Por Carlos Tórtora.-

Luego de los intentos bastante infructuosos de Marcos Peña para negociar el apoyo legislativo del Grupo Esmeralda a la gestión de María Eugenia Vidal, Sergio Massa volvió a agrandarse al demostrar que sigue siendo el único aliado sustentable del macrismo dentro del espectro peronista. Un triunfo, en definitiva, de Vidal, que afianzó así su rol estelar. Y de paso hizo trascender que ella -que no será candidata- cargará sobre sus hombros la campaña electoral bonaerense.

La respuesta del entorno de Macri para limitar al vidalismo fue el anuncio de que Juliana Awada podría ser la primera candidata a senadora nacional por Buenos Aires y, además, que Mauricio Macri aspiraría a su reelección.

Así, en más de un sentido, Vidal lentamente se va convirtiendo en lo que alguna vez fue la ahora alicaída vicepresidente de la Nación Gabriela Michetti: una dirigente con caudal electoral propio y capaz, al menos potencialmente, de disentir con Macri.

La sola existencia de un vidalismo es, para empezar, un desafío a la estructura monolítica del macrismo, donde hay un solo dirigente con peso específico: el jefe.

No es un secreto que la gobernadora tiene en su mira la carrera presidencial para el 2019 y que contaría, para ello, con que a Macri no le darían los números. En este sentido ambas figuras parecen depender para su evolución de distintos factores. Vidal, como ocurriera durante mucho tiempo con Daniel Scioli, crece sobre la base de representar el triunfo de la imagen ética y la credibilidad por sobre las mafias de la política y el delito. En cambio el presidente, en baja en los últimos meses, crecería sólo al compás de un veranito económico. Su perfil de ingeniero y hombre de negocios hace que la economía sea su verdadera arma política, para ganar o perder.

Disidencias probables

Michetti terminó rebelándose ante Macri al negarse a no disputarle la interna a Horacio Rodríguez Larreta para la jefatura de gobierno porteña. Vidal está aparentemente lejos de entrar en conflicto con su jefe. Pero el armado de las listas de candidatos bonaerenses, sobre todo para cargos electivos nacionales, puede ser el comienzo de una densa discusión entre el vidalismo y el macrismo. La gobernadora, para sustentar un proyecto presidencial, necesita aprovisionarse de diputados nacionales propios que le abran camino en la cámara baja; Macri no puede ceder ni una banca, porque el PRO es minoría. Éste es uno de los capítulos de una historia que recién está a punto de empezar.

Share