Por Guillermo Cherashny.-

El escrutinio definitivo que empezará el miércoles en Santa Fe permitiría ampliar la ventaja corta que lleva Miguel Lifschitz, el candidato del Frente Progresista Cívico y Social, que se podría estirar hasta entre 3 y 5.000 votos. En principio, la lectura política de la elección del domingo pasado muestra un golpe duro para Mauricio Macri y sus chances de ser presidente. Como dijimos en notas anteriores, Jaime Durán Barba opinó que el Frente para la Victoria era imbatible, lo que sería muy relativo si Del Sel ganara Santa Fe, porque entonces Macri podría convertirse en el jefe de la oposición al controlar dos distritos grandes. Pero esta idea fracasó por diversos motivos: el apoyo del candidato a senador Carlos Reutemann no le sumó nada significativo a Del Sel, ni tampoco la candidata del PRO a la intendencia de Rosario, Anita Martínez, ni su primer candidato a diputado provincial, Roy López Molina, que perdió por paliza ante el gobernador Antonio Bonfatti por 40 a 18%. Martínez y López Molina son dos productos PRO, jóvenes y lindos, pero perdieron ante políticos profesionales, demostrando su falta de experiencia para ganar una elección. Todo esto a pesar que Del Sel que fue muy buen candidato y que medía en forma excelente en las encuestas. Por razones inexplicables, después de las PASO el candidato se estancó a pesar de que el PRO predecía un triunfo por 5 puntos de ventaja que nunca existió en la realidad. Forma parte de esta estrategia electoral del PRO vender humo asegurando victorias a cuenta. Esto le sirvió en la convención radical de Gualeguaychú y en la Capital Federal apoyando a Rodríguez Larreta. No obstante ello, ante un desafío electoral de envergadura como el de Santa Fe, fracasó rotundamente y en la lista de mariscales de la derrota hay que anotar a Jaime Durán Barba, Marcos Peña, Mauricio Macri y Elisa Carrió. Ellos, con su política sectaria y soberbia, empiezan a pagar cara su postura y el triunfo nacional es un objetivo ahora más difícil.

Cada vez más puntos oscuros

Ahora, el macrismo debe rezar para que el domingo próximo el radical Alfredo Cornejo gane la gobernación de Mendoza, aunque el senador Adolfo Bermejo del FpV está muy cerca, mientras que Julio Cobos, que ganaba cómodo, dejó su lugar y va por una banca en el Senado en las PASO del 9 de agosto. A pocos días del cierre de las listas de candidatos nacionales, el nombre del compañero de fórmula de Macri sigue siendo un misterio. En Santa Fe se demostró que Macri, por provenir de la clase alta e inclinarse a la soberbia, no pudo capitalizar los votos del radical Mario Barletta, que se fueron masivamente al peronista Omar Perotti. Esto demuestra que para presidente Macri en Santa Fe se quedaría fundamentalmente con los votos de Del Sel, en tanto que Scioli podría captar votos socialistas y obtener entre el 37 y el 40% de esa provincia. De este modo, los cálculos del PRO estimando que la derrota en Buenos Aires se compensaría con las diferencias a favor en Santa Fe, Córdoba y Mendoza no se darían. El caso es que en Santa Fe perderían, en Mendoza la elección está pareja y en Córdoba es donde Macri parece estar mejor. El caso es que el 5 de julio, de concretarse la inminente derrota de Oscar Aguad en Córdoba, la intención de voto de Macri bajaría. Así es que a partir de lo que está ocurriendo en Santa Fe, la alianza UNA, que aglutina a De la Sota y Massa, aumentaría su intención de voto, lo que implicaría que Macri no llegaría al 30%, quedando en las PASO a más de 10 puntos abajo de Scioli y Randazzo. Habrá que ver hasta qué punto influiría para mitigar este panorama un triunfo por amplio margen de Horacio Rodríguez Larreta en la Capital Federal.

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