Por Juan Manuel Otero.-

Parecería que todo en su vida se basa en mentiras. Desde suponer capacidad de político sólo porque el corrupto riojano lo puso en un lugar inesperado en compensación de vaya uno a saber qué “asunto non sancto”, pasando también por la mentira de suponerse un hábil negociador y ejecutivo, siendo que quebró la tradicional casa de electrodomésticos de la familia, o amante de la justicia, siendo que el incendio de su ilegal quincho provocó daños que no compensó y muerte que no redimió, o intentar hacernos creer que estábamos ante un campeón mundial de motonáutica cuando en realidad corría contra Margarito Tereré y a veces perdía, o un defensor humanitario de la familia y la mujer siendo que el reconocimiento a su hija de 19 años lo hizo forzado por un juicio de paternidad…

Finalmente dos períodos consecutivos de fracasos sociales, económicos, educativos, de seguridad en la Provincia de Buenos Aires son pruebas elocuentes de su incapacidad.

Y el gobernador nos insulta presentándolo como un modelo exitoso que ahora lo quiere implantar en la República.

Ese “modelo exitoso” sólo existe en su afiebrada y fantasiosa imaginación.

Nos habla de rutas cuyo calamitoso estado de abandono se comprueba sólo con transitarlas, matizadas con roturas de todo tamaño y profundidad. En ocho años de gestión se hizo menos de la décima parte de las declaradas oficialmente. Esas rutas deplorables han ocasionado más muertes que el cigarrillo, el cáncer y los delincuentes de gatillo fácil.

Y el gobernador se jacta de que no hace bicisendas sino autopistas y rutas.

De los hospitales podríamos hablar largo y tendido. Carentes de todo tipo de insumo hospitalario, sin gas, sin ascensores, con menos personal que el indispensable, generando una vergüenza que, sin escrúpulo alguno, se pretende tapar con la creación de unas burdas salitas de primeros auxilios en las cuales no existe siquiera atención pediátrica… Los bonaerenses, en tropillas, se vuelcan a los hospitales porteños colapsando su posibilidad de atención.

Y el gobernador nos insulta asegurando que su gestión “acerca la salud a la gente y la gente a la salud”.

La educación es paupérrima, aunque en su “defensa” debemos decir que se trata de un mal nacional. Pero dejando de lado su básica función, bien sabemos que son más comedores que casas de estudio. Y causa espanto escuchar a la directora de una escuela que tiene 300 alumnos explicar que recibe 150 raciones diarias y que, habiendo hecho llegar su inquietud a las autoridades responsables, la respuesta recibida fue que “las reparta a su criterio”.

Y el gobernador se llena la boca con los planes asistenciales de comida escolar.

De seguridad no hace falta hablar mucho, las muertes cotidianas, los robos, violaciones y tiroteos al más puro estilo Far West, hablan por sí mismos de una desprotección ciudadana sólo superada por la protección que la policía otorga graciosamente a punteros, narcos, barras bravas todo destino y demás indeseables, subsidiados y utilizados políticamente. Los crímenes que llegan a los noticieros (un 10% del total) nos mantienen informados de que el gran Buenos Aires es tierra de nadie, mejor dicho, tierra de delincuentes. El reciente asesinato de un joven de 18 años que salió en defensa de su madre ante un asalto es digno de mención. Su madre se adhirió a Las Madres del Dolor y luego de varias marchas recibió la oferta de llamarse a silencio (“dejarse de joder con las marchas”) a cambio de un buen puesto en la Municipalidad. Debe enorgullecernos que esta mujer haya rechazado el ofrecimiento y siga batallando en nombre de su hijo.

Y ésta es la Justicia y Seguridad de que nos habla el Señor Gobernador.

Señor Scioli, la ciudadanía se pregunta angustiada si Ud. dejará de mentirnos algún día, ¿o será que pretende llevar a la Nación el mismo “modelo exitoso” con que castigó a la Provincia de Buenos Aires?

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