Por Guillermo Cherashny.-

En un sistema democrático es válido acusar a un gobierno de corrupto, totalitario y de perjudicar a los pobres cuando el discurso verbal de los funcionarios es denostar a los ricos. Pero en medio de la pandemia m{as grave y dolorosa que sufre la humanidad, meter miedo con el origen de las vacunas que compró el gobierno parece fuera de lugar, más teniendo en cuenta con acusaciones de envenenamiento o de producir trombosis, como ocurre en este momento con la vacuna de Oxford-AstraZeneca, de la cual ya llegaron más de 3 millones de dosis y que faltan cerca de 20 millones del convenio argentino-mexicano que se firmó con la Universidad de Oxford bajo el auspicio del magnate mexicano Carlos Slim. Es más, también se esperan 7 millones de dosis más de esa misma vacuna del mecanismo COVAX de la OMS y las Naciones Unidas, es decir que se podrían vacunar de aquí a septiembre a 15 millones personas con las dos dosis.

En el Reino Unido, donde se aplica casi con exclusividad, hubo sólo 25 casos de trombosis sobre 70 millones de dosis y decenas de casos en países europeos, que son el mismo número que las que producen la Pfizer, Moderna y Johnson, pero en Inglaterra hay actualmente menos de 2.000 infectados y muertos, que no llegan a la docena por día. Pero la mala prensa de esta vacuna se origina en que su costo es de 4 dólares contra 20 dólares de las demás. A tal punto llega esta guerra geopolítica, que en los Estados Unidos, el ente regulador no la autorizó todavía, pese a tener un stock de 60 millones de vacunas en ese país, que fabrica la Pfizer, Moderna y Johnson, lo que demuestra hasta dónde llegan los intereses económicos. Los argumentos americanos son sanitarios pero en nuestro país, Juntos por el Cambio y los matutinos Clarín y La Nación lanzaron una campaña del miedo contra la AstraZeneca diciendo que pude provocar trombosis, con el solo objetivo de atacar al gobierno del Frente de Todos, cuando la trombosis es una reacción minoritaria en todas las vacunas sin excepción.

Share