Por Carlos Tórtora.-

Las mediciones oficiales confirmarían un aumento progresivo de la circulación de personas y vehículos en la Ciudad de Buenos Aires que llegaría al 20 por ciento. Esto indicaría una fuerte tendencia al relajamiento de la cuarentena que el gobierno tendría muy en cuenta, a partir de que el cumplimiento del aislamiento exige un alto consenso. En paralelo, son 58 los intendentes bonaerenses que le pidieron a Axel Kicillof que, ya que no tienen casos de coronavirus en sus ejidos, se les permita pasar a una cuarentena comunitaria. Si esta tendencia se profundiza en las próximas dos semanas, la tercera etapa del aislamiento terminaría en crisis. Simultáneamente, algunos sectores de la industria y el comercio están aumentando sus presiones -por ejemplo, los shoppings y la construcción- con el argumento de que si no hay una rápida apertura entrarían en una zona de colapso. La reaparición de la corrupción también estaría deteriorando la confianza en las medidas del gobierno. Al escándalo de la compra con sobreprecios de alimentos por parte del Ministerio de Desarrollo Social le sigue ahora la compra publicada el 8 de abril en el Boletín Oficial porteño, a través de la cual se autoriza a la Dirección General de Abastecimiento en Salud a adquirir 15 mil unidades de barbijos marca 3M de alta eficiencia por un total de 45 millones de pesos a la firma Green Salud S.A., perteneciente a Ignacio Sáenz Valiente, director del Grupo Clarín y de Telecom. Estamos hablando de 3000 pesos por barbijo.

El miedo a los conurbanos

En dirección contraria se están moviendo los intendentes del segundo cordón del conurbano que, en líneas generales, temen una ola de contagios en los barrios marginales de sus jurisdicciones. También Juan Schiaretti y Omar Perotti, gobernadores de Córdoba y Santa Fe -las dos provincias con grandes conurbanos luego de Buenos Aires- se inclinan por mantener la inflexibilidad de la cuarentena. Como es obvio, el presidente se anota en este bando y es partidario de una apertura muy lenta, aunque también es sensible a los cambios de humor en la sociedad.

Es obvio que cuando Alberto les pidió a los gobernadores e intendentes que propusieran flexibilizar la cuarentena en sus distritos buscó en esto una válvula de escape a las presiones, transfiriendo además parte de las responsabilidades a terceros. Ahora se marcha hacia una división del mapa entre distritos con cuarentena estricta y con flexibilización.

Situado en el centro de todas las presiones, Alberto tiene a su cargo regularlas. Las amenazas que lo acechan están claras: si no flexibiliza rápido el aislamiento, el desastre económico puede deteriorar seriamente al gobierno y, si cambia y flexibiliza, se arriesga a un repunte del número de casos, cuya gravedad no se puede pronosticar.

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