Por Mario Cadenas Madariaga.-

La visión está empañada por la campaña electoral.

Todo el análisis de la política argentina esta centrado entre la continuidad del oficialismo o un cambio prometido por la oposición, más definido en el campo institucional que en el orden económico, donde aparece más bien como una tendencia hacia la liberación de los mercados, pero con múltiples dudas y cortapisas.

El hecho fundamental que pasa inadvertido es el fin del kirchnerismo en el gobierno.

El kirchnerismo es un fenómeno político típico del subdesarrollo latinoamericano, con el componente predominante de un fuerte personalismo familiar, con tendencia a perpetuarse, sumado a un claro objetivo de enriquecimiento a expensas del Estado y la sociedad, un manifiesto espíritu antirrepublicano -y por tanto contrario a los controles judiciales o administrativos-, y un débil componente ideológico, sin perjuicio de un fuerte populismo demagógico, como instrumento de seducción de las masas.

Este fenómeno toca a su fin en primer termino porque se le cerró la continuidad al no permitírsele la reelección de CFK, y en segundo termino porque por su filosofía distribucionista requiere un período gran holgura económica, como fue el fin de la segunda guerra mundial, el más breve del inicio de los años setenta, o la formidable bonanza de los años 2005/2012, excepto el año 2009.

El fin del kirchnerismo no es el fin del populismo, sino la de la versión familiar de los Kirchner, pero la reconstrucción de otra versión se vuelve sumamente difícil por no darse las condiciones objetivas que permiten su reaparición.

Y ésta es la característica del nuevo período que se inicia, como lo explicaremos seguidamente.

El 20 de junio nacen los nuevos protagonismos de la política argentina.

En efecto el 20 de junio con la inscripción de las dos formulas presidenciales con posibilidades de ganar, se da la partida de nacimiento al nuevo periodo político argentino.

A partir del día siguiente los protagonistas de la política argentina serán Mauricio Macri y Daniel Scioli y/o Florencio Randazzo. Por primera vez en 12 años la política argentina tendrá otros protagonistas que los Kirchner.

Un cambio sustancial para el kirchnerismo.

La inscripción de la candidatura del oficialismo será una decisión irrevocable de CFK -no por su voluntad sino por su naturaleza- y a partir de ese paso ella se creará el adversario más peligroso para su predominio. Efectivamente el sumiso sucesor se transformará, dominado por la enfermedad del poder y su figura se volverá incompatible con la pretensión de la Presidente de conservar la jefatura personal y permanente del partido.

Hasta el 25 de octubre podrá retirarle el apoyo electoral, pero al precio de perder el PEN, y a continuación a ningún precio, porque no contará con los dos tercios en el Congreso para el juicio político.

También a partir del mismo momento de aquella designación comenzará el proceso paralelo del “pato rengo”, porque se inicia una transferencia de la autoridad presidencial para todo lo que tendrá comienzo de ejecución el 11 de diciembre. Con posterioridad a la transferencia del mando y el manejo de la “caja” por el nuevo Presidente de la Nación, CFK conocerá una declinación abrupta de su autoridad.

Este proceso será distinto si las encuestas dan a Macri las mayores posibilidades de triunfo.

En esta hipótesis aparecerá claramente diferenciada el interés del kirchnerismo del FpV. En efecto si triunfa Macri, CFK perderá el PEN pero conservará todo el poder de la oposición. Tendrá un ámbito importante e indiscutido para el ejercicio de su autoridad y contará con fueros personales. Reforzada con la esperanza de ganar las elecciones del 2017 y 2019. En consecuencia más poder que si es elegido Scioli o Randazzo Presidente de la Nación; sobre todo que nadie le pueda discutir su autoridad.

Además la ilusión de un triunfo electoral siempre viene acompañada del recuerdo de la traición de Cámpora con relación a Perón en 1973 o las del propio Néstor Kirchner con relación a Duhalde. O por las rebeliones de Juárez Celman, Figueroa Alcorta y Alvear, con relación a Roca e Irigoyen. Pero el ejemplo apropiado es el primero por razones de afinidad, con la agravante de no contar con la autoridad de Perón para obtener la renuncia de su sucesor.

