Por Guillermo Cherashny.-

Desesperación es la palabra que se le escuchaba a Patricia Bullrich en el Ministerio de Seguridad cuando trascendió que, luego de la derrota en las PASO, ni Macri ni Peña la contuvieron emocionalmente y no se imagina una vida sin custodia y sin poder publicitar su supuesta lucha contra las mafias de todo tipo. Es sabido que, ante cualquier tiroteo o un homicidio, enseguida la ministra aparece por la televisión hablando de un nuevo episodio mafioso que termina casi en una parodia de la realidad. El último papelón fue cuando denunció un ataque mafioso contra el jefe de la Policía Federal de Santa Fe, cuando en realidad fue un tiroteo que nada tenía de mafioso y terminó con el alto oficial en la cárcel. Después de las PASO Patricia Bullrich quiere ocupar el Ministerio de Seguridad porteño, que hoy ocupa provisoriamente Diego Santilli, el vicejefe porteño, pero el jefe de gobierno, si es reelegido como indican las encuestas el 27 de octubre, o en un ballotage, no quiere saber nada con darle lugar a la prédica «bolsonarista» de la ministra, que además milita en la línea de los halcones como el presidente, Peña, Carrió y Pichetto, aunque no se lleva del todo bien con cualquiera de ellos.

Así las cosas, bajará al llano intentando hacer pie en la futura oposición -si es que la dejan- porque además de Rodríguez Larreta, Emilio Monzó y la UCR no la quieren tener muy cerca, pero se sabe que es una militante de fierro y seguirá en la política por mucho tiempo más.

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