Por Carlos Tórtora.-

Una ola de encuestas reflejó en los últimos días el pase de facturas al gobierno que le están haciendo los sectores más castigados por el ajuste y la inflación. La mayor parte de los nuevos sondeos reflejan la consolidación de Cristina Kirchner y algunos la dan ganadora en un ballotage. Pero también aparecieron números que indican que, hoy por hoy, Mauricio Macri perdería en segunda vuelta contra Sergio Massa o Juan Manuel Urtubey. La tesis oficial del núcleo duro que comanda Marcos Peña sostiene que en el primer trimestre del 2019 y con indicadores económicos algo mejores que los actuales, el presidente podría recuperarse para entrar en carrera electoral. Sin embargo, desde Carlos Melconian hasta Orlando Ferreres apuntan a que la recesión puede extenderse en pleno año electoral.

¿La Scioli de Macri?

Como capitán del ajuste, Macri parece condenado entonces a pagar el costo político y todas las miradas en Cambiemos apuntan a María Eugenia Vidal. Es decir, ésta podría inmolarse solidarizándose con la escalada del ajuste o bien intentar diferenciarse para tratar de retener a los sectores que votaron dos veces al PRO (2015 y 2017) pero que ahora están tomando distancia. El equilibrio de poder en Buenos Aires pasó hasta ahora por un pacto de gobernabilidad que se reflejaba en la buena voluntad del PJ bonaerense (en la práctica, el grupo de intendentes que lidera Gustavo Menéndez) y la gobernadora. Y como carta más segura, está la alianza de ésta con Sergio Massa en la Cámara de Diputados bonaerense, donde Cambiemos no tiene mayoría. Fuera de este pacto queda, por ejemplo, el mayor distrito, La Matanza, donde el gobierno hace esfuerzos por instalar al Ministro de Educación Alejandro Finochiaro y arrebatarle la intendencia a una kirchnerista de pura cepa, Verónica Magario. Los tres operadores de Vidal en el peronismo, Federico Salvai, Joaquín de la Torre y Cristian Ritondo venían tejiendo una serie de entendimientos con intendentes peronistas con la esperanza de reconstituir un esquema PRO-peronista que la dureza del ajuste se está encargando de disolver. La dirigencia justicialista percibe ahora que no es impensable un triunfo peronista y nadie quiere entonces aparecer del lado del PRO. La semana que pasó el PJ bonaerense se pronunció contra el gobierno provincial por los aportantes truchos a la campaña del 2017. En cierto sentido, se van invirtiendo los roles de Vidal y los dirigentes del PJ. Antes, con Macri en su esplendor, muchos de estos últimos estaban con un pie en Cambiemos. Ahora, el peronismo le reclamaría a Vidal que se distancie del ajuste y convoque a una alianza con el justicialismo. O sea, que rompa con la ortodoxia del PRO. Hasta el momento, Vidal hizo algunas piruetas para mostrarse distinta al núcleo presidencial pero sin llegar a un cortocircuito: asistió a una reunión de la Pastoral Social, donde el obispo Jorge Lugones atacó al gobierno nacional y ella no reaccionó. Además, se mostró extremadamente favorable a la campaña antiaborto y reconoció en público el agravamiento de la situación económica. El caso es que en la mesa chica del PRO no serían del todo comprensivos con las piruetas de la gobernadora y se habla de que Marcos Peña tendría vinculación con el acceso a la información de los aportantes truchos por parte del periodista Juan Amorín. La principal perjudicada por el escándalo es precisamente Vidal.

Algunas fuentes incluso refieren que Macri manifestaría su disgusto con las encuestas que la dan a Vidal mejor posicionada que él mismo.

Ahora se vienen instancias decisivas: el 8 de agosto el Senado podría sancionar el proyecto abortista con modificaciones y las relaciones con la Iglesia se tensarán. El nuevo Arzobispo de La Plata, Víctor Martínez, es el nexo entre Vidal y el Papa y no sería ajeno a la idea de que ésta sea la candidata a presidente con el apoyo de una parte del peronismo.

La incómoda posición de Vidal se asemeja de algún modo a la situación de Daniel Scioli en los últimos tiempos de la presidencia de CFK. Aquél hacía esfuerzos por diferenciarse del núcleo duro del cristinismo para aumentar sus posibilidades electorales pero jamás llegó a la confrontación. Si Vidal es a Macri lo que Scioli era a Cristina, se verá en los próximos meses.

Por lo pronto, el tablero electoral ya no es el mismo del año pasado y Cambiemos está sometido al riesgo de dispersión. La nueva alianza entre Margarita Stolbizer, Martín Lousteau, Ricardo Alfonsín y los socialistas santafesinos puede drenar parte de los votos radicales. Ésta es una razón más para que Vidal no se aleje del peronismo, ya que el aparato radical ahora puede partirse debilitando a Cambiemos, sobre todo en el interior de Buenos Aires.

Lo más probable es que la gobernadora profundice en lo inmediato su diferenciación del macrismo ortodoxo mediante gestos y actos pero sin caer en niveles de confrontación. En la medida en que el peronismo empiece a orbitar nuevamente alrededor de Cristina y que la grieta económica se ensanche, esta diferenciación puede no ser suficiente.

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