Carlos Tórtora analizó con Jorge Giacobbe los primeros pasos del nuevo estilo de Macri.

CT: Una primera reflexión. Obviamente la tormenta de medidas económicas anunciada se ha diferido, se ha relativizado. Uno puede darle libre interpretación. ¿Vos creés que esto es, por ejemplo, para evitar turbulencias para fin de año?

JG: ¡Qué buena mirada! No se me hubiera ocurrido nunca eso, no. Yo creo que están haciendo lo que es más fácil hacer. Por lo que hablo con ellos, incluso hay una primera batería de temas que era, entre comillas, sencilla de resolver, lo que no quiere decir que no tengan complejidad los temas, ¿no? Pero es una complejidad sencilla de resolver, por ejemplo, lo de las retenciones. Me parece que ellos están trabajando en la esfera del ámbito simbólico. Van a producir 7 u 8 hechos de los cuales ya hay unos cuantos producidos que dan la definición del marco en el cual se van a mover. Ahora, conversando en privado con ellos, lo que me dicen es que no tienen la menor idea de dónde están parados, en ninguna área.

CT: Yo tomo las grandes promesas de Macri en su discurso de asunción como la lucha contra la corrupción, contra el narcotráfico y, obviamente, las grandes reformas económicas.

JG: Estos tres temas que promete Macri son terribles; son conceptualmente terribles; son de una magnitud enorme que, si se logra el 50%, la Argentina es otra.

CT: Claro. Hoy tenemos, por ejemplo, un debate, una discusión sobre el tema de las nuevas designaciones en la Suprema Corte, que le está agriando a Macri su excelente comienzo.

JG: Bueno, ocurre que eso es lo que va a pasar, digamos, en lo conceptual, está quedando un simbolismo por el que todo el mundo está de acuerdo. Ya cuando eso haya que bajarlo a nombres y apellidos, va a haber discusiones. Yo estoy pidiéndole a todo el mundo que no le tironee del saco a Macri. La situación es sumamente compleja para que el tipo arme un esquema. Después, los que somos más viejos sabemos que uno llega con los amigos y gobierna después con otros. Los amigos son los que vienen primero; luego vienen los que saben y luego se termina con los amigos. Es el ciclo más frecuente. De modo que es difícil pensar que todo lo que viene es todo lo que va a quedar.

CT: ¿Qué características le das a Macri como presidente? ¿Es un delegador?

JG: Sí, te diría que sí y no te diría que sí; no un delegador como Menem. Menem era un delegador por naturaleza.

CT: Es un gobierno al que le está costando un poquito a mi juicio arrancar… tal vez por falta de experiencia de la mayor parte de sus figuras.

JG: El sábado a la noche vino a cenar a casa un ex alto funcionario de Menem. Estaba solo, encantador el tipo, impresionante… La mujer estaba en el exterior, así que estaba solo. Tiene un apellido muy complicado, complicado en tema de historial, pero con mucha suela gastada. Estuvimos hasta las dos de la mañana cagándonos de la risa y me dio una definición impresionante: me dijo “no conozco a nadie entre los que se sentaron en el nuevo gabinete”. Si vos te ponés a pensar en lo que dijo el tipo, que es el dueño de la agenda del sistema político, fue contundente: me dijo “Jorge, no conozco a nadie, al único lugar a donde fui es a la jura de Ritondo, que es un amigo. No conozco a nadie de los que se sentaron; lo que se sentó no tiene nada que ver con el sistema político, y ahí está la clave”.

CT: ¿A quién se parece Macri? ¿A Piñera?

JG: No se parece, pero huele a eso. Sí, porque vos sabés que me impacto tanto la frase que dijo este hombre. Está el puente Corrientes-Chaco derrumbado, y está el Río Paraná ahí en el medio del puente; esto se va a ver.

CT: ¿Vos creés que Macri es tan revolucionario que intenta cambiar las reglas del juego políticas?

JG: No, a mí me parece que Macri no es un extremista; no tiene la cabeza de un extremista.

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