Por Luis Tonelli.-

Las Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias de la Ciudad de Buenos Aires en la consideración de los analistas han tenido dos obvios resultados: ganó Macri y perdió el Gobierno. Cuestión de la que ha tomado nota toda la política, y generando “profundos” cambios en la estrategia de campaña. Por ejemplo, Eduardo Acastello, el candidato de FPV a gobernador por Córdoba decidido a imitar la ola amarilla ha anunciado que su vice será el cómico Cacho Buenaventura, que sabe animar el Festival de Villa María -siguiendo la estrategia del midachi-candidato en Santa Fe-. Por su parte, el equipo de Daniel Scioli dejó trascender que de ahora en más se acabaron las corbatas, como en el PRO, pero la gran incógnita de la campaña es si los sciolistas se animarán a ponerse pantalones chupines.

Mirados un poco más de cerca los datos electorales, surge una paleta de colores más variopinta que las conclusiones sobre lo obvio. Ciertamente, Mauricio Macri pudo imponer a su delfín, que no reunía ninguna de las condiciones actuales para ser un candidato exitoso: simpatía, carisma, mediaticidad, popularidad, o al menos, conocimiento, chispa. Los números finales, de todas maneras, no dicen que Horacio Rodriguez Larreta fue el receptor de los votos de la sangría que sufrió Gabriela Michetti en pocos días. Quien recibió esos votos fue Martín Lousteau, la verdadera sorpresa de la elección y quien se coloca de la mejor manera para forzar a una segunda vuelta y tener allí muchas posibilidades de ser Jefe de Gobierno de la Ciudad.

Lousteau fanático de independiente

Ciertamente, para el electorado porteño, los perfiles de Lousteau y Michetti tenían algunos puntos en común, y muchos de sus votantes llevaban al otro como segunda preferencia de sufragio. Michetti más que cometer algún error grave, fue perdiendo fuerza en la campaña en vez de acelerar. Es como si toda la situación de enfrentamiento como Macri hubiera sido demasiado para ella, cosa que se percibió en lo que debió ser la bala de plata de ella: en el debate con HRL, no lució como se esperaba.

Lousteau en cambio pudo comunicar lo que Michetti no pudo: que a la cuestión ética y equitativa (ausente en HRL), le podía agregar la misma o mayor densidad de gestión que el PRO. En este punto, la estrategia de Mauricio Macri de ningunear a Gabriela pudo ser exitosa en las PASO para imponer a HRL como su candidato, pero esto podría ocasionarle problemas importantes para la primera y segunda vuelta de la elección general.

Cuando consideramos los números superficialmente, el PRO en su conjunto, obteniendo 47,07% le fue hasta en estas PASO mejor que lo que le fue a Macri-Michetti en la primera vuelta del 2007 (45,62) y sacó un décimo menos que Macri-Vidal en el 2011 (47.08).

Pero lo que diferencia a estas elecciones de las anteriores es que en las elecciones pasadas, el PRO recolectó los votos radicales y filo radicales en la competencia con el FPV. Asimismo, esos votos de la primera vuelta podíamos decir que no tenían mayores contradicciones internas. En cambio, en las elecciones del domingo pasado, más que una simple interna, las PASO del PRO evidenciaron una quiebra profunda entre muchos de los votantes de HRL y los de Michetti.

O sea, a HRL podrían faltarle los votos para evitar una segunda vuelta, cosa que el PRO con Mauricio Macri como candidato no consiguió ni en el 2007 y en el 2011. Y, si hay una segunda vuelta corre el riesgo que en la natural polarización, Lousteau pueda encerrarlo en la derecha y el colocarse como el candidato que recibe todo el voto contra HRL.

Obviamente falta la campaña donde el PRO tendrá ingentes recursos publicitarios y conocer el modo en que se van a mover los grandes medios de comunicación. Pero los datos que surgen de las elecciones del domingo son un tanto preocupantes para HRL, y también para la estrategia de Mauricio Macri de exhibir triunfos distritales para afianzar su candidatura presidencial. (7 Miradas, editada por Luis Pico Estrada)

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