Si triunfa el 25 de octubre el FpV, toda la cuidadosa construcción de poderes para el ejercicio del PEN se transferirá al nuevo Presidente, y en desmedro de CFK, su círculo íntimo y sus aspiraciones a una conducción supérstite. Por eso el triunfo electoral de Scioli o Randazzo seguramente equivaldrá a una derrota personal de CFK.

Frente a este cuadro CFK debe elegir a Florencio Randazzo -sin la vice de Máximo Kirchner- como el único candidato presidencial del FpV -por su menor captación de votos en las encuestas-, con el deliberado propósito de no ganar el 25 de octubre. Y ofrecerle a Scioli la función que él elija por ejemplo la Embajada en París, para su lucimiento y descanso.

CFK al frente de la oposición, con varios gobiernos provinciales, una minoría superior al tercio en el Senado, necesaria para muchas decisiones, es la mejor opción que puede tener en dicha coyuntura.

El Gobierno de la Nación desde el 21 de junio al 10 de diciembre no le ofrecerá oportunidades a CFK.

En estos cinco meses por venir, el gran episodio político será el proceso electoral. El gobierno será una tarea burocrática, no una plataforma para confirmar el protagonismo de CFK.

Axel Kicillof -es decir el gobierno efectivo del país- va a cumplir con su compromiso de llevar a buen puerto -l 10.12-2015- este barco muy averiado que es el Estado argentino. No se le puede pedir más.

Todo lo que se realizará ya se conoce. No se pagará a los holdouts y se apelaran las decisiones de Griesa. Se continuará emitiendo deuda a muy corto plazo. Se ajustará el tipo de cambio al ritmo que se realiza. La política salarial ya está definida, lo mismo que la previsional; el gasto público mantendrá su ritmo, igual que la recaudación; el empleo y el nivel de la actividad se mantendrán. El mercado de cambios, en el sector no controlado, es posible que tienda a la suba, pero el Banco Central hará esfuerzos para limitarlo, vendiendo reservas, que compensará con préstamos externos.

Esta política por mantener un clima de normalidad será la mayor contribución que podrá hacerse al éxito de la campaña electoral.

Toda la estructura política estará comprometida en la campaña. Por tanto ésta ocupará todo el escenario y desplazará la importancia del gobierno.

Sin embargo CFK podrá regular la publicidad electoral de la Nación que tiene el mayor presupuesto según su conveniencia.

Las circunstancias le brindan a Macri la gran oportunidad.

Por cuatro razones elementales: a) por ser el único que tiene la posibilidad de sustituir al actual gobierno; b) por que su idea fuerza central es la del cambio; c) por que el gobierno esta inmovilizado y d) por que la Argentina, en el largo plazo, sufre un severo estancamiento.

Ahora bien, esta oportunidad es para él un compromiso de ocho años de gobierno es decir dos periodos presidenciales y para el partido de 12 años, no de administración sino de transformación, por lo que requiere como primera condición una plena conciencia de su responsabilidad, una profunda convicción y una enorme fuerza moral y política.

En efecto lo que debe realizar es la transformación de la Argentina, de una nación en desarrollo, a una nación desarrollada. Y el período más difícil es el primero. La gestión de la Ciudad respecto de la que le espera en la Nación, es un juego de niños. En la conducción de los ejércitos generalmente se recuerda el valor de la moral de la tropa, pero lo fundamental es la moral y la convicción del conductor. En la política es igual.

Deberá conocer con exactitud la responsabilidad que asume. Habrá un período de grandes tensiones. Las decisiones fundamentales las deberá tomar en soledad. Pero todo indica que es su turno. Ahora no puede retroceder ni dudar. Tampoco puede equivocarse sobre la magnitud del compromiso.

Y si no, tendremos un gobierno más republicano, pero de bajo crecimiento y grandes deficiencias, propias del subdesarrollo latinoamericano.

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