Por Carlos Tórtora.-

Alberto Fernández acaba de dar un ejemplo de diplomacia dual llevada al extremo. Horas después de distender los vínculos con EEUU reuniéndose con el asesor de seguridad nacional de Joe Biden, Jake Sullivan, el presidente encumbró como Ministro de Defensa a Jorge Taiana, el lobista número uno de los intereses rusos y chinos en la Argentina. El sucesor de Agustín Rossi se dedicó, desde el 2003, entonces como canciller, a fomentar el acercamiento a esos dos países. Se trata del principal operador de la política multipolar que tanto defiende Cristina Kirchner.

Taiana, desde la presidencia de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, fue protagonista de hechos decisivos. El 28 de octubre del año pasado participó de la reunión en la que la presidenta del Senado, Cristina Fernández de Kirchner, recibió en su despacho al embajador de la Federación Rusa, Dmitry V. Feoktistov. Una fuente del Instituto Patria consigna que en esa reunión se habría definido el acuerdo estratégico con Moscú para la compra de la Sputnik V. En otras palabras, que Taiana, con bajo perfil, es uno de los hacedores del pacto con Rusia que confirmó la asesora presidencial Cecilia Nicolini en la recientemente revelada carta. En cuanto a China, Taiana desembarcó allí en el 2006 para explorar negocios en puerta para distintos rubros: desde centrales nucleares, hasta el desarrollo de tecnología 5G con Huawei a la cabeza o el estratégico negocio del dragado y balizamiento de la hidrovía Paraná-Paraguay. Desde entonces, Taiana fue tomando las riendas de las relaciones bilaterales.

Ahora, con este nuevo panorama, es probable que China intente retomar proyectos que se vieron truncados por Macri, como la construcción de una central nuclear en Campana. Se trata de una inversión de 9.000 millones de dólares con tecnología puramente china.

Cuando escaló la guerra comercial de los EEUU con Beijing, Taiana no dudó en definirse a través de una nota publicada en la revista Mundosur. Dijo: “El gobierno estadounidense prohibió a las empresas norteamericanas proveer de insumos a las empresas chinas Huawei y ZTE, tratando así de romper la cadena productiva global. Unos días después, Google decidió suspender sus vinculaciones con Huawei, obligándola a crear sus propios códigos operativos”. Y remata: que “detrás de esta ‘guerra comercial’ (entre Estados Unidos y China) existe el claro objetivo de impedir que China logre, en el futuro, el liderazgo científico-tecnológico global y también implica la subordinación de los países que consideran aliados”. La prédica anti EEUU de Taiana fue continua. El 28 de julio del año pasado, se reunió con el ex canciller brasileño Celso Amorim y ambos acusaron a los Estados Unidos de intentar ganar la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para presionar financieramente a los países latinoamericanos para que se alejen de China.

En cuanto al objetivo chino de explotar la hidrovía, la empresa china Cofco está dispuesta a ofrecer hasta un 30% menos del costo global de las obras. También está la gigante Shangai Dredging Company (SDC), que ya en el 2016 ofrecía un peaje de USD 2,25 la tonelada de registro neto frente a los USD 3,05 que cobra Hidrovía SA. También hay en esto un tema de fondo: el riesgo de la seguridad nacional. “El balizamiento de esos 1.200 kilómetros de ruta fluvial con dispositivos de GPS de China instalados a lo largo de los ríos implicaría un control absoluto del comercio argentino”, señala un diplomático argentino.

El bazar de las armas

Ahora, Taiana tendrá la posibilidad de incidir en el sensible mercado de armas, donde Rusia y China son grandes vendedores. Por ejemplo, la Fuerza Aérea Argentina ya estudió el caza chino Chengdu JF-17, la fuerza consultó por el muy superior Chengdu J-10, recibiendo como respuesta que ese avión no estaba disponible para la Argentina. Si bien China ha desarrollado una versión de exportación, simplificada, el problema no radica en si quieren exportarlo o no, sino en que China no está dispuesto a entregarle el caza más avanzado que tienen en servicio a un país con una política errática como la Argentina, donde ninguna fuerza política (ni oficialismo ni oposición) tiene una ideología clara ni un proyecto de país. Hoy la Fuerza Aérea Argentina espera negociar el Block III del JF-17 y ver qué, de todo el equipamiento requerido, China está dispuesta a vender, pero aún no se sabe qué tecnologías hoy estaría dispuesta China a entregar ni a qué costo, no económico, sino político.

En el caso de Rusia, más allá de que tampoco accedería a venderle a la Argentina su última tecnología, la realidad es que en aviación de combate el país se ha quedado rezagada, sin grandes desarrollos nuevos en materia de sistemas para las aeronaves que se estén fabricando en serie, mientras que su caza de quinta generación recién inicia su producción en serie. Rusia ha ofrecido el MiG-35, cuyos costos operativos están muy lejos de lo que la Argentina puede pagar, mientras que también ha ofrecido versiones del Su-30 y MiG-29, en general ya lejos de la primera línea tecnológica y con costos operativos prohibitivos. A eso hay que sumar que Rusia recién ahora empieza a mejorar muy lentamente el soporte logístico a sus clientes, que ha sido una pesadilla y una de las mayores causas de que muchos países opten por no comprarles material.

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