Por Guillermo Cherashny.-

La baja de la imagen presidencial y del gobierno de Cambiemos en general y las graves falencias que muestra el plan económico, que no puede bajar la inflación, el déficit fiscal y se toma un gran endeudamiento en el exterior, están alentado a diferentes sectores peronistas a soñar que el 2019 no está decidido, es decir, se le puede ganar a Macri en el 2019.

El primer obstáculo que tiene este deseo es la figura de Cristina y al respecto un destacado dirigente del peronismo les dice a sus compañeros: «o contratan un sicario y la liquidan a Cristina o siéntense con ella y conversen».

Antes de viajar a Davos, Urtubey, el gobernador salteño que acompaña en el viaje al presidente, dijo que la ex presidente es una etapa superada y lo mismo señaló Graciela Camaño, del Frente Renovador. Pero cuando se habla en privado con los más reacios a la unidad, nos dicen que no se puede hablar, porque ella ya decidió ser candidata a presidente en el 2019, aunque fuentes bien serias nos dicen que no tiene ninguna intención de candidatearse y que quiere un candidato único del PJ, el Frente Renovador y Unión Ciudadana para desalojar a Cambiemos del poder.

El gobierno, por su parte, quiere que, al igual que en las elecciones pasadas, en la provincia de Buenos Aires haya tres candidatos: un PJ, Massa y alguien de Unidad Ciudadana, y si es Cristina sería lo óptimo. De ahí que en Unión Ciudadana digan que la ex presidente no le dará el gusto a Durán Barba y que ni siquiera pretende que el candidato de unidad no sea de Unión Ciudadana sino garantizarse un número importante de diputados nacionales y que, al igual que en agosto y octubre no había ningún procesado, salvo ella, y con ese argumento destrabaría las negociaciones para acorralar a los que dicen que no se puede acordar con Cristina porque tiene seguidores con causas penales. Obviamente, la renuncia a poner el candidato presidencial no obedece a razones de modestia sino que quiere desalojar a Macri del poder y que él y sus ministros y fanáticos sufran el calvario judicial al que somete Comodoro Py a los perdedores.

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