Por Carlos Tórtora.-

Una vez más, la crisis brasileña, sumada a los lineamientos centrales económicos de Donald Trump y al andar poco decidido del gobierno nacional, alejan el escenario de una reactivación importante y sientan las bases para un año electoral particularmente duro y complejo. El solo anuncio de que hay unas 100 empresas argentinas investigadas por su conexión brasileña con el Lava Jato, ya echa por tierra cualquier construcción de un clima de inversiones que, por otras parte, no tiene condiciones objetivas. Mauricio Macri intenta armar un rompecabezas en el cual puedan insertarse bloques del peronismo junto a los socios que integran Cambiemos, o sea, la UCR y la Coalición Cívica.

La tesis que domina la estrategia oficial es propiciar la fragmentación del voto peronista. Pero se trata de una intención que choca con los límites de la realidad: cualquier dirigente peronista sabe que si hay más de dos postulantes a senador nacional por Buenos Aires por el peronismo, ya a partir del tercero es casi seguro que ninguno alcance la minoría. Así que listas “en serio”, o sea para competir con el PRO, la lógica electoral impone que sólo puedan existir dos.

Esta limitación natural también se da en los niveles municipales y seccionales. Es decir, ningún sector opositor invertirá fondos y utilizará su aparato para competir en un terreno ya saturado de candidatos con votos. En resumidas cuentas, la fragmentación peronista tiene un límite y los candidatos sin mediciones serias pasarían a ser testimoniales.

Otra cuestión es qué costo tiene para el macrismo este aire de peronización que viene insuflando en las últimas semanas. En las filas radicales son muchos los que hablan de que Macri esta ganándose un voto de desconfianza de su electorado antiperonista. Martín Lousteau expresa esto en la Capital pero todavía no se ve claro si habrá una disidencia de Cambiemos que apunte en este sentido en Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, etc.

Si el macrismo consigue armar un arco electoral que abarque desde el antiperonismo acérrimo hasta ex kirchneristas, habría logrado un engendro similar al que alguna vez intentó Raúl Alfonsín con su proyecto tercermovimientista. Cabe dudar, en primer lugar, de cómo responderá el electorado peronista semicontrolado por los aparatos de los intendentes, en el caso del conurbano, que seguramente harán el tradicional juego doble de poner fichas en las listas del gobierno y otras en las de CFK, Massa o quien se presente en la vereda de enfrente.

Es obvio, por otra parte, que si Massa opta por la solución light y les cede las candidaturas principales a Malena Galmarini y Margarita Stolbizer, habrá consolidado su condición de aliado de María Eugenia Vidal dando un paso al costado hasta el 2019. ¿Cuánto puede costarle esto al tigrense? Es difícil decirlo. El jefe de los renovadores lo que estudia con atención es qué hará CFK, procesada y todo. Con su más de 25 por ciento en Buenos Aires, la ex presidente le disputa a Massa cabeza a cabeza su ubicación en el podio. Si Cambiemos se impone, Massa o Cristina no llegarían a senador por la minoría y sería su final político.

En cambio, si alguno de los dos no se presenta, el camino quedaría bastante abierto para el otro. Hasta para ganar la elección. Cualquier tercera lista que se presentara, por ejemplo con Florencio Randazzo al frente, sería absorbida por esta polarización peronista.

El caso Carrió

Volviendo al oficialismo, el camino de las urnas está sembrado de minas. Una de ellas, siempre lista para explotar, es Elisa Carrió, que no se baja de su intención de ser primera senadora nacional por Buenos Aires, a lo cual no le dicen que no ni Jorge Macri ni la misma Vidal. Sin embargo: el discurso electoral de la jefa de la Coalición Cívica espantaría el voto peronista que se pretende convocar en una especie de suma cero.

Y el día que Carrió se vea fuera de juego -que es la otra posibilidad- podría recurrir a su reiterado rol de candidata disidente ante la supuesta traición del PRO a los ideales de Cambiemos. ¿Aceptaría la diputada volver a la Capital para enfrentarse con Lousteau? Es poco probable pero no imposible.

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