Por Carlos Tórtora.-

En las últimas horas aparecieron en distintos puntos del conurbano pintadas que dicen Massa 2023. La autoría de las mismas se le atribuye a punteros massistas y la orden la habría dado Malena Massa. La anécdota en cuestión toca un punto sensible en la cúspide del Frente de Todos. Desahuciado y solo ejerciendo un poder residual, Alberto Fernández cesó de hablar de que buscaría la reelección y que debería haber una PASO competitiva en el FdT. Dicen que este silencio se debe no sólo a su pérdida de poder sino a que Cristina Kirchner le habría vetado referirse a su reelección. El presidente camina así hacia un final de mandato oscuro. No sólo no tendría reelección sino que sería un convidado de piedra en la mesa donde se discutan las candidaturas. La razón es que, a casi tres años de iniciada su presidencia, Alberto carece de un armado político territorial a lo largo y ancho del país. El albertismo se reduce hoy a una pequeña Corte que se mueve entre la Casa Rosada y Olivos.

Distinto es el caso de la vicepresidenta. Sus seguidores venían agitando las banderas de la candidatura presidencial pero llegó la orden de frenar. Ella conserva alrededor de un 30% de votantes y sin lugar a dudas es la que más tiene en el peronismo. Pero desde que se iniciara el demoledor alegato del fiscal Diego Luciani en la causa de Vialidad algo cambió. Es opinión casi unánime que Cristina terminará condenada en esta causa y que sólo se salvará de terminar con prisión domiciliaria por sus fueros como Vicepresidenta. Esto quiere decir que necesita impostergablemente renovar sus fueros a través de una elección como senadora por Buenos Aires. Si optara por ser candidata a presidenta, en caso de perder, automáticamente debería cumplir pena de prisión. Ella confía en que la probable victoria de Lula en las presidenciales brasileñas de octubre próximo genere una ola tan fuerte como para forzar su retorno a la primera magistratura.

Con el tiempo en contra

Pero todo eso está por verse y la realidad es que el desastre económico actual impulsa al FdT a una casi segura derrota. Obligada entonces por su situación procesal a buscar una senaduría, Cristina debe pensar en un candidato que al menos evite una catástrofe y le permita al kirchnerismo ganar en Buenos Aires y conservar importantes bloques de legisladores nacionales.

La pregunta es si Sergio Massa es el candidato para perder dignamente las presidenciales. Hasta ahora, en el entorno del Ministro de Economía sólo hay rumores, algunos tan inasibles como que él está pensando en el 2027, lo que es una fantasía. Lo cierto es que Massa, de hacer pie como ministro, apuntaría a convertirse en el jefe del peronismo, o sea, todo lo contrario al rol voluntario de títere que asumió Alberto.

La desconfianza entre la expresidenta y Massa no puede ser más profunda. Ella aceptó transferirle el poder por encontrarse desesperada y sin salida pero no hizo un solo gesto de apoyo a la nueva gestión económica y se prepararía para tomar distancia si la economía se agrava.

Entre tanto, frente a la media docena de presidenciables que circulan en JXC, el kirchnerismo no tiene en concreto ninguno. A más tardar a fin de año esto debería quedar resuelto de algún modo porque el gobierno no debería entrar en el año electoral sin tener ni un precandidato en carrera. Los que se midieron, como Eduardo Wado de Pedro y Jorge Capitanich, no consiguieron entusiasmar a los encuestadores. Y Daniel Scioli sufrió en carne propia el costo de intentar terciar en la interna palaciega.

Share