Por Carlos Tórtora.-

A dos semanas de las PASO, la mayor parte de los sondeos de opinión le asignan al Frente de Todos una diferencia a favor que no es imposible pero si difícil de descontar. Lo más probable, entonces, es que se dé un triunfo kirchnerista acotado cuyas implicancias hay que empezar a evaluar. Paradójicamente, la derrota por un margen moderado en las PASO es el escenario que más se ajusta al relato oficial. Éste sostiene que los mercados recibirían con reacciones negativas la cercanía de los Fernández con el poder y que podría haber señales de una corrida cambiaria al margen de un aumento de la fuga de capitales y un clima de inestabilidad generalizado. De ocurrir esto, seguramente el macrismo podrá trabajar con mayores chances en la búsqueda del voto miedo para la primera vuelta. Un país con el dólar fuera de control es el paisaje ideal para convocar a evitar que Alberto F llegue a la Casa Rosada.

Pero el problema de este cuadro es que el gobierno pagaría a su vez un altísimo costo por una corrida cambiaria, ya que sería difícil que la responsabilidad sobre la misma les sea imputable a los Fernández y no también a los errores del macrismo. El principal factor que le da estabilidad actualmente a la gestión de Macri es mantener controlado al dólar. Si esto hace crisis, la confianza pública caería rápidamente. ¿Qué prevalecería en la opinión pública, las culpas del gobierno o las del kirchnerismo? Hasta el momento, Alberto F se las arregló para enviar señales tranquilizadoras a los mercados. Una de las mismas fue la confianza depositada en Guillermo Nielsen, con el costo del enfrentamiento de éste con Axel Kicillof. Otra señal de razonabilidad por parte del candidato fue sostener que gobernaría apoyado en los gobernadores, que son la expresión más moderada del PJ. Nuevamente en este punto se abren interrogantes: ¿podría el kirchnerismo mostrar una imagen lo suficientemente moderada y creíble como para frenar la agitación del mercado? Desde ya que un triunfo K en las PASO que fuera recibido con calma por el mercado tendría un enorme valor político.

Fuera de control

De más está decir que en realidad ninguno de los dos bandos en pugna puede controlar los efectos económicos de un resultado electoral sobre un mercado dominado por la desconfianza. El gobierno ha perdido la calle y está obligado a jugar de contragolpe. Su gran esperanza está en el plus de votos que le daría Córdoba y en aumentar su ventaja en la Capital. Alberto F, a su vez, presionó a Omar Perotti para que se comprometiera con la campaña presidencial y lo mismo hizo con el sanjuanino Sergio Uñac. En una docena de municipios del conurbano, macristas y kirchneristas están en un virtual empate técnico. Esto lleva a la conclusión de que unas cuantas comunas van a cambiar de manos en octubre. Analizando la escasa creatividad de las campañas y la ausencia de todo tipo de sorpresas, no queda duda de que ambos bandos se reservan sus mejores armas para la campaña de la primera vuelta. La verdadera campaña empezará entonces el 12 de agosto.

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