Carlos Tórtora entrevistó a Federico González, de la encuestadora González & Valladares, consultores en marketing político, quien profundizó el análisis de las campañas y los candidatos.

CAT: ¿Qué pasaría si hubiera una gran masa de votos impugnados que complique y dilate el escrutinio?

FG: Si la paridad es la que están recogiendo la mayoría de los encuestadores, puede haber un final de mucha polémica, tensión, incertidumbre. Me imagino que, si hubiera que esperar a ese escrutinio definitivo, se daría un clima de mucha tensión. El problema que hay con este tipo de cuestiones es que, si uno no lo dice, después queda como que no se cumplió con el deber y, si uno lo dice, más de un oficialista va a decir que se está previniendo el clima para marcar que puede haber algo de fraude. Es complicado hasta dónde uno dice.

CAT: No hablo necesariamente de fraude. La diferencia, si es corta, puede dar para una discusión en el escrutinio definitivo, lo cual crearía un clima psicológico sin precedentes en el país.

FG: Lo que pasa es que uno eso no se lo imagina sin que haya un fondo de sospecha.

CAT: ¿Ustedes qué números manejan?

FG: Scioli 39.2%, Macri 27.1% y Massa 24%. Para nosotros hay ballotage… A mí me parece que la campaña de Scioli no fue brillante. Si lo hubiera sido, no se dudaría sobre el tema ballotage. Y eso no pasó porque Scioli fue lo que es, un moderado, alguien que con casi nada hizo mucho. ¿Por qué ahora haría algo extraordinario? Jugó a lo Scioli y en este momento eso tiene consecuencias. Por eso tenemos esta incertidumbre.

CAT: Tal vez para presidente, esta relativa intrascendencia le pueda llegar a costar un poco más cara, ¿no?

FG: Claro. A mí lo que me llamó la atención fue cuando en una época Reutemann era candidato a presidente por excelencia y que también esto ocurrió con De La Rúa. Se pueden comparar estos estilos de hacer política y la película de Peter Sellers «Desde el Jardín». Algunas veces se dijo eso de Scioli, pero después no se dijo nada más, porque sus éxitos hicieron que no se insistiera con eso. Pero, si es que llega presidente, la historia analizará esta etapa como algo enigmático en la política sobre cómo alguien pudo unificar poder en base a la no definición, a conceptos estratégicos de estudiante de secundaria. Yo creo que el Scioli de ahora es mucho mejor que el «más glorioso», pero el «más glorioso» era el que tenía fe, trabajo, farándula y esperanza. Ahí la vida es tan misteriosa que se resiste a todo análisis.

CAT: Y esto aparte de otro análisis: que en definitiva sea el próximo presidente a contra natura de su propio partido.

FG: Ahí la Argentina siempre está plena de hechos insólitos porque, además, otra cosa que habría que decir de él es que con fe, trabajo, farándula y esperanza, podría decir, bueno, con eso hizo una gobernación extraordinaria, pero tampoco hizo tal. Entonces es como un discurso minimalista, básico, que no dice demasiado, con una gobernación que dejó mucho que desear. Yo creo que en realidad el efecto es Cristina y no por su inteligencia superlativa, sino porque el fenómeno Scioli es un invento de Cristina, porque él es lo que ella no hubiera querido. El permanente ninguneo de Cristina generó la ilusión de un Scioli como un residuo no deseado de la estrategia de la presidenta. Al final generó una elección por conveniencia. El fenómeno Scioli es eso: que Cristina lo puso en el lugar de víctima; entonces a la gente le gustó salvarlo y quererlo irracionalmente.

CAT: Con Néstor le pasó lo mismo, porque él era la víctima.

FG: Claro, porque además están todas las cosas que le han dicho. Uno después se olvida, pero si hiciéramos archivo… No fueron sutilezas, lo reprendieron, lo retaron públicamente, lo sermonearon y, eso es raro. A veces yo digo que hay que interpretarlo en lo psicológico. A mí me parece que ese concepto ni siquiera existe en lo académico pero hay que utilizarlo. Una cosa es querer y otra es querer querer, o sea, a veces uno quisiera querer algo, uno quisiera querer a alguien y no puede hacerlo. A Scioli la gente eligió quererlo… Por eso le perdonan cosas que a cualquier mortal no se las perdonarían. El otro día vi un reportaje que le hicieron sobre violencia de género y él se escapó por la tangente nombrando a la justicia. Eso lo decía Carrió hace mucho: «¿hasta cuándo vamos a seguir perdonando?»

