Por Carlos Tórtora.-

Tal como señalamos, Javier Milei habló ante la Asamblea General de la ONU cuidándose de entrar en conflicto con otros gobiernos. No hizo una sola mención acerca del régimen chino, contradiciendo la versión que hablaba de una condena al comunismo oriental. Pero más llamativo aún que no atacó el gigantesco fraude electoral cometido por Nicolás Maduro en Venezuela, que fue su tema internacional favorito desde que se desatara el escándalo el pasado 28 de julio.

La agresividad del presidente se descargó contra la ONU, que en la práctica es ir contra nadie, y también atacó a la Agenda 2030. Fuentes de la Cancillería atribuyen este giro a las presiones del Departamento de Estado, que intentaría bajarle el perfil a la crisis venezolana, para encarar una negociación diplomática.

En las últimas 48 horas, Milei sufrió un golpe, porque repitió su credo ultra liberal en la Bolsa de Nueva York, pero las acciones argentinas en los EEUU bajaron. Es que las dudas acerca de la política económica se siguen acumulando mientras la mayor parte de las encuestas coinciden en mostrar un brusco descenso de la imagen positiva de la gestión.

Con pocos aliados

Es evidente que Milei no sólo está en crisis en el frente interno sino que su rol como vocero de la internacional de ultraderecha también tambalea.

La carrera presidencial triunfalista de Donald Trump está ahora en duda y el retorno al poder de Jair Bolsonaro en Brasil es una expectativa lejana. En el plano diplomático, América Latina pivotea alrededor del triángulo compuesto por Brasil, México y Colombia. Esto quiere decir que la Argentina, sin aliados de primer nivel, transita por el carril de la marginalidad.

Con su pelea escandalosa con Pedro Sánchez, Milei lesionó las relaciones de Argentina con la Unión Europea y esto se notó en la frialdad que envolvió su breve paso por Alemania. Sus relaciones con Emanuel Macron y Giorgia Meloni son buenas pero hasta ahora no le trajeron ningún beneficio al país.

En síntesis, el líder libertario no consiguió consolidar un objetivo básico de política exterior: un sistema de alianzas que impulse acuerdos económicos significativos.

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