Por Guillermo Cherashny.-

El anuncio del gobierno provincial de emitir un pase sanitario para concurrir a eventos masivos, restaurants, bares y oficinas públicas desató un variopinto abanico de opositores para todos los gustos. En efecto, en primer lugar los antivacunas confesos, que sostienen que se quiere imponer una dictadura sanitaria global liderada por George Soros y la «judería internacional», es decir, una caza de brujas cargada de antisemitismo. En otros casos, sin hacer antisemitismo, se lanza esa teoría conspirativa que tiene muchos adeptos en nuestro país a lo largo de su historia. Otro argumento es que las vacunas no son aprobadas en forma definitiva y también que no sirven porque es una realidad la tercera dosis y se viene la cuarta, especialmente diseñada para la variante omicron. Otra teoría es que el coronavirus lo inventaron los laboratorios para vender las vacunas, sin reparar que son corporaciones internacionales y que las otras multinacionales de otras actividades que perdieron miles de millones de dólares y países que sufrieron recesiones guardarían silencio ante ese comercio indigno. Por último, los opositores -que no son todos antivacunas- le niegan autoridad moral a este gobierno que tuvo el vacunatorio vip, la fiesta de cumpleaños en la pandemia y que convoca a actos masivos en la Rosada no puede días después exigir un pase sanitario y, si bien este gobierno está flojo de papeles, no se le puede negar que quiera incentivar la vacunación. Es verdad que es antipático exigir un carnet de vacunación y que es discriminatorio y quizás inconstitucional pero hay una grave pandemia que no se sabe cuándo terminará. El objetivo del pase sanitario es incentivar la vacunación y no discriminar, además, es improbable que dada la situación económica, bares y restaurantes exijan un pase sanitario.

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