Por Carlos Tórtora.-

Las dos figuras últimamente más promocionadas de la política nacional acaban de sufrir la misma adversidad en el cierre de listas de precandidatos para las PASO del próximo 11 de agosto. Miguel Ángel Pichetto, pese a su estrella ascendente en el oficialismo -o más bien a causa de ella-, fue prolijamente marginado de las listas digitadas por Marcos Peña. Pichetto no consiguió intercalar a casi ninguno de sus dirigentes peronistas de confianza entre los candidatos a salir y sólo le ofrecieron en Buenos Aires candidaturas en el fondo de las listas. Muy profesional, Pichetto ni se inmutó y siguió adelante con su plan de trabajo como si nada. En la vereda de enfrente, su par, el candidato a vicepresidente Alberto Fernández, no tuvo mejor suerte. La confección final de las listas de TODOS se hizo a puertas cerradas en el Instituto Patria y los que pusieron y sacaron fueron Máximo Kirchner, Eduardo Wado de Pedro y Andrés Larroque. Cristina Kirchner supervisó el operativo a distancia y la concentración del poder de decisión fue tal que, por ejemplo, el influyente Martín Insaurralde confesó que no podía apoyar a nadie en ninguna lista porque todo lo manejaba La Cámpora.

En ambos casos, Pichetto y Fernández, se puso en evidencia que el poder real está en manos de Marcos Peña y La Cámpora, aun cuando en el marketing electoral el protagonismo lo tengan aquellos.

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