Por Sebastián Dumont.-

Mucho se ha hablado de la llegada de Joaquín De La Torre al gobierno de María Eugenia Vidal para “armar la pata peronista” de Cambiemos con la mirada puesta en 2017. Está claro que para el gobierno nacional y provincial la posibilidad de perder en el territorio más amplio poblado del país es clave para la continuidad del proyecto político. Como se ve, al cristinismo ortodoxo poco le importa el avance en la justicia de las causas contra la ex presidente para mantener la belicosidad, sería inimaginable que el año que viene, como un oficialismo derrotado en las urnas, la convivencia se haría insoportable.

Por eso, hay mucho sectores del peronismo que buscan despegar de CFK y sobre todo de los talibanes que la rodean y tan mala imagen tienen. Pero por ahora, esa tarea se hace más complicada porque para los peronistas es difícil ser seducidos por el proyecto de Cambiemos. Las medidas -muchas de ellas necesarias- pero antipopulares, hacen que los alcaldes peronistas o al menos que así se declaman, no encuentren demasiados motivos para saltar a las filas del oficialismo.

La supuesta tarea de De La Torre, si se la mira de este ángulo, es difícil. Es mucho más entendible la mirada de la experiencia de gestión y el diálogo con los intendentes que buscar engrosar la plantilla. Además, muchos alcaldes razonan de la siguiente manera: cuál sería el negocio político de pasarse a Cambiemos si la plata de la coparticipación la giran igual y por ahora no hay un candidato apetecible en el oficialismo que garantice la tranquilidad en los concejos deliberante. Para muestra basta un botón. La semana pasada, al intendente de Pilar le voltearon un proyecto importante porque el presidente del deliberativos desempató en su contra e incluso amenazó con “ahora ir por él (intendente Ducoté). Lo extraño es que se suponía que tenía un acuerdo con el gobierno local. La reacción llegó tarde y las expulsiones de personal ligado a dicho presidente no se sabe si alcanzará para calmar las aguas. Esa es la razón por la cual, los intendentes no quieren problemas con los concejos. Y el año que viene se discute eso. Al menos en los distritos.

De todas maneras, seguramente habrá intendentes que se sumarán como el caso de Ismael Passaglia de San Nicolás a quien se lo menciona como posible Ministro de Salud del gobierno de Vidal. Pero los peronistas del conurbano andan en otra cosa. Los hechos que se ven todos los días confirman un adelanto de este medio hace bastante tiempo atrás: Los problemas del gobierno nacional y provincial en los territorios terminan siendo financiados por el propio oficialismo que nunca se animó a quitarle las herramientas los líderes de las comunas vinculados al kirchnerismo.

Con ese panorama, por qué se irían a pasar. No lo necesitan. Tienen casi todo y no quedan pegados a las malas nuevas. Pero todo puede cambiar.

Como María Eugenia Vidal es la dirigente con mejor imagen, aún por encima de Macri, su proyecto puede seducir hacia adelante a ciertos peronistas que no quieren seguir encerrados en el síndrome de Estocolmo que significa CFK, pero que no se animarían nunca a quedar pegados a lo que significa el apellido Macri. A veces la vara del anti gorila es difícil de medirla. Son aquellos que suelen reunirse en el hotel Hilton para despotricar contra la derecha. En fin.

La realidad es que, aunque no lo expresen públicamente, como alguna vez existió el vandorismo, que proponía un peronismo sin Perón, hoy quizá algunos piensen en el macrismo sin Macri.

Share