Por Carlos Tórtora.-

Todas las campañas electorales tienen un capítulo escabroso, que apunta a voltear a uno o varios de los candidatos en pugna. En el 2009, fue la resonante denuncia, que tramitó el removido Juez Federal de Campana Federico Faggionato Márquez, tratando de implicar a Francisco de Narváez, candidato a diputado nacional, con el tráfico de efedrina. La operación terminó en un verdadero desastre y De Narváez, aliado a Mauricio Macri y Felipe Solá, ganó la elección.

Ahora, el tráfico de efedrina es el eje del embate contra Aníbal Fernández, precandidato a gobernador bonaerense por el Frente para la Victoria. En el programa Periodismo Para Todos, que conduce Jorge Lanata, presentaron un informe donde un ex policía, preso por homicidio y por sus vínculos con una banda que traficaba efedrina, asegura que el actual jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, fue el «autor ideológico» del asesinato de tres personas: Sebastián Forza, Leopoldo Bina y Damián Ferrón. El 7 de agosto de 2008, los tres supuestos empresarios, que según probó la Justicia se dedicaban a traficar drogas, iban a una reunión en la localidad bonaerense de Sarandí, pero no fueron vistos durante casi una semana, hasta que el 13 de agosto sus cuerpos aparecieron en General Rodríguez, a la vera de la ruta 24. Luego se supo que planeaban conformar una nueva organización narco, abrirse de la que ya integraban, y llevarse una gran agenda de contactos.

Martín Lanatta fue condenado a prisión perpetua por «privación ilegal de la libertad agravada en concurso real con homicidio agravado por ensañamiento, alevosía y por la participación de más de dos personas». El jueves 20 de diciembre de 2012 recibió su pena, junto a otros tres criminales, entre ellos su hermano Cristian.

El actual escándalo tiene por cierto más consistencia judicial -y sobre todo más credibilidad pública- que el que afecto a De Narváez. Es que el actual Jefe de Gabinete viene precedido por una larga serie de indicios que lo vinculan a ciertas operaciones de narcotráfico y a la campaña por la despenalización del consumo de drogas.

El asunto tiene la potencialidad suficiente no sólo para incidir en el resultado de la elección para gobernador. Eventualmente, si el escándalo se instalara persistentemente en el primer plano, podría hasta cambiar el resultado de la elección presidencial.

Un jaque que puede ser mate

Daniel Scioli estaría prácticamente tan preocupado como Aníbal F. Es que la denuncia contra éste es muy reciente y las encuestas lo muestran encabezando la competencia con Julián Domínguez por alrededor de 5 puntos. En este punto es donde podrían desencadenarse las consecuencias electorales. Si el Jefe de Gabinete gana en las PASO del próximo domingo la candidatura a gobernador por el Frente para la Victoria, a Scioli se le abre una perspectiva dramática. Entre el 9 de agosto, fecha de las PASO, hasta el 25 de octubre, día de la primera vuelta, hay de por medio dos meses y medio. En un plazo tan largo, el narcoescándalo podría golpear seriamente a Aníbal e implicar una fuerte pérdida de votos para Scioli. Las consecuencias serían obvias, si el gobernador bonaerense pierde 4 o 5 puntos de votos de la clase media que, para evitar el avance narco, se volcarían a Mauricio Macri, le sería casi imposible a aquel alcanzar el 45% de los votos que le permitirían consagrarse presidente sin pasar por una peligrosísima segunda vuelta.

En un país con una cultura política más sofisticada que el nuestro, cabría la posibilidad de que un amplio sector del electorado corte boleta en la primera vuelta y vote, por ejemplo, a Felipe Solá para gobernador y a Scioli para presidente. Pero en nuestra tradición, el corte de boleta es mínimo. Lo más probable es que un movimiento de repudio a Aníbal implique una pérdida masiva de votos para Scioli.

Para darle a este escenario más entidad, Solá avanza en las encuestas y hay quienes piensan que, si debe competir con Aníbal, éste hasta correría el riesgo de perder la gobernación y Sergio Massa se vería favorecido en las urnas.

Curiosamente, nuestro sistema legal hace que el narcoescándalo sea más peligroso para Scioli que para el propio Aníbal. Es que en Buenos Aires gana el que suma un voto más, mientras que para presidente existe la posibilidad del ballotage. ¿Cómo hará el ex motonauta para no hacer campaña sin subirse a diario al mismo palco que Aníbal y enfrentar juntos a las cámaras? Tampoco tendría escapatoria alguna para que todos los días lo interroguen sobre el hombre que se candidatea para sucederlo. O sea, una verdadera trampa mortal.

En síntesis, si el narcoescándalo avanza pero no impide que Aníbal sea candidato a gobernador, Scioli cargará con una mochila muy pesada para octubre. Tanto que puede llegar a aplastarlo.

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