CAT: La explicación sobre el rol de Cristina es importante, pero habría que tener en cuenta que ella en la provincia de Buenos Aires mide lo mismo o más que Scioli.

FG: Eso es otro tema. A veces los seres humanos buscamos la coherencia y sin embargo hay cosas que no tienen explicación. En una época me encontraba con gente que me conoce o conoce poco y me decían que yo era de uno de los pocos que decía «no sé» en la televisión. Reutemann pudo haber sido presidente pero no quiso y jamás tuvo comunicación.

CAT: Era raro, porque Reutemann carecía de comunicación; prácticamente no tenía mensaje.

FG: Son mentes muy extrañas a lo que sería una empatía mínima; no digo Scioli; estoy hablando de lo que era Reutemann, que pudo haber sido presidente. Yo nunca fui militante, excepto una sola vez que me acerqué a un grupo de campaña en la época de Néstor y vino la noticia de que lo había elegido a Scioli. Eso fue muy cuestionado, porque los muchachos peronistas no querían saber nada con Scioli. Entonces llegó alguien que dijo; «Miren compañeros, terminemos con esta historia; acá hay que reconocer algo: a la gente le gusta Scioli y contra eso no hay con qué darle.» Ésa fue la explicación política sustentada y yo estoy de acuerdo. A veces los gustos son irracionales.

CAT: También es cierto que Scioli se ha encontrado con rivales que no descollaron un mensaje diferente al de él, ¿no?

FG: Por supuesto, si acá hubiera aparecido un equivalente a un Frondizi, no estaríamos hablando más de Scioli. La Argentina da tantas buenas figuras en el arte, la ciencia y el deporte, pero no las da en la política.

CAT: Desde que murió Alfonsín y Menem entró en su etapa de bajo perfil, no ha aparecido una sola figura que descollara… Mediáticamente se impuso ahora la idea de que Massa había crecido y que ese crecimiento se tendría que reflejar en puntos, ¿pero es eso lo que está pasando?

FG: Ahí se dio un fenómeno raro entre Massa y Macri. Cuando se hablaba de la polarización, yo fui muy crítico, porque no había números de polarización sino de una ventaja importante. El residual del concepto de la polarización es de 40-30-20.

CAT: Pero este tremendo protagonismo de Massa opacó a los candidatos que están arriba de él. ¿Esto tampoco se vio reflejado en los puntos?

FG: No, eso seguro. No es que Massa esté segundo. Yo creo que nosotros fuimos los únicos que en alguna mención, que fue la del día posterior al debate, lo tuvimos segundo, a un punto arriba en un empate técnico. Y yo dije: Ojo, esto es la espuma del día después, porque Massa había «robado» los segundos de silencio en el debate. Para nosotros está un poco arriba Macri. Además, hay que ver cómo se resuelve, porque todavía quedan algunos días en los que los candidatos pueden llegar a decir algo, no lo sé.

CAT: Históricamente, ¿hay casos en los que se modificaron las tendencias en plazos tan breves?

FG: Yo no sé qué va a pasar con el tema Massa-Macri. Puede pasar cualquier cosa. Esto me hace acordar a Lousteau. Cuando se planteó el tema de Larreta y Lousteau, era un axioma que Larreta iba a ganar por 20 o por 15 puntos. Y bueno, nosotros, que dentro de todo fuimos los que más le dimos crédito a que Lousteau iba a dar pelea, al final terminamos dando una diferencia de 7 puntos. Al otro día, eso después se leyó como un papelón de los encuestadores. Yo iba a los programas a decir que Lousteau iba a dar pelea, mientras todos me miraban como riéndose de lo que decía. Y ahora, con lo de Massa pasa lo mismo, porque yo creo que él es un tercero claro en este momento, pero no descarto que pueda dar pelea. Depende de él. Por lo que estoy viendo, hablando de campaña, me parece que la de Macri es la mejor y eso hace que esté en segundo lugar a pesar del caso Niembro, que lo golpeó bastante.

CAT: ¿Técnicamente es la mejor campaña?

