Por Carlos Tórtora.-

El cierre de las listas de precandidatos no arrojó muchas sorpresas pero sí sirvió para testear quiénes son los verdaderos dueños de la lapicera. Los dos bandos que se disputan el poder están mostrando un marketing electoral muy similar. Tanto el kirchnerismo como el macrismo concentran el manejo de la campaña en su núcleo duro pero ponen en la vidriera pública una imagen moderada y aperturista que les garantice ocupar el espacio del centro. Así es que Miguel Ángel Pichetto ha pasado a ser el vocero del gobierno con un discurso que da por hecho que habrá un gobierno de coalición a partir de diciembre próximo. También se enfatiza el diálogo y la búsqueda de consenso como las herramientas políticas de la nueva etapa del macrismo. Pero a la hora de la verdad, la redacción final de las listas de candidatos pasó por el despacho de Marcos Peña y las órdenes de Mauricio Macri fueron precisas en este sentido. El eje Pichetto-Rogelio Frigerio no tuvo ni voz ni voto en el armado de las listas, poniendo en evidencia que no hubo una transferencia de poder sino más bien un cambio de táctica por necesidades electorales. La existencia de un proyecto PRO-peronista fue una movida indispensable para contrarrestar el intento de Cristina Kirchner de convocar a un panperonismo.

ADIÓS A LA ÉPICA

En el campo cristinista la maniobra es simétrica a la del oficialismo. Alberto Fernández encarna un discurso moderadamente progresista que no le hace lugar a la tradicional épica montonera del kirchnerismo. Esto acompañado por una Cristina edulcorada y sonriente que le cede a su compañero de fórmula la última palabra sobre los temas centrales. Pero en la mesa de las decisiones se sientan ella con Máximo, Eduardo Wado de Pedro, Andrés Larroque y Axel Kicillof. Allí se cocinaron las candidaturas y de allí parten las instrucciones para la campaña electoral. No puede decirse -como afirma Jorge Lanata- que Alberto F es un títere pero sí que su poder político está sumamente limitado por la conducción real del espacio. En el caso del kirchnerismo, la situación es más grave que en el gobierno, ya que a Alberto F, de ganar, le tocaría ejercer el poder, en tanto que a Pichetto, como todos los vices, ocuparía un espacio de segundo orden.

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