Por Guillermo Cherashny.-

Quedó claro que Lilita Carrió no pudo ser candidata en la provincia de Buenos Aires porque María Eugenia Vidal no la quiere ver ni en figuritas por su estilo confrontatativo contra extraños y contra propios, como las críticas a Ritondo y Ferrari, a quienes vincula con Daniel Angelici, quien resistió a las embates de la diputada porque sigue operando en la justicia federal, maneja la capital y es el hombre más importante de la AFA. Vidal no le hace caso ni le teme a Carrió porque no tiene ninguna sospecha o denuncia de corrupción, a diferencia de Macri, que tiene pánico de que la chaqueña denuncie los negociados que siguen haciendo Nicolás Caputo, Angelo Calcaterra y Guillermo Dietrich, quien denuncia la corrupción de la Cámara de la Construcción en la era K pero se olvida de Caputo y Calcaterra.

Tanto el presidente Macri como Guillermo Dietrich tienen cara de piedra cuando dicen que van a terminar con las mafias, ya que tienen compromisos de años con esos sectores. Pero cuando el presidente ve a Carrió por televisión no para de sufrir hasta que termina al entrevista, porque sabe que tarde o temprano no podrá con su genio y le puede pegar un mandoble televisivo a él mismo. Si no lo hace es porque no quiere hacerle el juego al massismo y al peronismo pero es la responsable de haber convertido a un empresario corrupto como Macri en el nuevo Arturo Humberto Illia, el recordado presidente radical que brillaba por su honestidad y que fue atacado y echado por las grandes corporaciones.

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