórica el gobierno patrio tomaría medidas que provocarían el reemplazo de España por Gran Bretaña como país de referencia a nivel internacional. Y, finalmente, daría lugar a un profundo cambio militar ya que a partir de ese momento el poder militar tendría una activa participación en la estructura del Estado que nacía. La revolución de Mayo germinó en la cabeza de una élite intelectual. Las jornadas del 22 al 25 de mayo fueron posibles porque un selecto grupo político tenía en mente ideales políticos nuevos que sirvieron para justificar la revolución. A poco de instalado el primer gobierno criollo Mariano Moreno dijo a modo de sentencia que se había producido la disolución del pacto político que unía al virreinato con España, que los lazos que lo ligaban con la madre Patria habían sido disueltos. “La disolución de la Junta Central restituyó a los pueblos la plenitud de los poderes, que nadie sino ellos podía ejercer, desde que el cautiverio del rey dejó acéfalos al reino y sueltos los vínculos que los constituían, centro y cabeza del cuerpo social. En esta disposición no sólo cada pueblo reasumió la autoridad que de consuno habían conferido al monarca, sino que cada hombre debió considerarse en el estado anterior al pacto social de que derivan las obligaciones que ligan al rey con sus vasallos…” (1).

En este párrafo el fogoso Secretario del primer gobierno patrio destaca una teoría política que jugó un rol central en la revolución de mayo: la reasunción del poder por el pueblo de Buenos Aires. El cabildo del 22 de mayo dio por finalizado el mandato de Cisneros. Ahora bien ¿podía el pueblo de Buenos Aires tomar semejante decisión sin antes haber consultado a los restantes pueblos del Virreinato? Fue el fiscal Villota quien, en aquella histórica sesión del Cabildo, planteó que el pueblo de Buenos Aires carecía de la autoridad suficiente para decidir por sí mismo acerca de la caducidad del virrey. En consecuencia, sólo cabía esperar a que todos los pueblos del virreinato opinaran al respecto, lo que en la práctica significaba un aplazamiento del revocamiento de Cisneros. Lo que pretendía Villota no era más que ganar tiempo. Su argumento era difícil de ser rebatido. Si bien España estaba por desaparecer el establecimiento de un gobierno criollo en el Río de la Plata únicamente era legítimo si contaba con el apoyo de todos los pueblos del virreinato, representados por diputados reunidos en Congreso. Según Bidart Campos la aseveración de Villota sentó las bases del derecho público argentino (2). Juan José Paso decidió salirle al cruce esgrimiendo un argumento tan válido como el de su contrincante. Consideró que Buenos Aires, por su puerto y su ubicación geográfica, era blanco fácil para los cañones del enemigo, lo que también implicaba un riesgo para los restantes pueblos; en consecuencia, tenía “la facultad y el derecho de tomar la gestión del asunto ante el peligro común, sin perjuicio de someterse después a la aprobación de sus consocios, dándoles cuenta y razón de lo que ha hecho”. Urgido por la necesidad y el peligro Buenos Aires tomó una drástica decisión cuyo carácter era transitorio y precario, comprometiéndose, por ende, en poco tiempo a invitar a los representantes de los restantes pueblos a conformar un gobierno permanente (3), para conformar lo que hoy se denominaría un gobierno de “unión nacional”.

Vale decir que “la asunción de la capacidad política por parte de Buenos Aires lo es, entonces, a sólo título de gestión de negocios, con carácter provisorio, y sujeta a ratificación de los demás pueblos virreinales”, enfatiza Bidart Campos (4). Si bien el pueblo de Buenos Aires reasumió el poder, no era, por ende, su titular exclusivo. Lo eran todos los pueblos que componían el virreinato del Río de la Plata. La decisión que tomó el Cabildo el 25 de mayo fue provisoria, fruto de la delicada situación que imperaba en aquel momento. En términos actuales se puede decir que Saavedra, Moreno y compañía tomaron una dramática decisión a través de un decreto de necesidad y urgencia. Para dotar de legitimidad a semejante decisión era fundamental la inmediata participación de los restantes pueblos a través de sus representantes. Dice Bidart Campos: “Hemos de recordar que se conoce con el nombre de “ratihabición” la confirmación tácita o expresa que los pueblos del interior hacen con respecto a la decisión de Buenos Aires. Ratihabición significa, pues, en la historia de nuestro derecho constitucional, la ratificación por parte de los pueblos del interior de lo que, sin mandato suyo-pero a título de gestor de negocios-, hizo Buenos Aires entre el 22 y el 25 de mayo de 1810” (5).

(1) Mariano Moreno, Selección de escritos, Buenos Aires, 1961; en Floria y García Belsunce, Historia de los…, p. 310.

(2) Germán Bidart Campos, Historia política y constitucional argentina, Tomo I, Ed. Ediar, Buenos Aires, 1976, p. 32.

(3) Germán Bidart Campos, Historia política…., Tomo I, p. 32.

(4) Germán Bidart Campos, Historia política…., Tomo I, p. 32.

(5) Germán Bidart Campos, Historia política…., Tomo I, p. 33. Desde la página 33 hasta la página 35 Bidart Campos expone con extrema minuciosidad la manera en que quedó insinuada la futura participación de los pueblos del interior durante las históricas jornadas de mayo.

Bibliografía básica

-Germán Bidart Campos, Historia política y constitucional argentina, Ed. Ediar, Bs. As. Tomos I, II y III, 1977.

-Natalio Botana, El orden conservador, Ed. Sudamericana, Bs. As., 1977.

-Natalio Botana y Ezequiel Gallo, De la República posible a la República verdadera” (1880/1910), Biblioteca del Pensamiento Argentino, Tomo III, Ariel, Bs.As., 1997.

-José Carlos Chiaramonte, Ciudades, provincias, Estados: Orígenes de la Nación Argentina (1800/1846), Biblioteca del Pensamiento Argentino, Tomo I, Ariel, Bs. As., 1997.

-Carlos Floria y César García Belsunce, Historia de los argentinos, Ed. Larousse, Buenos Aires, 2004.

-Tulio Halperín Dongui, Vida y muerte de la República verdadera (1910-1930), Biblioteca del Pensamiento Argentino, Tomo IV, Ariel, Bs. As., 1999.

-Tulio Halperín Donghi, Proyecto y construcción de una nación (1846/1880), Biblioteca del Pensamiento Argentino, Tomo II, Ariel, Bs. As., 1995.

-Daniel James (director del tomo 9), Nueva historia argentina, Violencia, proscripción y autoritarismo (1955-1976), Ed. Sudamericana, Bs. As., 2003

-John Lynch y otros autores, Historia de la Argentina, Ed. Crítica, Barcelona, 2001.

-Marcos Novaro, historia de la Argentina contemporánea, edhasa, Buenos aires, 2006

-David Rock, Argentina 1516-1987, Universidad de California, Berkeley, Los Angeles, 1987.

-José Luis Romero, Las ideas políticas en Argentina, FCE., Bs. As., 1956.

-Juan José Sebreli, Crítica de las ideas políticas argentina, Ed. Sudamericana, Bs. As., 2003.

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