Por Carlos Tórtora.-

Cada vez que se insinúa algún precandidato presidencial kirchnerista, inmediatamente desde el entorno de Cristina Kirchner se despliega una ofensiva ratificando la candidatura de ella. Se trata de la forma que encuentra la vicepresidenta para disciplinar a su tropa y dejar en claro que sólo ella podrá ser la gran electora del candidato. Sólo Alberto Fernández escapa a esta lógica y se prepara para presentarse en las PASO contra Jorge Capitanich u otro delegado de ella. En caso de vencerlo, sería el vencedor del kirchnerismo. En este juego se encuentra atrapada la cúpula del Frente de Todos. Esto con el agravante de que el tiempo se agota y que Sergio Massa sólo podrá proveer al oficialismo de cierta estabilidad en las variables económicas.

Pocas variables

Así las cosas, no parece haber muchas más variables en el juego de la candidatura presidencial. Es poco probable que Cristina y Alberto lleguen a un acuerdo, porque el único capital político que le queda al presidente es representar el anticristinismo. En cuanto a ella, presentarse para caer en el ballotage sería un final catastrófico. La búsqueda, tal cual se da hoy, es la de un candidato que marche a la derrota sin culpar por la misma a Cristina. Algo que no parece ser fácil.

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