Por Jorge D. Boimvaser.-

Eran los días finales del gobierno de Fernando De la Rúa. Un tipo débil de carácter con dos hijos inútiles todo terreno que fundaron el llamado “Grupo Sushi”, algo así como “La Cámpora” de nuestros días. Parecidos pero diferentes. Tipos desclasados que en nombre de una supuesta ideología sólo pugnaban por llenar más y más sus cuentas bancarias. Si encuentran muchas diferencias entre Aíto De la Rúa y Máximo Kirchner, por favor, avisen.

Fernando tenía alistado el helicóptero porque la calle -para él- ya estaba intransitable. Pero los “Sushi” no querían abandonar el poder; aún había algo más para terminar el saqueo. Domingo Cavallo fue a grito pelado a decirle a De la Rúa -padre- que sus hijos estaban sacando millones del Banco Nación. Todo había terminado pero los chicos saqueadores no se querían ir.

Desde la retaguardia de Eduardo Duhalde, recibieron la orden de imponer “cinco días de oscuridad”. Nadie supo bien de qué se trataba pero un grupo anónimo venido de Lomas de Zamora salió de noche por varios domicilios de esos sushis y baleó los frentes. En menos de lo que canta un gallo, los nenes de papá Fernando se fueron y así cerró la etapa negra de la Argentina del siglo nuevo.

Estos días se volvió a escuchar en cierta retaguardia del poder, de aquella consigna de los “cinco días de oscuridad”, pero con otra orientación y sin contenido violento. En todo caso, persuasivo.

El kirchnerismo deja armada una estructura jurídica, ideológica y policial que, si no se la destruye de entrada, seguiremos viviendo en un país cada vez más inseguro y acechante.

En el reciente atentado terrorista en París, murieron en una triste jornada menos personas de las que mueren en la Argentina promedio. En los últimos 20 años fueron asesinados por hechos delictivos más de 54 mil personas. Casi siete casos por día. Los terroristas del ISIS y nuestros “pibes chorros” pelean palmo a palmo para erigir un reinado del terror.

Personajes siniestros como el jubilado Eugenio Zaffaroni y su califato de garantistas que defienden a brazo partido la liberación de los delincuentes hicieron posible que la barbarie de excarcelar en canilla libre a tipos reincidentes y sumamente peligrosos aumentase la espiral de criminalidad.

Hay tipos psicópatas y extremadamente perversos que detrás de una toga judicial han sido cómplices de innumerables crímenes que se podrían haber evitado si los asesinos hubieran permanecido tras las rejas.

Un pequeño ejemplo que vale recordar estos días. Matías Bagnato fue el único sobreviviente de aquella masacre de Flores de 1994, cuando un tal Fructuoso Álvarez González prendió fuego a la vivienda de la familia Bagnato y sólo pudo escapar Matías, que estos días tiene que arrastrar con el estigma de que el criminal Fructuoso González está a pasos de ser excarcelado por un juez de garantías con tristes antecedentes, Axel López. El mismo magistrado que concedió regímenes de salidas transitorias a asesinos incurables que reincidieron en crímenes y violaciones. ¿Juicio político para destituirlo? Sí, lo hubo y Axel López zafó gracias a miembros del Consejo de la Magistratura influenciados por la maldita teoría del califa Zaffaroni.

¿Qué hacer entonces para reducir la estadística criminal del país con estos tipos impartiendo injusticia?

Aquí viene al caso lo que muy poca gente conoce sobre el ascenso del Alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani. Se lo recuerda por haber frenado radicalmente el delito en la Gran Manzana desde que asumió en 1994 y siguió electo por la gente hasta su retiro diez años después. Lo que se sabe públicamente de Giuliani es su teoría de tolerancia cero, pero lo que se desconoce y nos la contó un argentino que participó de las jornadas previas a su aceptación del cargo, a comienzos de los años 90, cuando esa hermosa ciudad era un infierno muy parecido a eso que ocurre hoy en tantos lugares del Gran Buenos Aires y también en ciertos barrios porteños, a las seis de la tarde todos en casa y ni se te ocurra sacar la basura o salir a comprar a la noche porque el acecho delictivo es total, las calles son de los criminales a veces asociados a la pasividad o complicidad policial.

Nos cuentan que Giuliani mantuvo encuentros reservados con todos los sectores organizados de Manhattan, desde sindicatos hasta asociaciones de resguardo de los derechos civiles, cámaras empresariales y organizaciones similares.

El planteo de Giuliani fue más o menos así: “Yo acepto el cargo de Alcalde si ustedes aceptan lo que tengo en vista. Tengo que enviarles un mensaje a los delincuentes y sus aliados que sea claro y contundente… los que salen a delinquir la tienen que pagar a toda costa”.

Reiteramos que no son palabras textuales, sino el concepto que expresó y un remate contundente. “Las primeras 100 medidas que voy a imponer no son legales, no son éticas… pero son necesarias para avisarles a los criminales que se terminó la clemencia. Después de esas 100 medidas no legales, nunca más me aparto de la ley”.

Giuliani no se refería a matanzas ni cosas parecidas, aunque nunca trascendió de qué se trataba, pero el asunto es que sus mensajes a los Axel López y Zaffaroni de Nueva York fue contundente y efectivo.

Redujo notablemente los 410 casos de delitos promedios diarios hasta hacer de la Gran Manzana una de las ciudades más seguras de los Estados Unidos.

Había entonces lo mismo que ahora en la Argentina. Pandillas juveniles, epidemia de crack (paco) y corrupción policial a granel, y hasta los fallos cómplices de una justicia complaciente.

Estos días son ideales para los “5 días de oscuridad”, “tolerancia cero” o el nombre que más te guste. Justo es el momento del recambio Presidencial.

Pero si no se pone fin de una vez por todas a la pandemia delictiva y de sus protectores del califato de garantistas, la vida se tornará imposible de vivirla en los próximos años.

Es o ellos o nosotros y nuestros hijos. Unas acciones fuera de la legalidad para que tipos como los que mataron al hijo de Carolina Píparo en el vientre de la madre nunca tengan salidas transitorias redundarían en bien de todos.

Si no le gusta al CELS de Horacio Verbitsky, entonces habría que llevar al “perro” a los tribunales e investigar si no fue él quien lo entregó a Rodolfo Walsh a sus genocidas el día de su desaparición. Sólo cinco días de oscuridad para que alumbre un futuro más luminoso. ¿Se entiende?

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