Por Carlos Tórtora.-

La excarcelación de Cristóbal López mediante un fallo de la Sala I de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal con el voto de Jorge Ballestero y Eduardo Farah, que cambió la carátula de la causa a “apropiación ilegal de tributos”, será apelada por la AFIP -como no puede ser de otra manera- aunque sus repercusiones darían para más. La indignación en el ámbito del gobierno es relativa, porque la sentencia puede tener que ver en el futuro con eventuales fallos favorables a actuales funcionarios del gobierno, acusados por evasión tributaria en relación a fondos de empresas offshore de su propiedad. Por otra parte, en medios cristinistas se da como un hecho que próximamente otro fallo dispondrá la liberación de Carlos Zannini, detenido por el caso del Memorándum de Entendimiento con Irán. Los soldados de La Cámpora ya pintaron en muchas paredes “libertad a Zannini, preso político” y este fin de semana otro liberado recientemente, Amado Boudou, estuvo presente en la cumbre peronista de La Pedrera, en Mercedes (San Luis).

La reunión en cuestión admite una doble lectura. Por un lado, pocos imaginaban que la hostilidad del gobierno y la justicia contra Hugo Moyano iban a precipitar que, con Alberto Rodríguez Saá como anfitrión y Jorge Capitanich como principal operador, Hugo y Pablo Moyano iban a abrazarse públicamente con la plana mayor del cristinismo, esto es, Agustín Rossi, Andrés Larroque, Axel Kicillof y Amado Boudou. Es cierto que esta nueva entente tiene un gran potencial interno en el peronismo y que podría sobre todo hacerse sentir en la Provincia de Buenos Aires. Sin embargo, no es menos cierto y así se advirtió en el gobierno, que desde el marketing político que manipula Jaime Durán Barba, la foto de los que se reunieron en San Luis todavía podría asustar a ciertos sectores de clase media que, aunque quejosos de Macri, no se olvidarían de los escandalosos años finales del cristinismo.

Una cuenta que le cierra a Macri

Sea como fuere, lo cierto es que, en parte debido a los tejes y manejes del macrismo y también por la propia inercia peronista, se está consolidando una división del justicialismo que puede llegar a ser profunda.

Por un lado está el eje CFK-Moyano-Rodríguez Saá y por el otro el “peronismo bueno”, como ironizan en el Congreso para encuadrar al arco que va desde Sergio Massa (ahora con Florencio Randazzo) hasta Miguel Ángel Pichetto, pasando por Juan Manuel Urtubey, el gobernador sanjuanino Sergio Uñac y varios otros gobernadores más. En lo que parece ser una respuesta a la movida de San Luis, el próximo 6 de abril Pichetto se pondrá a la cabeza del peronismo moderado con un acto en Gualeguaychú. El think thank de la revista Movimiento 21 con Daniel Basile, Humberto Roggero y Edurado Rollano, acompaña el proyecto junto al embajador argentino en Madrid, Ramón Puerta. El “peronismo bueno” dependería en Buenos Aires de llegar a un acuerdo con Massa y apuntaría a convencer a Urtubey de que abandone su quietismo y se proclame precandidato a presidente. El salteño duda y le teme a la Casa Rosada (aunque ésta podría buscar a través suyo profundizar la fractura peronista). A todo esto, un influyente del peronismo, Eduardo Duhalde, se llamó a silencio y observa el panorama.

De hecho, hoy el peronismo estaría partido en tres si contamos a Massa pero todo indica que, con el paso del tiempo, éste deberá optar entre aliarse al peronismo federal o al proyecto neocristinista. Con dos fórmulas presidenciales peronistas, Macri tendría asegurada la reelección en un probable ballotage. Esto, salvo que haya un pacto de unidad entre las dos corrientes peronistas antes de la segunda vuelta y suponiendo que el esquema actual se cristalice.

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