Por Carlos Tórtora.-

En los últimos días los medios -y principalmente Clarín– instalaron que Maria Eugenia Vidal se está convirtiendo en la tabla de salvación electoral de Cambiemos para la elección presidencial. Además, los comentarios periodísticos abundan en que ella está cada vez más inquieta con la pesada carga de tener que llevar adelante el ajuste en Buenos Aires sin contar con demasiada solidaridad en la Casa Rosada. Aunque este proceso apenas despunta, los hechos permiten suponer que en los próximos meses la gobernadora puede transformarse en una especie de reedición, para el macrismo, de lo que Scioli fue para el peronismo. Este último representaba para el kirchnerismo la posibilidad de captar votantes independientes que rechazaban a Cristina Kirchner y Vidal, al menos, potencialmente podría captar votos peronistas. Esta última, igual que el ex motonauta, no tiene responsabilidad sobre el duro ajuste que lleva adelante la Casa Rosada y explota con su imagen esta diferencia. Asimismo y pese a los muchos años de actuar en política, Scioli siempre explotó su imagen de dirigente supuestamente ajeno a los manejos partidarios y la actual gobernadora también consigue marcar diferencias con la dirigencia política tradicional.

Otra semejanza pasa por la tendencia de ambos a victimizarse. En el caso de Vidal, esta línea de conducta la llevó incluso a llorar ante las cámaras.

Las diferencias

Claro que también hay aspectos en los que se marca una importante diferencia entre estos dos líderes. Sin decir ni hacer nada que significara una ruptura, Scioli casi siempre buscaba diferenciarse de CFK, mostrándose dialoguista, moderado y abierto ante un gobierno nacional que gustaba de ser cerrado, autoritario y enemigo del pluralismo. En este punto Vidal está en un proceso de cambio. Con una frecuencia cada vez mayor, de su entorno trascienden cada vez más comentarios de lo molesta que está aquella por los recortes de fondos que le impondrá el presupuesto próximo y lo difícil que le resulta seguir cumpliendo con las directivas de la Casa Rosada. Parecería que la gobernadora transita un delicado camino que va desde la diferenciación hasta la disidencia.

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