Por Carlos Tórtora.-

La posibilidad de que Axel Kicillof se alce con la victoria en Buenos Aires sigue siendo la primera obsesión del macrismo. Es que esto ocurriría en octubre y un triunfo K en octubre bien podría influir para volcar el resultado de la segunda vuelta, si es que la hay. Por este motivo es que la campaña de María Eugenia Vidal es un asunto de estado y Macri la monitorea a diario como si fuera la propia.

No es de extrañar entonces que el ex jefe político de la gobernadora, Horacio Rodriguez Larreta, haya asumido responsabilidades directas en la campaña bonaerense de Juntos por el Cambio.

Entre los principales temas de los que se hizo cargo Larreta está la fiscalización de la elección en un territorio que cuenta con 100.000 mesas de votación. En las legislativas del 2017, Vidal contó con miles de fiscales provenientes de las filas del peronismo y los resultados no fueron en general malos. Pero ahora la polarización indica que las cosas son distintas, es decir, que el macrismo no puede ya confiar en un aparato de fiscales de mesa semicontrolado por los caudillos peronistas.

Los contratados

Es así que la misión que lleva adelante Larreta es la de organizar y financiar la fiscalización en las ocho secciones electorales de la provincia, para lo cual se habrían puesto a trabajar distintas áreas del gobierno porteño. Trascendió cerca del despacho del jefe de gobierno que miles de contratados del gobierno porteño, en general jóvenes cuadros del PRO, serían fiscales en Buenos Aires, conformando equipos con los militantes bonaerenses del PRO.

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