Por Carlos Tórtora.-

El gobierno festeja por anticipado la instrumentación de la boleta única, si es que la Cámara de Diputados ratifica el proyecto sancionado recientemente por el Senado. En La Libertad Avanza están convencidos de que, ya sin la boleta partidaria, se debilitará el voto del aparato peronista y muchos votantes podrán ser captados por la propaganda del gobierno.

Ganar en la Provincia de Buenos Aires está pasando a ser una necesidad esencial para Milei, que de este modo podría disimular su derrota en muchas provincias chicas. El triunfo en Capital y en Buenos Aires le daría al presidente una dosis alta de gobernabilidad, mientras que una derrota en estos distritos podría hacer inviable la continuidad del gobierno.

Pero el destino de la boleta única es todavía una incógnita. No sólo falta la revisión en Diputados sino que van surgiendo numerosas observaciones que pondrían en riesgo su aplicación.

La lupa sobre Buenos Aires

Muchas de las dudas surgen acerca de la instrumentación de la boleta única en Buenos Aires. Para las PASO y tomando en cuenta lo ocurrido en las últimas elecciones legislativas, podrían presentarse entre 50 y 60 listas de candidatos a legisladores nacionales. Semejante cantidad de listas simplemente no entrarían en el modelo de boleta previsto. Esto, por ejemplo, obligaría -algo que ya se está comentando- a imprimir dos boletas por cada elector.

Es de imaginarse la dificultad operativa de tener que manipular dos boletas por cada votante. Pero al margen de esto, 2 boletas significaría que la aplicación se apartaría del texto de la ley, que establece claramente una sola boleta.

Además, como todo indica que la elección provincial se hará con la boleta tradicional, al ser simultánea con la nacional, para no tener que montar dos gabinetes de votación se debería hacer todo en uno. Es decir que el votante elegiría la boleta de sus candidatos provinciales y además marcaría la boleta única de candidatos nacionales. Es fácil darse cuenta de la enorme demora que esto significaría para la votación.

Estás son sólo algunas de las dificultades operativas que ya está analizando la justicia electoral.

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