Por Carlos Tórtora.-

La intervención del PJ nacional dispuesta por la jueza María Servini de Cubría sinceró al máximo la fractura del peronismo que ya estaba planteada entre el eje CFK-Alberto Rodríguez Saá y la aparición, la semana pasada en Gualeguaychú, de una entente “legislativa” entre Miguel Ángel Pichetto, Sergio Massa y los senadores de media docena de provincias peronistas. Con la intervención dispuesta ayer, es obvio que Cristina Kirchner pierde el débil control que tenía sobre el aparato partidario a través de José Luis Gioja, que ayer se atrincheró en la sede partidaria para resistir el ingreso de Barrionuevo rodeado por militantes de La Cámpora y de Rodríguez Saá. Como Gioja apeló la decisión de Servini ante la Cámara Nacional Electoral, sus dos integrantes, Santiago Corcuera y Alberto Dalla Via serán los que deberán confirmar la designación del líder gastronómico.

La elección de un sindicalista altamente conflictivo y propenso a no callarse tiene un tono de amenaza hacia los gobernadores justicialistas que controlan los respectivos PJ locales. Con argumentos políticos parecidos a los fundamentos de la sentencia de Servini, podría Barrionuevo intervenir la mayor parte de los peronismos provinciales. En este sentido, el jefe de los gastronómicos es una pistola puesta en la cabeza de los mandatarios peronistas. Para empezar, el presidente del PJ bonaerense, Gustavo Menéndez, estaría en la lista de damnificados por la decisión de Servini. La Cámara Nacional Electoral tiene demorada desde hace dos meses la apelación presentada por los apoderados de la Línea Justicia y Dignidad, Omar Gadea y Oscar Diani, contra la sentencia de primera instancia que rechazó el pedido de nulidad de la interna para la elección de autoridades que en diciembre pasado consagró a Menéndez presidente del Partido. Con los nuevos vientos que soplan, la estabilidad del cristinismo en la conducción del mayor distrito es entonces relativa. Habiendo perdido el PJ nacional, el cristinismo se encamina ahora hacia reforzar Unidad Ciudadana, es decir, el aparato político controlado por La Cámpora.

El desborde de las internas

Al decir de varios senadores del PJ, Barrionuevo habría hablado con Pichetto antes de asumir pero no así con Massa, al que muchos señalan como un beneficiario de la intervención, ya que la esposa del primero, Graciela Camaño, es una de sus principales dirigentes. Camaño rivaliza con la mujer del tigrense, Malena Galmarini, porque ambas quieren el primer lugar en la lista de diputados nacionales del massismo el año que viene.

La crisis que acaba de instalarse con la expulsión del cristinismo del PJ nacional deja como gran beneficiario a Mauricio Macri ya que, por lo menos hoy, las posibilidades de un acuerdo de unidad en el peronismo son prácticamente inexistentes. La judicialización de la lucha interna partidaria parece un camino sin retorno que difícilmente deje lugar para una normalización partidaria prolija.

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