Por Luis Américo Illuminati.-

Que este 2025 sea para la Argentina y el mundo un mejor año que el que se fue. Luego de un año pleno de conflictos, enfrentamientos, agonías y penurias, ojalá que de una buena vez se encienda la llama de la fe y la esperanza como una aspiración general de todos los argentinos de lograr un crecimiento espiritual como un camino, un medio, una amplia vía para alcanzar la madurez que necesita la Argentina para dejar de ser una masa de sujetos desesperados y arrebañados y se convierta en un pueblo donde brille la paz, la unión y la cordura. No hace falta que levantemos una gigantesca estatua de la libertad como la que hay en Nueva York o una torre Eiffel como hay en París ni una torre de Babel como el edificio más alto del mundo el Burj Khalifa, ubicado en Dubai. Basta que sigamos el consejo del gaucho Martín Fierro: «Los hermanos sean unidos, porque esa es la ley primera; tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos se pelean los devoran los de afuera»; «Muchas cosas pierde el hombre que a veces las vuelve a hallar; pero les debo enseñar, y es bueno que lo recuerden: si la vergüenza se pierde jamás se vuelve a encontrar.» No más el vuelo de la gallina. Volemos alto como las águilas. Si las generaciones que plasmaron el sueño de la libertad en 1810 lo lograron, por qué no pueden volver a repetir lo mismo las actuales generaciones, me refiero no solamente al progreso material sino a la unión y el desarrollo espiritual como paso previo. Pregonemos la paz y el entendimiento entre los hombres, dejando atrás el odio, la venganza, el fanatismo, la petulancia, la falsía y la hipocresía. Cuando el mundo observe que en esta bendita tierra la luz de la vela de la fe y la antorcha de la paz no la apaga más la furia del viento de la incomprensión y del ciego partidismo, entonces los demás pueblos del mundo verán no una tenue y débil luz sino un potente faro que irradia sus haces de luz sobre la oscuridad de los mares donde naufraga la razón. No más el vuelo de la gallina o el eterno día de la marmota que todo se repite y se repite indefinidamente, sobre todo los errores. Volemos alto como las águilas. Que el Nuevo Año traiga a todos los argentinos la lucidez necesaria para alcanzar la meta deseada: la paz en orden y libertad sin predominio de uno sobre el otro, sino en perfecto equilibrio ambos valores.

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