Por Carlos Tórtora.-

Los riesgos políticos que para el macrismo entraña la visita papal a Chile que tendrá lugar entre el 15 y el 18 de este mes, son a partir de ayer el tema central de la agenda gubernamental. Un objetivo importante para la Casa Rosada es tratar de suavizar las tirantes relaciones personales entre Francisco y Mauricio Macri sembrando expectativas optimistas. Tal vez por esto, en las últimas horas, varias usinas cercanas al gobierno dejaron correr la versión de que no estaba cerrada la posibilidad de que este año, Francisco sume a su visita a Uruguay otra a la Argentina. La versión fue en su momento desestimada por aquel y el criterio no habría variado. Es que el tema de la decisión papal de no visitar su tierra natal luego de haberse viajado ya a Ecuador, Bolivia Paraguay, Cuba, EEUU, México y a ahora Chile y Perú es cada vez más urticante. De hecho, la Argentina es el único país importante de Latinoamérica que Francisco no pisa. Y un calculo elemental indica que si no lo hace en el 2018 menos aún lo haría en el 2019 año de elecciones presidenciales, cuando los ánimos estarán recalentados y el país polarizado entre macristas y antimacristas.

Con este telón de fondo negativo, el macrismo estaría procurando negociar con allegados al Papa que sus menciones a la situación de Argentina hechas desde Chile sean al menos mesuradas. Los últimos antecedentes no son buenos: Francisco se solidarizó con los mapuches por los recientes incidentes que tuvieron estos con la Prefectura Naval y antes con la Gendarmería. Para más datos, el Papa acaba de recibir a familiares de Santiago Maldonado y, ni bien se sancionó en el Congreso -en medio de tumultos- la reforma previsional, se expresó a favor de los “pobres jubilados”, colocándose así entre los críticos a la reforma. Todos esto coloca a Macri a tiro de alguna crítica profunda por parte de un Papa con el cual tiene poco en común. La reciente baja de la imagen positiva del presidente en no menos de 8 puntos alimenta la posibilidad de que Francisco, que actúa con olfato político, opte por castigar a un gobierno que esta perdiendo consenso social y que se apronta a enfrentar la etapa más difícil del ajuste: los tarifazos del transporte y en febrero los de gas y electricidad. Éstos, sumados al aumento de la canasta escolar auguran para febrero y marzo una escalada de movilizaciones sindicales y cacerolazos múltiples. Estos brotes de antimacrismo encontrarían buen eco en la Iglesia, ya que se trataría de cuestionamientos a un ajuste que, desde antes de aplicarse, fue mal visto por el sucesor de Pedro.

Tres alternativas

Con este contexto oscuro por delante y con datos de que más de 200.000 argentinos llegarían a Chile para participar de la agenda papal, en el gobierno especulan con tres alternativas. La primera, bastante improbable y prácticamente descartada por los informes del embajador argentino en Santiago, José María Bordón, es que el Papa sea benévolo y casi no mencione al gobierno argentino. La segunda, en la práctica un buen resultado para Macri, consistiría en que las críticas se circunscriban a la relación entre la Casa Rosada y los mapuches siendo exhortada la primera a hacer más concesiones de tierras y derechos a los pueblos originarios. La tercera alternativa, de efectos graves para el oficialismo pero para nada descartable, es que el Papa no sólo hable de los mapuches sino de un paquete que incluya su condena a la reforma previsional, la reforma laboral y el ajuste de la economía en general.

Esto aparte de la posibilidad -bastante factible- de que la RAM decida provocar hechos de violencia en territorio argentino en los próximos días para colocar al gobierno ante un dilema casi insoluble: si reprime con efectividad podría heridos o directamente más muertos y el clima de la visita papal empeoraría. Y si no reprime, sería evidente la creciente debilidad del gobierno para controlar la rebelión de estos grupos radicalizados.

En el peronismo es donde hay unos cuantos dirigentes que aspiran a cosechar políticamente una descalificación del oficialismo por parte de Francisco. Hay crecientes movimientos de Hugo Moyano para retomar protagonismo y hasta auspiciar un a nueva línea en el peronismo nacional, empezando por Buenos Aires. Por su parte, CFK se sumaría con entusiasmo a las críticas y hasta habría sondeado la posibilidad de aparecerse en Chile en alguna de las ceremonias de Francisco.

Share