Por Guillermo Cherashny.-

La frase de Marcos Peña, el jefe de gabinete, en el sentido de que ganar la calle es anacrónico tiene un alto contenido de verdad y hay que darle la derecha al joven ministro. Pero en Brasil, marchas multitudinarias terminaron por obligar a Dilma Rousseff a renunciar a la presidencia, aunque las causas de esas marchas son distintas a las de la Argentina.

En efecto, la presidenta brasileña ganó las elecciones condenando el ajuste económico y, una vez que ganó, aplicó lo que prometía el líder opositor Aecio Neves. Y la clase media brasileña no lo aceptó y se movilizó masivamente.

Hoy en día, después de ver con buenos ojos al presidente Temer con su ajuste, como no tiene buenos efectos, se empezó a movilizar nuevamente la clase media, pero no con la intensidad con que lo hacían contra Dilma.

Volviendo a la frase de Marcos Peña, tiene razón sobre la marcha de la CGT, la docente y el 24 de marzo, ya que en las dos primeras la clase media estuvo ausente y participó un sector importante de marginales y en la docente, los maestros, que se han convertido en clase media baja. El 24 de marzo fue multiclasista, pero para hablar de ganar la calle con efectos políticos se puede mencionar el 13s y el 8n del 2012 y el 18a del 2013, que provocaron la derrota del sueño de Cristina eterna. Hoy en día, la clase media está en su mayor parte con Cambiemos; otro sector, con Massa-Stolbizer, y una minoritaria con los K. Además, Macri descartó el ajuste en su campaña electoral y desde que asumió tiene una política económica gradualista muy criticada por el liberalismo económico.

En conclusión, la clase media está lejos de apoyar una desestabilización del gobierno de Macri. Es más, apoya todavía a este gobierno, por cual por este año, por lo menos, Marcos Peña tiene razón.

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