Por Sebastián Dumont.-

María Eugenia Vidal es la niña mimada de Cambiemos, ya que será la gran electora el año que viene cuando se haga campaña en la provincia de Buenos Aires. Los números de todas las encuestas la muestran al tope de la imagen positiva, hecho que llegó hasta el propio Papa Francisco, quien le habló de ella a Mauricio Macri en su reciente visita al Vaticano. Se suele decir en Buenos Aires que Vidal está blindada. Y que los problemas estructurales que tiene el mayor territorio del país no le afectan su imagen como sí le sucede al presidente de la Nación. Aquí el principal tema a resolver es el de la seguridad, donde la conflictividad sigue en aumento, más allá de los anuncios que se empecina en hacer todo el tiempo el ministro Cristian Ritondo. Ahora se empezó a hablar de la posibilidad de pedirle colaboración al ejército en la lucha contra el delito.

Similar a lo que hizo el kirchnerismo cuando se acercaron los tiempos electorales, el gobierno decidió enviar fuerzas federales a las zonas más calientes del conurbano. Empezaron por el sur, donde Lomas de Zamora, distrito gobernado por Martín Insaurralde, presenta los principales índices del delito. Sucederá pronto la llegada de los gendarmes a otros distritos calientes, como San Martín, donde desde hace tiempo parecen haberse instalado carteles vinculados al narcotráfico.

Pero no conforme con ello, desde el ministerio de seguridad deslizaron la posibilidad que se le pida colaboración a las fuerzas armadas para luchar contra el crimen en el conurbano. El tema de por sí es polémico, ya que la ley de seguridad interior lo prohibe expresamente. Pero además existe en la argentina la memoria de la década del 70 donde todo lo relacionado con el verde oliva es repudiable.

En otros países limítrofes, donde también hubo duras dictaduras, las fuerzas armadas no tienen la mala imagen que le hicieron aquí los organismo de derechos humanos, en muchos casos, con justa razón.

En Brasil, por caso, es común que el ejército se dedique a la lucha contra el delito dentro del país. Por estas horas, en Río de Janeiro se está viviendo un preocupante retroceso de una exitosa política de pacificación de las favelas llevada adelante por José María Beltrame, quien acaba de renunciar ante la falta de apoyo del actual gobierno carioca para seguir adelante con el plan que le permitió al Estado, tomar posición en las favelas ganadas en su momento por el narcotráfico.

La experiencia Río de Janeiro no es ajena a la provincia de Buenos Aires. Allá por el 2012 un grupo de intendentes, encabezados por Sergio Massa, fueron a Brasil a conocer la experiencia de la lucha contra el delito y ese fue el germen de su idea de crear las policías municipales, luego devenidas en algo más light como las policías locales que armó Daniel Scioli. Entre esos intendentes estaba Joaquín De La Torre, hoy funcionario en la provincia de Buenos Aires, quien fue uno de los más entusiastas en hacer conocer el trabajo de José María Beltrame aquí en la provincia de Buenos Aires.

Para ello, en marzo de 2013 organizó en Mar del Plata un congreso donde el principal orador fue Beltrame y asistieron Scioli y Massa. La anécdota de aquel entonces era que el ceremonial de Scioli pidió que Beltrame sea escueto y acortara su explicación. Habitual en el ex gobernador la idea de irse rápido de todos lados.

Recuerdos aparte, hoy esa política Carioca está en crisis, mientras que en la provincia buscan la manera de reactivas formas para que el delito no arruine la campaña electoral del año que viene. Es un desafío muy grande, mucho más cuando la conducción de la bonaerense sigue en manos de la continuidad del acuerdo Ritondo, Granados, Matzkin.

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