Por Carlos Tórtora.-

Javier Milei hablará este fin de semana ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York, en su sexto viaje a los EEUU desde que asumió.

Este viaje presidencial tiene varias particularidades que lo diferencian de los anteriores. Para empezar, está la prudencia. Con un comunicado de la Cancillería, el gobierno aclaró que no tiene preferencias en la campaña electoral de los EEUU, abandonando así su otrora entusiasta alineamiento con Donald Trump. La nueva tesis oficial es que el gobierno será aliado de los EEUU gane quien gane en noviembre.

Esta moderación coincide con otro síntoma. Milei está espaciando sus declaraciones sobre la crisis en Venezuela y hay señales de que en este viaje hablaría poco y nada del tema, receptando la posición del Departamento de Estado en el sentido de que se debe manejar la situación con prudencia y sin escaladas de violencia verbal.

Por último, en este viaje el presidente seguirá una agenda oficial y no se presentará en ningún foro en su calidad de referente de ultraderecha.

Doble salida de Francisco

La agenda internacional del gobierno también se llenó esta semana de las advertencias del Papa sobre la corrupción y la represión en la Argentina. Lo que llama la atención es que Francisco se valió de dos temas para castigar al gobierno, lo que significa un grado importante de disgusto. No sin inteligencia, Milei eludió una confrontación verbal y sólo salieron a criticar moderadamente al Vaticano Lilia Lemoine y Manuel Adorni.

Por su parte, Luis Caputo estaría particularmente dañado por la denuncia papal porque el señalado por el pedido de coimas sería él.

Los libertarios quieren evitar que la protesta social se identifique con la Iglesia porque esto podría tener un efecto multiplicador.

En suma, se advierte en Milei un intento de moderar su imagen internacional dejando de lado al modelo de presidente agitador de hace unos meses.

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