FG: Sí. Si hablamos de la que más hace efecto, yo creo que es la mejor, porque la de Scioli es nada, es simplemente acompañar lo que ya está, y la de Massa es buena en cuanto a los conceptos. Si uno lo analiza purísticamente, diría que la de Massa fue muy buena, porque puso el acento en las propuestas y demás. Ahora lo que pasa es que Macri, en realidad, lo que le hizo a Massa en management es lo que llamamos el arte de la copia creativa. Hace un par de meses salió un video en el que revelaba que la estrategia de Durán Barba era no hacer propuestas. Y luego Macri se dio cuenta de que sí había que hacer propuestas. Para mí lo que tuvo de interesante la campaña de Macri es que se dio cuenta de esto y pudo comunicar sus propuestas de una manera más clara para las personas. Porque las personas, cuando escuchan a Macri diciendo «cambiemos» y «podemos», se sienten a gusto, y la gente le creyó en términos relativos. En cambio, me parece que la campaña de Massa tiene más concepto, pero no sé si llega tanto el modo de comunicar.

CAT: Vamos a suponer algo probable, un escenario de ballotage con una diferencia entre Macri y Scioli pequeña. ¿Puede ocurrir que se dé un momento psicológico en el que Scioli pueda parecer derrotado por no haber podido ganar en primera vuelta?

FG: Claro. Yo creo que eso puede pasar. Hasta ahora, ha quedado la impronta de que el kirchnerismo siempre gana. Lo que pasa es que, cuando caiga, puede darse una catástrofe. Yo creo que depende de cómo llegue al ballotage la diferencia entre Macri y Scioli. Ahora, lo que dice Massa tiene razón: Macri en un ballotage no gana. No hay que tener una hipótesis muy rebuscada. Es claro que muchos votantes simpatizan con el peronismo, que Macri es su límite y que les gusta más Massa, porque Scioli no es un peronista puro sino que está contaminado de esa percepción por el kirchnerismo, que para ese grupo no es un peronismo típico. En un ballotage hay más simpatía por Scioli, que es un peronista, que por Macri.

CAT: Habiendo ballotage me imagino los problemas que puede haber entre la dirigencia oficialista con un Scioli bastante incómodo por el fuego amigo.

FG: Esa gente va a patalear, pero eso no quiere decir que la gente vaya a votar a Macri. Estoy de acuerdo con ese razonamiento pero esos mismos que van a tirar contra Scioli lo van a votar igual que lo reprenden. Los que votaron a Scioli en la primera vuelta lo van a volver a votar y, de los que votaron a Massa, la gran mayoría va a acompañarlo.

CAT: ¿Va a haber voto útil?

FG: Sí, hay voto útil. Descontado que hay. Porque, por ejemplo, a muchos de los que votan a Macri les gusta más Massa pero lo que pasa es que creen que el voto útil es con Macri. Ahora Massa dice que lo que creen que es útil en realidad es inútil porque lo útil es poder ganarle al kirchnerismo y el único que puede ganarle en segunda vuelta es él. Tiene razón, pero tiene una parte de una verdad, la otra parte es la que dice Macri sobre que él va primero, porque está más cerca. El problema para Massa es que las razones de Macri son más simples, en cambio las de Massa son mucho más rebuscadas y yendo a supuestos. A mí me parece que Massa está bien apelando a eso, pero no creo que deba ser su principal estrategia y para ganar hay que hacer algo muy diferente.

CAT: Esta elección es muy extraña, ¿cuáles cree que sean los factores que hacen que sea muy atípica?

FG: El principal problema es que la oposición no actuó con inteligencia. Eso se lo atribuyo a Macri, porque de alguna manera actuó en función de lo que le vendió Durán Barba, que lo hizo convencerse de que la mejor manera era ir solo porque, si podía ganar solo, ¿para qué un socio? Yo creo que lo convenció de que tenía más chances yendo solo que acompañado. Ahí privó la razón de Durán Barba y de Carrió sobre lo que Macri decía, que quería un acuerdo amplio. Hasta que dijo que Massa no entraba. Eso no funcionó. No era tan complicado hacer un acuerdo de frente común; a ver, de cada 10 cosas que decimos, que 8 sean contra el gobierno.

CAT: En cuanto a Scioli como candidato, en el balance, ¿resulta exitoso o limitado?

FG: Scioli es Scioli, siempre fue esto: un hombre de moderación y nunca se salió del libreto. Eso le dio mucho éxito en mucho tiempo, y ya sabemos cómo son esas cosas. Si fue exitoso, ¿para qué va a cambiar? Lo que sí es claro es que no tuvo una estrategia buenísima; si no, no se estaría planteando la duda del ballotage a días de la elección. Como político, jamás se caracterizó por tener jugadas extraordinarias ni estrategias.

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