Por Guillermo Cherashny.-

La designación del economista Jorge “Oveja” Sarghini como presidente de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires, acompañado como vice primero por el PRO Manuel Mosca, es la primera señal de los acuerdos de Macri con Sergio Massa por intermedio de la gobernadora María Eugenia Vidal, quien fue a comer un asado a la casa de los Massa le semana pasada. De esta forma se cumple el requisito de la “doble firma” para el manejo de los fondos de la legislatura provincial. Antes, la dupla integrada por Horacio González y José Ottavis tenía todo el poder, lo que le permitía a este último un estructura muy importante para La Cámpora de la provincia pero, al perder esa “caja”, la misma sufre un duro golpe del cual le será difícil recuperarse. Y Horacio González, de Ituzaingó, que fue presidente durante doce años y, contando con la primera minoría, no pudo acordar con Vidal, porque la extorsionó por los diarios diciéndole que no le dará los dos tercios para leyes importantes.

Desbande

Pero ahora el bloque del pejotismo y La Cámpora entró en desbande y sólo se salvará el Movimiento Evita de Emilio Pérsico y el “Chino” Fernando Navarro, que tienen varios legisladores, quieren salvar sus planes sociales y no les viene mal que González y Ottavis caigan en desgracia. El resto de los diputados que quieran acompañar a Vidal tendrá que canalizar sus necesidades a través de Massa, que domina esa cámara a través de Sarghini, lo cual le permitirá al líder del Frente Renovador crecer en el distrito más importante del país.

En la reunión de los gobernadores peronistas de la semana que pasó, los más relevantes dijeron que Massa puede volver pero no liderar, pero a él no le interesa volver al PJ sino seguir ampliando el Frente Renovador y ahora tiene la oportunidad de quedarse con la mayoría del peronismo bonaerense, ya que Julián Domínguez, Sergio Berni y Diego Bossio son dirigentes que se convirtieron en mariscales de la derrota y sólo queda Florencio Randazzo, a quien tampoco lo quieren. El pejotismo nacional, si disminuye su poder en la Provincia, quedaría como una cáscara vacía que produciría un desbande de gobernadores que querrán negociar con el presidente electo para ofrecerle los votos de sus senadores y diputados a cambio de fondos para las provincias.

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