Por Miguel Ángel Reynoso.-

Por estos días y al parecer como consecuencia de algunos hechos ocurridos últimamente y que por sus circunstancias se han mediatizado hasta convertirlos en casi un insoportable bombardeo en los medios a través de notas y programas con variantes solo de personajes opinadores todo terreno de la cuestión que toda la sociedad desde hace mucho tiempo conoce más que nada por sufrir sus resultados en carne propia o cercana, ha tomado estado público generalizado el tema de la inseguridad pública.

Nadie tampoco ignora que esto no es nuevo, los miles y miles de víctimas de la inseguridad pública, entre los cuales se cuentan muchísimos policías, se hallan debidamente registrados y fueron noticias o solamente comentarios vecinales en la mayoría de los casos. Las víctimas fatales fueron sepultadas y con última palada de tierra que cayó sobre sus despojos, cuando los heridos por suerte o por experiencia médica procuraron seguir sus existencias y las sustracciones materiales fueron anotadas en la columna de “pérdidas” en el libro contable de cada quién, individuo, empresa o sociedad, en el mejor de los casos los hechos se transformaron en solo un triste recuerdo de quién lo sufriera y de sus allegados.

Lo notable es que cada tanto, al parecer la “opinión publicada”, recuerda que esto sigue ocurriendo y arma lo que podríamos llamar un gran foro de opinión en que cada medio se juega de la forma que cree más conveniente para llamar la atención de sus seguidores para reunir un grupo de “opinadores profesionales” que pasan de un programa a otro e incluso publican sus columnas en los medios escritos fundamentando sus razones que pese a la buena voluntad o no, de quién la pronuncia y tiene la oportunidad no accesible a todos de que se divulgue, muy poco aportan sobre fundamentos en los cuales puedan apoyarse las muchas veces disparatadas teorías sobre las causas del flagelo que nos preocupa a todos los argentinos.

Por supuesto los verdaderos profesionales del tema, es decir aquellos que dedicaron su vida a la seguridad estudiando seriamente y procurando siempre su mejor formación profesional, los policías, estaremos lejos de la entrevista seria y responsable. Eso es así en nuestra Argentina y parece que nadie ni nadie logrará cambiarlo algún día.

Muchas veces y desde hace muchos años desde APROPOBA hemos señalado lo que siempre creímos como principales causas de nuestra situación de inseguridad, lo hemos repetido en numerosas notas y a pesar de que nadie lo cuestionó tampoco pudimos hacer que ello tomara estado público en algún medio de alcance nacional y masivo.

Cuando editorializamos bajo el título “de aquellos polvos son estos lodos”, explicamos claramente que hay un origen primero y principal de lo que hoy día ocurre, y aunque solamente nosotros tenemos la valentía de hacerlo público, aquellos que opinan deberían recordar que allá por el gobierno del Dr. Duhalde en la provincia de Buenos Aires, a fines del año 1998, vaya a saber porque motivo este gobernante decidió de buenas a primera y después de hacer mencionado muy poco tiempo antes que la de la Provincia de Buenos Aires era la mejor policía del mundo, de un solo plumazo destruir completamente esta institución de larga trayectoria en la historia del país y que pese a sus recursos siempre carecientes, de tener que arrastrar la corrupción política, de haber tenido (Ley mediante) que someterse al control operacional militar en la lucha contra la subversión y otras yerbas, mal o bien combatió el delito con esmero y dedicación y también mal o bien lo mantuvo a raya.

Lo cierto es que de esa forma se descabezó la institución, tirando a la calle años y años de formación profesional de las jerarquías de conducción media y superior, cerró los institutos de formación y capacitación, pasó a retiro ilegalmente y también ilegalmente paso a disponibilidad o “prescindibilidad” a miles de camaradas que no tuvieron la protección de los derechos laborales muchísimos de ellos hasta sin causas judiciales o administrativas que lo justificaran, anarquizó los escalafones, desordenó los cuadros, liquidó la carrera policial en lo que hace a la previsibilidad de su desarrollo, promociones y ascensos, desjerarquizó a la fuerza, confundió los roles que cada especialidad debía cumplir, quitó a la policía la posibilidad de investigar los delitos, produjo un profundo desorden administrativo que los años lejos de solucionar han profundizado y en general desmotivó al estamento humano que aún hoy se sigue preguntando para que se es policía, además de otras cuestiones que sería largo de enumerar y que la corrupción en la fuerza siguió y sigue ineludiblemente prendida al poder político de turno.

