Por Guillermo Cherashny.-

El sábado pasado el gobierno reunió una multitud fervorosa en las Barrancas de Belgrano al grito de «sí se puede», que fue copiado por Durán Barba de la campaña de Barack Obama. Y esa gente que concurrió al acto está convencida de que el Frente de Todos ganó por fraude las PASO del 11 de agosto, ya que varios referentes de ese sector lo dicen con mucha seguridad, entre ellos Miguel Pichetto, el candidato a vicepresidente. En realidad, el fraude no existió, por lo menos en la provincia de Buenos Aires, donde el vidalismo reconoce que no tuvieron fiscalización entre el 5 y el 8% de las mesas, por lo cual perdieron el 1% solamente, de modo que el asunto del fraude es un cuento chino para justificar los altos niveles de pobreza como en el conurbano, donde el INDEC señaló que el índice fue del 39,8% contra el 35,4% de todo el país, lo que demuestra palmariamente que la paliza del conurbano tiene una sólida explicación. De ahí que el entusiasmo de los votantes más fieles de Cambiemos no tiene nada que ver con la realidad pero nadie puede negar el optimismo a esos votantes, que son acérrimos antikirchneristas.

La elección de Mendoza fue un triunfo exclusivo de la Unión Cívica Radical, que no mostró presencia en el acto de Barrancas pero que se jugó a muerte en la provincia cuyana. Pero para el votante duro del macrismo lo mostraron como un ejemplo de que se puede dar vuelta la elección general. Pero en las PASO presidenciales votó el 79,25% y ayer el 79,04%, es decir que, de quienes votaron a Alberto Fernández para presidente, un sector votó a Rodolfo Suárez para gobernador. En las PASO presidenciales votó el 75,24% y ayer votaron el 79,04%, en tanto en las PASO a gobernador habían votado el 74%, de ahí que las conclusiones que obtiene el gobierno que votando 2 y medio de millones más podrían dar vuelta el resultado son poco serias, porque tres consultoras midieron a los posibles nuevos votantes y se inclinan en la misma proporción que en las PASO del 11 de agosto.

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