Por Guillermo Cherashny.-

La declaración de 300 periodistas que condenaron una supuesta detención de algunos ellos que nunca se produciría demostró que el gobierno -o más bien lobos solitarios importantes del Frente de Todos- son tomadas por el periodismo que apoyó a Cambiemos y que utilizó escuchas telefónicas e información de inteligencia logre abroquelar atrás suyo a sector importante del periodismo que no ve con simpatía este gobierno. En efecto, acusar a Jorge Lanata de ser el Astiz del periodismo es un grave error y un despropósito total, lo mismo que dirigentes y periodistas K pidan la detención de Luis Majul por su relación con la Dirección de Operaciones de la AFI; como se escucharon audios por la televisión y transcripciones de whatsapp es otro disparate, porque no constituye ningún delito. Pero para los que sostienen la teoría del lawfare, los medios que presionan para obtener condenas de políticos populares por supuesta corrupción son pasibles de ser juzgados y quizás ser condenados. Pero en nuestro código penal el lawfare no está tipificado como delito y por tanto no pueden ser imputados por sus conductas aunque moralmente sean detestables. Para que constituyan delito se debería probar que un organismo del estado -la AFI y o la Secretaría de Medios- otorgaron dinero negro o publicidad oficial a cambio de presionar a la Justicia con investigaciones que se muestran como producto de la actividad periodística cuando en realidad provienen de operaciones de inteligencia legales o ilegales, cuestión muy difícil de probar.

Las revelaciones de la causa de espionaje ilegal radicada en los juzgados federales de Lomas de Zamora fueron tan intensas que los periodistas aludidos en esos audios y whatsapps o atacados por funcionarios K que actuaban sin consenso del gobierno hicieron que cuando uno de ellos diga que era inminente la detención de un periodista, lo que motivó la solidaridad de todos los demás, al mismo tiempo que el camarista de La Plata recusó al juez Villena. Pero el colectivo de periodistas, en una actitud corporativa, quiere tumbar la causa del espionaje ilegal macrista para que su avance no le sume más desprestigio del que alcanzaron hasta ahora. Además, Jorge Lanata y Luis Majul, los blancos de la ofensiva paraoficial -y le decimos así porque ni el presidente ni los funcionarios de medios oficiales participaron del escrache a estos dos periodistas enamorados de sí mismos, como bien señala Horacio Verbitski,- aprovecharán para ganar protagonismo cuando Lanata pierde en su horario contra Bake Off, el programa de tortas de Telefé y Luis Majul está cuarto detrás de Sylvestre, Feinmann, TN y Sol Pérez, tuvieran motivos para victimizarse, y ahí está la torpeza o falta de voluntad del gobierno nacional en despegarse de los lobos solitarios que pedían la detención de los periodistas y así evitar la reacción corporativa.

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