Al poco tiempo vimos también que las otras tres fuerzas policiales provinciales más relevantes del país, Córdoba, Santa Fe y Mendoza corrían similar suerte y bajo programas notablemente parecidos.

Fue fácil notar que intencionalmente o no, a conciencia o ignorancia, hubo en aquella oportunidad una clara intencionalidad no de mejorar esas fuerzas policiales, sino lisa y llanamente de provocar sus destrucción, por lo que inmediatamente alzamos nuestras voces haciendo saber que esto ineludiblemente traería como consecuencia la perdida de la profesionalidad de la fuerza, especialmente en la provincia de Buenos Aires para combatir el delito organizado, abriendo la puerta para el ingreso al narcotráfico con todas las consecuencias nefastas que todos sabemos acarrea.

Pese a que la gran mayoría aplaudió la destrucción, y las legislaturas aprobaron leyes viciadas de anticonstitucionalidad, todo siguió, poco o nada se corrigió, se siguieron haciendo negocios con la compra de insumos para la seguridad sin tener en cuenta que el elemento humano seguía desprotegido, sin leyes claras y positivas para el trabajo policial, y la degradación de la carrera policial necesitaría muchos años para regresar a los tiempos en que cada oficial era un verdadero sumariante, cada comisario con la capacidad de un juez de instrucción, y en las comisarías el ciudadano no tenía que esperar que viniera “el oficial que hace el acta”, porque los restantes no saben directamente redactar una denuncia.-

Hoy el narcotráfico se ha enseñoreado y el delincuente es dueño de la calle, si ese era el resultado esperado de las reformas no se puede dudar de que ha sido un éxito aunque difícilmente opinen los mismos las víctimas del delito.

Entre tanto seguimos entretenidos mañana, tarde y noche por todos los medios que nos acribillan con los que insisten en culpar a la policía de estos resultados, pero son temerosos de preguntar a quienes forman las leyes con las cuales deben manejarse los policías, que es lo que han hecho o hacen para mejorar la situación, y nuestros legisladores en la comodidad de excelentes sueldos y comodidades miran hacia otro lado, se ocupan de la campaña y ni siquiera les llama la atención de que entre sus pares haya quien reconoce ser adicto a las drogas y de paso ensucia un poco a los demás.- Por aquello de que el que calla otorga aunque mas no sea alguno de los tribunos debería haber aclarado algo al respecto, pero no es así.

De paso se vislumbra también la intención que surge en muchos de los comentaristas que creen necesario cerrar sus personales opiniones expresando como si fuera una verdad probada que la única solución es la “municipalización de la fuerza policial”, que como todos sabemos también en bandera de un partido integrado en su mayoría por desertores de aquel que nos llevó a esta situación.- Del ejemplo de México, que intentó al respecto y debió dar urgente marcha atrás nadie de ellos ni de los que los acompañan en esta propuesto al parecer tampoco nadie se acuerda.

También hemos escuchado hasta el cansancio el comentario que ni aunque fuera pago sería tan constante agregando cada tres pasos de que los hechos graves de inseguridad provienen del descontento de la fuerza por las medidas de reforma institucional que ha encarado el actual gobierno provincial, aunque tampoco en ninguno de esos comentarios se aclara de que reforma se trata, porque al menos para estar desconforme con algo se debería conocer de que, y a ciencia cierta ni los mismos policías tenemos idea alguna al respecto si hasta los funcionarios de los superiores niveles son los mismos que provienen del gobierno anterior y hasta ahora los desaguisados en cuanto a ascensos y permanencias y la falta de respeto a las leyes policiales no se diferencian en nada de lo que venía ocurriendo anteriormente.

Entretanto la siempre criticada Policía de la Provincia de Buenos Aires, en la persona de sus integrantes, especialmente los más humildes que siguen dando ejemplo de entrega y poniendo el pecho a las balas aún cuando conocen que muy posiblemente ni la sociedad y peor aún la justicia serán imparciales al momento de juzgar sus procederes y aún entregando sus vidas conocen que ni esa sociedad, ni el gobierno de turno les hará reconocimiento público alguno en la medida que lo merecen.

Esperamos también que de una vez por todas el actual gobierno, que dicho sea de paso recibió el apoyo en las urnas de la mayor parte del personal policial, a diferencia de la inoperancia de los administradores anteriores encare de una vez por toda las reformas necesarias para encausar a la Institución Policial y deje de lado experiencias pretéritas que solo se basaron en seguir perjudicando al eternamente castigado trabajador policial.

Share