Por Alberto Martínez (APROPOL).-

El mentado “Protocolo Antipiquetes” sería, según los análisis lineales o interesados, la principal cuestión que deriva en la tensión cada vez mayor entre el gobierno nacional y provincial, aunque en realidad la cuestión pasa por otro lado más grave y es de pronto desenlace.

Pasaron esta semana los procedimientos de las fuerzas federales en Rosario pero también en el norte provincial y seguirán en pocos días. Atrás fueron quedando en la lista de contradicciones el tema del llamado “protocolo antipiquetes” que Pullaro firmo y avaló en Bariloche pero que horas después desconoció y hasta ninguneo en Rosario incluso ante los sindicatos reunidos en la CGT y el Movimiento Sindical Rosario. También la cuestión de la fuga de los imputados por el triple crimen y su captura para dejar flotando nuevamente el tema narcotráfico y la protección oficial que claramente reflejan las estadísticas.

Anteayer, los propios popes del PRO santafesino les marcaron nuevamente la cancha a Lifschiftz y Pullaro reclamándoles que tengan “decisión política para vencer al narcotráfico”, un eufemismo para señalarle que hay connivencia oficial con las bandas narcos y que se puede venir otro escándalo Tognioli II. Las fuerzas federales tienen en claro que existe “protección” y “complicidad” oficial con bandas narcos y del delito organizado y que por otra parte desde distintos sectores venimos denunciando hace mas de un mes en una administración que lleva poco mas de tres en la función y esto no es un detalle menor.

Los avances en las investigaciones como en el caso de la reciente “Operación Rosa Blanca” se están replicando en distintos puntos de la provincia desde hace mas de sesenta días y desde esa óptica y con esa información fina es que los legisladores presionan a Lifschiftz para que se despegue de esta situación antes de que sea tarde. Es por ello también que sucede el escándalo en la propia sede de la PFA donde a Fein la echaron y el gobernador ni se animo a entrar.

Queda claro entonces sin medias tintas a que responde el tironeo en la relación entre ambos gobiernos y el porque de la presencia de importantes unidades de fuerzas federales y en especial de grupos de inteligencia operando sin pausa.

Acá el dilema para el gobernador es sacarse el lastre con un viraje importante en su política de seguridad en manos de un muchacho voluntarioso y muy limitado dirigido desde las sombras por el mismo monje negro que solía esconderse en el cortinado del Congreso Nacional en la crisis del 2001 y que es el hacedor de la desgracia de la inseguridad en los ultima década.

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