Por Carlos Tórtora.-

Hoy por hoy, el mapa electoral para las PASO muestra dos fuerzas que fluctúan alrededor del 30 por ciento -Unidad Ciudadana y CAMBIEMOS- y otras dos en el orden del 10 -el lavagnismo y el Frente Renovador. Más atrás está Juan Manuel Urtubey, que se supone que sería superado por Massa en una primaria de Alternativa Federal. La desnaturalización de las primarias hace que las PASO sean, valga la redundancia, una primera vuelta. En efecto, como casi no hay competencia interna en las alianzas y partidos, lo que se mide es el caudal de votos, igual que en la primera vuelta. Siguiendo esta lógica de las PASO como falsa primera vuelta, tanto Lavagna como Massa corren el riesgo de desalentar a sus votantes si en las primarias no se colocan cerca de Cristina Kirchner o de Mauricio Macri. En otras palabras, que la primera vuelta bien podría funcionar como un ballotage anticipado con las terceras fuerzas muy desdibujadas.

El macrismo espera que CFK, cuando abandone su mutismo para hacer campaña, se muestre revanchista y asuste hasta a los votantes de Lavagna y Massa. Si en cambio la ex presidente aparece como moderada y convoca al peronismo no k, Macri está ante un serio peligro. La consabida hipótesis de la candidatura de CFK genere una corrida cambiaria se pondrá a prueba en la última semana de junio, plazo límite para la inscripción de las candidaturas. De existir la corrida, habrá margen para una guerra mediática, porque el cristinismo diría que es el resultado de los errores del gobierno y éste replicaría que se trata del efecto Cristina.

Hacia un ballotage sin árbitros

Otra consecuencia de que el sistema electoral tenga dos primeras vueltas es que podría no haber un árbitro en el ballotage. Si después de las PASO los votantes de Lavagna y Massa se vuelcan masivamente hacia Cristina y Macri, éstos quedarían muy debilitados para inclinar la balanza en uno u otro sentido en el ballotage.

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