Por Sebastián Dumont.-

Corre en distintos sectores de la dirigencia política de la provincia de Buenos Aires una misma sensación: el gobierno de María Eugenia Vidal todavía no arrancó. El dicho se multiplica sobre todo entre políticos de diversos sectores e incluso con los propios de Cambiemos, aunque éstos lo expresan en voz más baja. La pregunta es si es una realidad o se trata de sólo una sensación.

A pesar de los primeros escarceos en el comienzo de la gestión de Vidal para aprobar el presupuesto, el gobierno de la provincia de Buenos Aires no puede quejarse del acompañamiento que ha tenido, en líneas generales, de la mayoría de los sectores opositores. De a poco se van agotando los recursos para sostener que la provincia que se recibió estaba quebrada, aunque es una realidad inconstrastable y absoluta. Pero todo lo que pidió la gobernadora, hasta ahora lo tuvo.

La misma mandataria, en declaraciones recientes, aseguró que se están tomando las medidas necesarias para arrancar con fuerza en la obra pública y que esto será clave para que se note una mayor actividad en cada uno de los municipios. Trabajan con todos los intendentes, pero no regalarán nada al estilo K. El que presente proyectos serios tendrá financiamiento, los otros no. Se acabó la fiesta kirchnerista donde se giraba plata a los amigos y se castigaba a los enemigos. Eso es lo que deslizan en la sede de la gobernación de la calle 6.

Las últimas noticias en materia económica, como la salida del default, presumen que llegarán los créditos necesarios para avanzar con el endeudamiento que se aprobó en la legislatura. Y los tiempos podrían acelerarse por la implementación de la emergencia en infraestructura. Ahora se está discutiendo la emergencia administrativa y ésta está algo más peleada.

En el ámbito de seguridad, la mandataria se cansa de aclarar que aumentaron el presupuesto con respecto al gobierno anterior, lo mismo que en el ámbito social. Pero entonces, ¿por qué da la sensación de que algo falta? Es la política, sin dudas.

Todavía convive una manera de hacer política que no termina de entender los modos que lleva adelante el gobierno de Cambiemos. Ni mejor ni peor, pero es distinto.

Sí preocupa en varios dirigentes consultados que al frente de ministerios y secretarías haya funcionarios que no conocen en profundidad la realidad bonaerense. Y que todavía el Frente para la Victoria siga teniendo los resortes institucionales de muchas áreas clave para mover y hacer política en los territorios.

Allí es donde radica esa sensación de que falta algo para el arranque. A pesar de los cambios introducidos, falta la clásica acción política y la toma de decisiones sin tantas vueltas. Así de simple. La provincia no espera.

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