Por Alexis Di Capo.-

La incesante expansión de Daniel Angelici, el presidente de Boca que lidera un grupo de poder cada vez más influyente en el espectro macrista, tiene en vista a la provincia de Buenos Aires. Gustavo Ferrari, socio de Francisco De Narváez, consiguió continuar como asesor general de gobierno luego de que venciera el mandato de Daniel Scioli, siendo confirmado por María Eugenia Vidal.

Angelici, ni lerdo ni perezoso, decidió establecer su cabecera de playa en Buenos Aires a través de Ferrari y, para sellar la alianza, le ofreció ser secretario general de Boca. Ferrari sería ahora el operador principal de Angelici en distintos temas de gran volumen económico y que se definen en la gobernación platense.

El municipio también

Pero la operación tiene otra faceta más. En el municipio platense, cuyo titular es Julio Garro, existe una figura que con el paso de los días acrecienta su poder dentro. Se trata de Fernando Rozas, un ex diputado provincial denarvaísta a quien el intendente de La Plata está delegando las unidades de negocios más importantes.

Rozas cultiva un perfil extremadamente bajo. Es difícil encontrar fotografías suyas de su paso por la Legislatura bonaerense y sólo en un puñado de ocasiones habló en el recinto. El anonimato es el lugar en el que se siente más cómodo. Asumió en 2011 por la primera sección de la mano de Francisco De Narváez y, a pesar de las fugas que sufrió el Colorado, siempre permaneció en esa bancada.

Directamente respondía a Gustavo Ferrari y tenía una carta ganadora que lo trasformaba en una pieza de poder dentro del denarvaísmo: era el apoderado del partido con el que el ex titular de Casa Tía pensaba llegar a la gobernación.

Sobre el final de su mandato, Ferrari logró sumarlo al gobierno de Daniel Scioli y ocupó el lugar de Adjunto en la poderosa Fiscalía de Estado. Esa incursión no terminó bien, toda vez que el ex motonauta se desprendió de él para ubicar en ese lugar a Mariano Cervellini, el yerno de Ricardo Casal.

Eyectado de ese lugar a fines de noviembre, Garro le pidió que fuera parte de su gabinete. Ambos se conocieron en la Legislatura y allí cultivaron una relación de confianza.

En algún momento sonó para jefe de Gabinete, pero Rozas prefirió operar desde las sombras. Por estos días es una de las personas que acumula mayor poder en un gobierno que no para de involucrarse en escándalos.

Es justamente por ese poder logró aglutinar en poco tiempo que se ganó algunos enemigos dentro del gabinete municipal.

La estructura es grande, pero cuenta con dos sectores importantes en términos de unidad de negocios. El primero es el Hipódromo de La Plata; el segundo es el Mercado Regional.

Según pudo saberse, el Hipódromo lo controla casi en persona, toda vez que significa un ingreso más que importante para las alicaídas cuentas del municipio.

Ya la gestión de Daniel Scioli le había dado a Pablo Bruera (el antecesor a Garro) parte de la gestión del Hipódromo, pero ahora la gestión de Vidal le dio al intendente el control total de las carreras y las apuestas.

En tanto, en el Mercado, existen varias cajas de recaudación: el canon por los puestos donde los productores venden sus productos, el estacionamiento de los camiones y el negocio de la descarga de mercadería. Estos dos últimos son los negocios más rentables y los que Rozas controla. Se sabe, además, que el mercado de La Plata tiene los costos más caros de la región en cuanto a la descarga de mercaderías, lo que hace que sean muchos los que quieren controlar esa actividad.

De este modo, sin prisa pero sin pausa, Angelici proyecta su sombra sobre el primer estado argentino.

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