Por Alexis Di Capo.-

El gobierno ingresa a la crítica semana previa a la reunión del G20 reprobado en materia de seguridad, porque lo ocurrido en uno de los accesos al estadio Monumental descalifica objetivamente al Ministerio de Seguridad. Obviamente que se trató de un operativo coordinado por el gobierno de la Ciudad y no el nacional. Pero Patricia Bullrich debió haber previsto que a horas del inicio de la cumbre del G20 cualquier tema podría ser usado para dañar al gobierno y más aún si se trataba de una superfinal de River y Boca. De más está decir que el mal trago no se superó del todo porque falta superar los festejos del que gane el partido de hoy. Y luego atravesar toda la semana.

Bullrich, a todo esto, está lejos de ser una ministra aséptica y concentrada en su función. Desde el reciente triunfo de Jair Bolsonaro en las presidenciales brasileñas, la ministro intentaría convencer al presidente de que el gobierno está en condiciones de explotar a su favor la demanda de mayor seguridad de la población. En otras palabras, recurrir a la mano dura mediática para captar votos. Bullrich ya lo intentó al avalar la portación de armas por los particulares. Esta semana pondría a prueba esta línea con el probable arribo al país de activistas profesionales contra el G20 que serían obligados a dejar el país inmediatamente. En esta semana, Bullrich se juega el éxito o el fracaso de su gestión según los medios internacionales reflejen a la Argentina como un país inseguro o no, aparte del éxito que tenga el operativo de seguridad de la cumbre.

Pelea de tres

Claro está que Bullrich no sólo apunta a ocupar un mayor espacio de poder sino que intentaría ser la compañera de fórmula de Macri en el rol de una especie de Bolsonaro local. Chocaría en el gobierno con otras dos mujeres, la actual vicepresidente Gabriela Michetti y la Ministro de Desarrollo Social Carolina Stanley. Ambas corren con la ventaja de ser dirigentes del PRO, en tanto que Bullrich es una extrapartidaria. Pero esta última tiene a su favor una mayor audacia y la vidriera pública que le da su cargo que, en el caso de la violencia por River vs. Boca, ayer claramente le jugó en contra.

Share